Capítulo nueve.

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—Louis, habías dejado ya de hacer esas tonterías.

Louis sabía el discurso que Este se traía entre manos. Comenzaría preguntándole porqué había hecho aquello: él siempre decía que era divertido, Este lo miraría dudosa, sabiendo que esa no era la verdadera razón y luego le preguntaría: ¿Cuál es la verdadera razón? A eso Louis se reiría y diría: ¿Acaso no te divierte también verlos brotarse?

—Lo sé.—breve y directo al grano. Esta vez sin desviarse del tema.

—Supongo que, igual que otras veces, no me dirás porqué.—Los ojos de la mujer lucían flojos y ajados, con un asomo de ojeras debajo. Los anteojos intentaban ocultar su cansancio pero, quizá lo aumentaba más. 

—Es que el rizado, el muy estúpido, me incomodó.

Sinceridad era lo que a Louis siempre le había faltado ante un psicólogo, ante a quienes querían ayudarlo. Mentía, se reía y evadía, pero esta vez actuó sinceramente, diciendo lo que en verdad le sucedía y Este se sintió impresionada, no obstante guardó su cara de sorpresa para quedarse con el rostro inexpresivo. 

—Harry, Louis, se llama Harry. ¿Quieres hablar?

Louis arruga un poco su nariz y alza la mirada, enfrentando a Este. 

—Sí, pero no de él, ni de la situación.

Su voz, suave y baja, hace pensar a la psicóloga que a quien tiene en frente no es al mismo Louis Tomlinson de siempre. Éste parece casi rendido, a punto de bajar los brazos. 

Algo en la mirada de Este, algún cambio en su expresión, simplemente algo hace que Louis adopte su posición de Me-Divierte-El-Sufrimiento-Ajeno nuevamente y sonríe de lado. Se ríe, de él mismo, de lo que casi hace. 

Este ve el cambio y sabe que algo hizo mal. Quizá frunció el ceño ligeramente, quizá hizo alguna mueca. Pero la impresión y sorpresa que el casi avance que Louis hizo no era para menos.

—¿De qué quieres hablar, entonces?

Cuestionó, obviamente en vano. Louis había cambiado de opinión ya. 

—De que me quedan sólo tres meses aquí.— enarcó una ceja y sus labios sonrieron sellados. 

—Sí, así es. ¿Cómo te sientes con eso?—el cerrado Tomlinson no contestaría a eso sinceramente, no cuando su cuota de sinceridad se había esfumado hacía unos minutos. 

Louis vivía afirmando que se iría en tres meses. Él decía que no tenía un destino claro aún pero tenía tres meses allí. Pero, siendo Louis, lo que decía no era justamente lo que pensaba. Él era meramente consciente de a dónde iría luego de esos tres meses. Es decir, sólo tenía dos opciones. 

Tomlinson no tenía una preferencia marcada a cuál de esos dos lugares quería ir. Tampoco a cuál de esos lugares odiaría más. Pero tenía claro que sea donde sea que el fuese, él estaría jodido igual. No importaba si era el más bello lugar existente, o en donde la escoria del país vivía; él y su ya jodida mente arruinarían todo. 

Pero nadie debía saberlo. Nadie tenía que saber que entre ese "Odio a todos" constante de Louis, él también iba incluido. 

Este, al ver a ese joven con la mirada perdida en el piso y la sonrisa en su rostro, recuerda al Louis que entró al hospital. Recuerda los ojos llorosos de todo el tiempo, recuerda el azul perdido en la depresión que tenía su mirada. 

Ella no recuerda bien cuándo fue que Louis dejó a ese niñito depresivo de lado para convertirse en ese cruel muchacho. Dejó las lágrimas de lado sustituyéndolas con sonrisas cínicas. Dejó de llorar él para hacer llorar al resto.

Oblivion. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora