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"Estaré a un millón de años luz de casa..."

Esa misma tarde, mi mamá llegó junto  a Laura y Elena. Nos saludamos, ellas tres fueron a ver como estaba Gise. Tiempo después, salieron con la cabeza gacha y parecía que me odiaban en lo profundo.

-Ayy hijo que problema- Me abrazó.

-¿Cómo hicieron para no darse cuenta de que ella estaba enferma?- Laura se había sentado junto a Dante.

-No se. Es que no le contó a nadie y no la veíamos muy seguido- Le respondí.

-¡Ay pero eso es imposible! En algún momento la tuvieron que haber visto- Elena se cruzó de brazos.

-Lo sé, pero ella comenzó a estar más distante. Por lo menos con migo- Reaccioné.

Mis hermanas seguían reprochando el no haber sabido sobre ella. Estaba mal, si, tendría que haberme preocupado cuando ella se comportaba distante. Lo raro es que Dante la veía todos los días, y aún así no supo que le sucedía.
Ellas volvieron a casa, mientras que junto a mi amigo y el novio de mi hija, nos quedamos esperando a que nos dieran alguna buena noticia.

🎶

Me llegó una llamada de Zeta.

-Gus, ¿Todo bien? ¿Cómo está Gise?-

-Ella sigue dormida. No ha despertado-

-Ay que pena. ¿Vos? ¿Venís mañana?-

-No, tengo que esperar a que llegue la madre de Gise-

-¿Y luego?-

-No se-

-Todos estamos listos. Sólo faltas vos-

-Pero me va a ser imposible llegar a tiempo-

Escuché una voz a lo lejos por el teléfono, a parte de la de Zeta.

-¿Quién es?-

-Gustavo- Le contestó Él.

-Pasame con él-

Hubo unos segundos de silencio, no sabía quien era, así que esperé a que me hablaran.

-Gustavo, tenés que estar aquí mañana por la noche, si no perdemos la primer fecha acá en Chile- Richard tenía un tono de frustración.

-Tengo que esperar a Sara-

-Te estoy hablando en serio. Esto no puede esperar. Si no damos el concierto mañana por la noche vamos a tener bastantes problemas-

-Yo también te estoy hablando en serio. Es mi hija y no puedo dejarla acá sola, porque su madre me va a odiar-

Escuché como su respiración era más pronunciada y se frustraba cada vez más -Mira, Gustavo. No pienses en lo que Sara quiera pedirte, busca lo mejor para los tres-

-Yo solamente quiero el bienestar de Gise- Le contesté.

Colgamos la llamada luego de hablar un poco más.

🎶

Como a las siete de la tarde comenzaron a rondar varios doctores por la habitación de Gise. Le tomaban el pulso y se iban, volvían; le inyectaban unos líquidos al suero que ella tenía conectado y se volvían a ir. Nos explicaron que los medicamentos que tenía que tomar, sólo se los podían dar por medio del suero, ya que pastillas eran imposibles de que las tome estando inconsciente. 

El tiempo pasaba, los doctores seguían rondando. Pasaron aproximadamente dos horas más. Dante me seguía acompañando en el pasillo, Charly se había ido por un inconveniente que tuvo su novia en la casa. Ya nos estábamos aburriendo ahí sentados. El tiempo se hacía eterno. 

Mis hermanas se enteraron de que no les avisé a Benito y Lisa; comenzaron a reprocharme de todo, que no pienso en los demás, que soy muy egocéntrico, entre otras acusaciones hacia mí.

-Yo no les avisé porque dejarían lo que están haciendo y vendrían para acá- Me excusé.

-Pero Gustavo, ¡¡¡Son hermanos!!!. No puedes no decirles que ella está así- Laura mandó un audio. Seguimos con la discusión unos 20 minutos.

Dejé de pelear porque vi que a los lejos una mujer de pelo negro se acercaba a nosotros. Alta, con rulos y pelo largo hasta la cadera, se movía como si nada importase en el mundo. Era Sara, siempre tan agrandada y resplandeciente. Nunca se pareció a su hija, ella es muy llevada por lo físico y estético, nunca la veríamos mal vestida y jamás en la vida andaba despeinada. Al menos así es en como ella se convirtió después de que tuvo a Gise. En cambio, nuestra hija es más simple, claro que ella cuida su imagen, pero no es tan excesiva. Tiene el mismo cuerpo que su madre, bien curvo, pero su pelo y sus ojos son idénticos a mí. 

Yo me paré para saludarla, ella me miró posando sus lentes de sol encima de su nariz. De la manera más 'Perfecta' posible me saludó y también a Dante.

-Hola Gustavo- 

-Sara, ¿Cómo estás?-

-Mal, ¿Cómo quieres que...- Ella se quedó mirando a Dante -¿Y este chico tan apuesto?- Le sonrió.

Él se paró -Hola, Dante Spinetta- Se saludaron.

-Ay un gusto querido. Yo soy la mamá de Gise- Tiró, como una diva, hacia atrás su pelo.

-Un gusto conocerla señora- 

-Dime Sara- Le sonrió de forma pícara.

-Okey, Sara- Le recalcó -Yo soy el novio de Gise-

Ella se quedó tiesa mirándolo. Lo examinó de arriba hacia abajo sorprendida -P...pero ¿Cuántos años tienes?- Señalaba su cuerpo moviendo la mano.

-20 ¿Está mal?-

Abrió los ojos inmensamente -¡Pero ella tan sólo tiene 14!- Todas las personas del pasillo voltearon para ver de quien fue el grito.

Traté de calmarla -Hey tranquila. No es tan malo. Son amigos hace muchísimo y no han pasado ni dos meses de que están juntos-

-Tú sabías ¿No?- 

-Sí-

-¿Porque no me contaste?-

-¿Será porque jamás nos hablamos?-

-Ayy que exagerado- Se cruzó de brazos.

Ella, como todos los demás entró  a la habitación y se quedó los minutos que el horario de visita nos permitía. Al salir rompió en llanto e inconscientemente me abrazó.

Mereces Lo Que SueñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora