Fátum.

||Capítulo 6||

Su cabeza le dolía y sus ojos ardían debido a la luz. Escondió su rostro entre las almohadas y trato de dormir otro rato más. Su mente estaba a nada de perderse en el sueño cuando escucho como alguien entraba a la habitación. Ignoro el ruido y siguió tratando de dormir.

Harriet negó con la cabeza y con una sonrisa burlona adornando su rostro camino alrededor de la cama por varios segundos, hizo retumbar sus tacones contra el suelo de madera y afirmó el agarre al megáfono que traía en la mano derecha, se acercó hasta su hermano y puso el artefacto justo sobre el oído de su hermano y hablo tan fuerte como su garganta ya le permitió.

—¡Harry! — grito y el sonido aumento por el megáfono y soltó una risa al ver la cara de susto de su gemelo.

Harry tenía los ojos saltones y sus manos apretaban su cabeza como si eso le ayudará a matar el dolor. La rizada aprovecho la oportunidad y salto a la cama cayendo sobre el mayor y soplando al silbato que colgaba por su cuello.

Él rizado rápido sus oídos de inmediato y una mueca adorno su rostro, Harriet soltó una carcajada escandalosa y volvió a soplar el silbato.

—¡Cállate! ¡Deja de joder!— su voz sonó fuerte y molesta. La chica solo río y bajo de la cama.

—Deberías agradecerme, ayer casi te violas a un chico y yo fui a tu rescate— relato su hermana miéntras tomaba asiento en un pequeño sofá— Sin contar que mandaste al hospital al que atendía en el bar— volvió a hablar y el la miró incrédulo.

¿Él fue capaz de todo eso? Nunca había sido una persona violenta, no se imaginaba a él moliendo a golpes a alguien. Su actitud de alguien pacífico siempre lo había caracterizado y violar y golpear a alguien no estaba dentro de las cosas que él debía hacer. Llevo las manos a su cabeza tratando de calmar el dolor y vió como su hermana se ponía de pie empezando a caminar por la habitación, el peculiar sonido que emitían los tacones de su hermana le producían un mal humor. Su cabeza estaba por explotar, sentía como si millones de agujas se clavaran en su cabeza.

—Ten, debes tomarte las tres— su hermana le extendió tres pastillas y un vaso de agua. Miro con desconfianza las tres pastillas y tomo solo una. ¿Tres? En vez de querér curarlo su hermana parecía querer drogarlo.

—Tomate todas, no te voy a drogar. No seas imbécil— miro a su hermana ofendido y obedeció lo que le había dicho.

—Perdida— murmuró el mientras tomaba las pastillas restantes y tomaba un trago de agua.

—Te vas a ir al infierno— exclamó la chica con tubo irónico.

Harry rodó los ojos y volvió a tumbarse en el mullido colchón, paso una de sus manos por todo su rostro y termino con dos dedos sobre sus labios. Se sentían diferentes, más cálidos y suaves. Una pregunta vino a su cabeza de un minuto a otro: ¿Qué tan cerca estaba de su alma gemela? Llevaba varios días sin buscarla, sabía que en alguien momento tenía que volver a su mundo, pero ¿Cuánta era la posibilidad de volver del brazo con su alma gemela?

Recordó la vieja leyenda que un día su abuelo le contó. Y ahí entre las sábanas blancas y almohadas de plumas el cerro sus ojos y visualizo la casa de playa donde vivía un hombre de edad avanzada y cabello blanco junto a unos ojos bastante soñadores. Recordó el verde de aquellos ojos que siempre lo vieron con felicidad. Se vio a él de apenas 8 años corriendo por la playa junto a su abuelo, pudo sentir el soplar del viento y la fresca brisa del mar caer sobre su piel.

"Harry, anhelar encontrar a nuestra otra mitad es algo que muchos buscan y la historia a contribuido a que esto ocurra, ya que el primer texto en el que se menciona sobre ellas fue en la obra " El Banquete" de Platón, ahí se indica que existen tres sexos, uno masculino, uno femenino y un tercero que era Andrógino (femenino y masculino) los cuales habrían sido personas  y muy fuertes, según la leyenda Zeus se sintió amenazado por esta raza y decidió dividirlos, desde entonces ambas mitades se buscan con desespero. Encuentra a tu mitad, Harry. Debes hacerlo antes de que sea demasiado tarde y el verde de tus ojos se acabe."