Capítulo ocho: "¡Solo intentaba protegerte!"

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Desperté temprano. Eran exactamente las cinco de la mañana. Decidí ir a pegarme una ducha. Cepillé mis dientes, me puse algo de eyeliner y labial rosa y me peiné.

Me coloqué unos jeans azules ajustados, una musculosa negra con una camisa a cuadros abierta y una chaqueta de cuero. Me puse un pañuelo negro en la garganta y en mis pies me coloqué unos borcegos negros. Cogí mi gorrito rojo de lana y salí de la habitación. Me preparé un café y unas tostadas y me senté en la gran mesa principal. No había nadie levantado, ya eran las seis. 

Escuché los pasos de alguien en las escaleras. Austin apareció luego de unos segundos, en unos boxers blancos ajustados a sus musculosas piernas y con el cabello despeinado.

-Oh, creí que no había nadie levantado. Siento aparecer así. ¿Te molesta?. - preguntó parándose a mi lado y apoyando su codo en la silla que tenía a mi costado izquierdo. 

-emm, no, claro que no.- traté de sonar tranquila, pero en realidad no lo estaba. Oh Dios mio, este chico estaba muy bueno.

-De acuerdo. Y dime, ¿qué haces preparada tan temprano?

-Es que me levanté a las cinco y no me pude volver a dormir, así que decidí prepararme y bajar a desayunar.

-Claro.

Austin se sentó a mi lado y comenzó a tomar el café que se había preparado. Olía tan malditamente bien. ¿Ya les conté que el perfume de hombre, en especial el One Million es una droga para mí? Austin acercó su silla lentamente hacia mi lado hasta quedar pegado a mi silla. 

Me estaba por levantar cuando una mano cogió mi brazo, era la de Austin, obviamente. 

-Oye, ¿te importaría? Debo ir por mis cosas.-Dije tratando de zafarme, pero no me soltó.

-No, espera. Tengo que decirte algo.

Me quedé parada mirándolo. Le hice una seña con la cabeza para que continuara.

-¿Podrías sentarte? Es que no es nada fácil.- tomó mi mano izquierda y no la soltó hasta que me senté nuevamente en la silla.

-Austin, estás asustándome, ya dime.

-____ yo...-bajó su mirada y con una media sonrisa en su rostro comenzó a acercarse a mí. 

Sus carnosos labios chocaron con los míos y pude sentir su aliento a menta. Su mano derecha se posicionó en mi mejilla y me atrajo más a él. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? Quiero decir, no estoy interesada por Austin, es muy lindo y todo, pero en verdad creo que estoy enamorada de su hermano, y saben de cual de todos los hermanos hablo. Me separé lentamente y miré detrás de Austin, alguien estaba allí parado hacía unos segundos. Justin. Traía unos pantalones negros y una campera universitaria. Su cabello estaba despeinado, igual que siempre, y sus ojos algo hinchados. Caminó hasta nosotros y cogió una de mis tostadas que estaba intacta en el plato. 

-Oh por Dios, ¿quién hizo esto? ¿Jaxon? Es la peor tostada que he probado en mi vida. - arrojó la tostada sobre la mesa con desprecio y caminó hacia la cocina. Austin estaba mirando, pero se notaba que estaba perdido en sus pensamientos. Antes de que pudiera decirme algo me levanté de mi silla y fui hasta la cocina, debía aclarar las cosas con Justin. Este estaba sentado en la barra tomando leche blanca, sin absolutamente nada. Cuando notó mi presencia se acomodó un poco y me miró, tosió falsamente y volvió a removerse en su lugar.

-Justin, yo...siento lo de ayer, no fue lo que quise decir, solo fue un impulso.- dije nerviosamente.

-Esta bien.

¿Solo eso diría? Genial, no tenía que dar explicaciones.

-¿Quieres que te lleve a la escuela? Saldré ahora.

El juego de los quintillizos.| Justin Bieber |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora