21 de Julio de 1998

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21 de Julio de 1998

Matías

¡Pero qué! ¿Me estaban tomando el pelo? La comida era la misma que el desayuno, moría de hambre después de todos los ejercicios que nos han hecho hacer, y me vuelvo a encontrar con la misma pasta gris y desagradable de hace rato, de nuevo el silencio gobierna el comedor y solo se escuchan los cubiertos chocar contra los platos, me he sentado con uno de los chicos que he conocido mientras nos arrastrábamos en el suelo como hacen los soldados hace un rato, se llama Gabriel pero me ha dicho que lo llame Gabo, a él también le parece extraño todo este lugar y al preguntarle sobre la comida me ha dicho que quizás es la forma que encontraron para hacernos comer menos, que no nos guste la comida parece el plan perfecto para que dejemos de comer tanto, después me ha sorprendido, ya que se ha comido la pasta en menos de diez cucharadas, dice que si la comes rápido no sabe a nada y que te deja realmente satisfecho, no sé si darle una oportunidad a aquella comida desconocida, realmente me da asco siquiera verla, pero si no la como seguramente moriré de hambre.

La historia de Gabo es muy similar a la mía, me contó que una carta había llegado a su puerta el mes pasado y que sus padres no se lo habían pensado demasiado, ambos nos llevamos una gran sorpresa al enterarnos de que el remitente era la misma maestra misteriosa, pero vamos a colegios diferentes, ¿Acaso la maestra Marta daba clases en dos escuelas? Gabo dijo que no le diera mucha importancia, que se trataba de una casualidad, después de un rato me ha preguntado si comería mi sopa si así podría llamársele, al negar con la cabeza se la ha comido incluso más rápido de lo que comió la suya, ¿Que había pasado con todo ese rollo de que le resultaba igual de asquerosa que a mí? podría soportar un día sin comida pero ¿Qué haría mañana? De una u otra forma iba a terminar comiendo la pasta, la idea no me gustaba nada pero era eso o la carne ensangrentada.

Después de la comida por fin esto comienza a parecerse un poco a un campamento, nos han ordenado ir a ducharnos y vestir con ropa cómoda para hacer una fogata, pienso que quizás no todo sea tan malo al fin de cuentas. En las duchas he esperado a que todos terminarán para poder bañarme, no es que me diera pena o algo, tan sólo quería un poco de privacidad, al salir veo a una chica realmente atractiva con el pelo aún mojado saliendo del baño de mujeres, quiero hablarle pero me quedo quieto esperando que ella no me vea, nunca he sido bueno hablando con chicas, especialmente con las lindas, y esta no ha sido la excepción, la veo alejarse y cuando se pierde detrás de una cabaña comienzo a caminar, no debería de entusiasmarme demasiado por una chica, ella es igual de rara que todo el mundo, está demás decir que no tiene motivo alguno para estar en un campamento para gordos, comienzo a sentirme realmente un bicho raro aquí.

Cuando llego a la fogata todo resulta ser como lo imaginé, hay un gran cartel colgando de dos árboles que dice "Bienvenido" y al parecer todos están divirtiéndose, miro a Gabo a lo lejos que está charlando con unos chicos. Al observar todo detenidamente mis ojos no pueden creer con lo que ven, hay comida, verdadera comida, no la basura que nos han dado hasta ahora, la carne asada huele deliciosa, y no resisto las ganas de ir a pedir un poco. Mi opinión sobre este campamento ha cambiado radicalmente, la carne es incomparable, quizás es por el hambre, pero no recuerdo haber comido una carne de tan rica, tal vez es una trampa para castigarnos mañana por haber comido tremenda carne tan grasosa pero no me importa, voy a aprovechar todo lo que pueda, aparte siguen trayendo más y más de la cocina para asar y se ve que alcanza y sobra para todos.

A lo lejos apartada de todos veo a una chica sentada en un tronco ojeando un viejo cuaderno, y la reconozco, es la que he visto hace un rato, parece que está leyendo, por un instante se me cruza la idea de ir a hablar con ella pero la borro de mi mente, no tengo intenciones de hacerme el galán con una extraña, al diablo, tal vez pueda darme algunos tips para hacer más llevadero el campamento, cuando me voy acercando cierra de golpe su cuaderno y comienzan a rodar unas lágrimas por sus mejillas, es bastante claro que es un mal momento pero demasiado tarde para dar media vuelta, se ha percatado voy justo a ella y se limpia las lágrimas disimuladamente.

- Hola

Un simple hola es todo lo que mis labios logran pronunciar.

- Hola

Responde ella

- ¿Puedo sentarme?-

Le pregunto tratando de evitar que se note mucho que me tiemblan las mejillas. Ella asiente. No pude elegir peor momento para hablar, el silencio que sigue a continuación se siente un poco incómodo, ella no quiere hablar y yo no sé qué decir.

- ¿Qué te ha parecido la fogata?

Dice rompiendo el silencio.

- Bastante bien, todos parecen estar a gusto.

- Me alegro por ti.

- ¿No la estás pasando bien?

Espero que la pregunta no sonara demasiado directa.

- Si lo dices por que parecía un poco triste hace un minuto no es así, estoy muy bien, es solo que a veces extraño a mis padres.

Qué mal, yo aún no extraño a los míos pero supongo que es algo que les pasa a todos, uno pensaría que terminas por acostumbrarte, en especial ella que ha venido quién sabe cuántas veces a este campamento, pero ya veo que no, solo me alegra que no sea algo realmente grave.

- Te entiendo, es normal.

Digo mirándola a los ojos lo que me pone aún más nervioso.

- Todo el mundo aquí extraña a sus padres.

Su tono de voz es firme y algo melancólico.

No sé si fui solo yo pero sus ojos habían cambiado, me miraba pero no estaba realmente ahí, como si hubiera dejado de notar mi presencia.

- Si pudieras deberías ir...

Pero la interrumpe el silbato de uno de los entrenadores que llama a todos a reunirse en la fogata.

- Hay que ir con los demás.

Dice al momento que se pone de pie y veo que ha perdido el hilo de lo que estaba a punto de decirme.

- Iré a mi cabaña a dejar mi cuaderno, te veo en la fogata.

Termina por decir mientras se aleja.

- Claro ¡ahí nos vemos!

La verdad lo que a dicho no me ha gustado nada ¿Qué era lo que ya no pudo decirme? Que debería ir... ¿A dónde? Y qué quiso decir con que todos extrañaban a sus padres, mucho misterio en una pequeña conversación y hasta ahora caigo en la cuenta de que no sé su nombre.

El resto de la noche alrededor de la fogata hablamos de que qué esperábamos del campamento y como nos estaba pareciendo hasta el momento, decidí guardar silencio ya que por extraño que parezca nadie se sentía como yo, todos se miraban entusiasmados, incluso Gabo participó pero no mencionó nada de lo que charlamos en el comedor, incluso dijo que la comida estaba bien para ser comida sana, ¿De dónde esa pasta gris era comida sana? Me siento confundido al respecto ¿Solo eran cosas mías? Y para mí desgracia no volví a ver a la chica del cuaderno.

Campamento para GordosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora