Capítulo 6: No quieres saberlo (parte I)

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«Teo en The Fantastic Six: Quiero imaginar que todos ya están listos.»

«Juli en The Fantastic Six: Lista!»

«J en The Fantastic Six: Alguien lleva protector? Olvidé comprar.»

«Oli en The Fantastic Six: Yo llevo!!»

«Cata en The Fantastic Six: (Audio 00:14)»

«Oli en The Fantastic Six: No, nadie lleva comida vegana para el viaje.»


Silencié las notificaciones y dejé el teléfono dentro de mi bolso. Si ya estaba molesta antes, tras la revelación de la pareja Étienne-Luciana lo estaba aún más. Antes de tener que soportar a mi prima refregarme eso por veinte días completos, habría preferido estar en cualquier lado. La playa, Australia o Marte, daba igual.

―Amélie dijo que estarías aquí. ―La voz de Malena era inconfundible.


Cuando mi hermana abrió la puerta del camarote, me encontró debatiendo en mi fuero interno qué diablos hacer el resto de la mañana. Para ese momento, yo ya había pasado al menos media hora sin poder decidirme por nada.

Amélie hizo uno de sus gestos característicos (ese en el que eleva una ceja y frunce la nariz a la vez) al ver el desastre que era mi lado de la habitación. Mi computadora portátil estaba encendida en el suelo, la parte superior de mi traje de baño estaba colgada de la televisión (la parte inferior... Bueno, si te he visto, no me acuerdo), y otras prendas de ropa estaban hechas bollos por todos lugares.

―¿Qué es todo esto?

―Estoy decidiendo qué hacer.

Era difícil. Tras examinar con detenimiento el folleto del crucero, había mucho que quería hacer: tomar clases de baile, ir a patinar sobre hielo (sí, al parecer eso es posible en un crucero)... ¡Hasta tenían clases para aprender a hacer cupcakes!

―¿No detestabas este lugar? ―Una sonrisa burlona se coló en la cara de mi hermana.

―Todavía lo hago.

―Eres insoportable, ¿lo sabías? ―Caminó en dirección a su parte del camarote―. Me iré al simulador de surfeo. No me aburriré como un hongo al igual que tú.

―¡Nadie dijo que iba a aburrirme! ―devolví en un grito para que me oyera del otro lado de la pared―. Siempre puedo ver Cartas a Julieta otra vez.

―No te atreverías...

―Claro que sí. ―Carcajeé.

―Terminarás yendo a la piscina, como siempre.

Desde luego, había acertado. Y, si bien Amélie era un genio, tampoco se requería mucha habilidad mental para hacerlo.


De regreso en la piscina, Malena acomodó una toalla rosa pálido en la tumbona junto a la mía y se sentó sobre ella con las piernas estiradas. Tomó una botella marrón y se echó un poco de crema en el brazo.

―¿Quieres? ―Ofreció.

―¿Qué es?

―Bronceador. ―Decliné la oferta de inmediato, a lo que ella respondió sin dejar de masajear su brazo―: Deberías usarlo. Estás bastante paliducha.

La miré con horror.

―Tiene zanahoria ―canturreó, agitando la botella como si eso fuese a tentarme. Creo que la mera idea de aplicarme zanahoria en la piel me ahuyentaba aún más.

Atrapados en el Mar (Atrapados #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora