Capítulo 5: Comiendo de la palma de mi mano

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La mañana siguiente me desperté gracias al sol que se colaba entre las cortinas del gran ventanal. A pesar de estar arriba tan temprano, me sentía bastante mejor. Me había quedado dormida con los auriculares puestos (escuchando Fix You, por supuesto. ¿Qué esperaban?), por lo que terminaron enredados en medio de la cama.

Amélie no estaba despierta aún, lo cual tenía sentido porque recién eran las siete y media. La noche anterior no habíamos cruzado palabra ya que fingí estar dormida apenas entró. El encontronazo con Étienne y Luciana me había dejado con menos ganas de hablar que antes. Sospechaba que mi hermana sabía que yo no estaba dormida, pero se dirigió a su parte del camarote sin decir nada al respecto.

Me quedé observando el techo un rato hasta que un pitido me sobresaltó. El pitido sonaba como aquel de los teléfonos móviles —de eso no había dudas—, pero no era el mío. Tampoco podía ser el de Amélie, quien siempre lo llevaba en silencio. Otro pitido me hizo levantar de un salto y comenzar a revisar cada rincón de la habitación. ¿De dónde provenía aquel ruido? Uno, dos y tres pitidos más. Abrí cajón por cajón pero, como era de esperar, no había nada. Lo mismo sucedió con el armario y cada estante habido y por haber.

Encontré la fuente del sonido al séptimo pitido y casi lo lanzo por la ventana. Entre las cosas que habían caído al suelo tras ese arranque de furia donde estrellé mi bolso contra la pared se encontraba el teléfono móvil de Étienne. Encendí la pantalla y me encontré con el teclado numérico para desbloquearlo, así que volví a apagarlo.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Ya no había manera en la que pudiese evitar a Étienne.

Me senté en la cama y miré al exterior. Es cierto: uno propone y el Destino dispone. Yo había propuesto no cruzarme más con Étienne en lo que durase el viaje (y, preferiblemente, hasta el comienzo de clases), y el Destino dispuso que tenía que ir a buscarlo. Muchas gracias, Destino.

A mi costado, el que sonó esta vez fue mi teléfono. Al parecer, Étienne y yo estábamos siendo bastante solicitados, sobre todo considerando que era temprano y, encima, enero. En mi pantalla, la barra de notificaciones mostraba que había recibido mensajes nuevos en Whatsapp. Probablemente fuese Julieta en nuestro grupo, The Fantastic Six. Le gustaba presumir que estaba despierta antes que el resto de la gente normal.

Imagínense mi sorpresa cuando me enteré que dichos mensajes provenían de un número desconocido y no de mi amiga. Leí y releí el número para ver si encontraba alguna familiaridad, y nada.


«Número desconocido: De verdad creíste que tendrías siquiera una mínima chance de estar con Étienne?»

«Número desconocido: Déjame aclararte algo, perra: aléjate de él.»


A juzgar por sus palabras, era bastante obvio de quién se trataba.


«Número desconocido: Como habrás notado ayer, Étienne prefiere chicas como yo, no perdedoras como tú.»

«Número desconocido: No saldría contigo ni en un millón de años. Es que acaso no te has percatado del desastre que eres?»

«Número desconocido: Mira lo buena que soy, que hasta te lo estoy diciendo.»

«Número desconocido: Por eso, hazte un favor y no te le acerques. Guarda el poco de dignidad que te queda.»

«Número desconocido: Saludos, imbécil.»


—No iba a preguntarte nada al respecto, pero ¿qué está sucediendo? —La voz de mi hermana me sorprendió. Estaba apoyada en la arcada que daba paso a su parte del camarote, mirándome fijamente. Señaló al teléfono en mis manos—. ¿Qué te enviaron?

Atrapados en el Mar (Atrapados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora