Chantaje

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Narra Alan
Quería seguir hablando con Eiko, quería volver a sentir lo mismo...
Pero Natalia interfiere y me hizo hacer lo más cruel que he hecho en toda mi vida.
-- Quiero que le digas a Eiko que la odias y que no quieres saber nada de ella.
-- Y si no lo hago?
-- Contratare a alguien a que le haga daño e incluso a que le mate.
-- Estás loca...
-- Tu sabes bien que soy capaz de hacer eso.
-- Es- Esta bien... Lo haré... Esta noche... Pero prometeme que no le harás nada.
-- Claro que si. - Dijo ella pero cruzó los dedos sin que Alan lo notara.
-- Esta bien... Tu ganas... Se lo diré...
-- Ya lo veré mañana en el instituto.

Eran las 12 de la noche, era la hora.
-- Hola, Eiko...
-- Alan! Hola! - Sonrió - Que te pasa? Pareces triste.
-- Tengo que decirte algo.
-- Dime.
-- TE ODIO! NO QUIERO SABER NADA DE TI! Todo lo que me ha pasado es por tu culpa! Marchate de mi vida para siempre!
-- Pero...
-- ADIOS!

Fue horroroso ver su cara de no entender nada... Yo no tenía opción, no quería que le hicieran daño y menos que intentaran asesinarla, me fui dentro a mi cuarto y cerré la puerta. Salieron lágrimas de mis ojos y me quedé detrás de esa puerta, sin poder hacer nada. Quien dijo que los hombres no lloraban?

Narra Eiko
Por que Alan me dijo eso? Ahora ya estaba destrozada, sin esperanzas pero quise intentarlo uno vez más.
Salí a la calle, en pijama, y piqué a su puerta.
-- ALAN! Abre! Soy yo! EXPLICAME POR QUE ME HAS DICHO ESO! - Dije.
Me abrió, pero sólo articuló una palabra.
-- Vete! -  Dijo y me cerró la puerta en las narices.
En ese momento empezó a nevar, a pesar de estar al lado de mi casa no me quise mover de allí.
-- Vete de una vez! Anda, coge esto y marchate, no lo quiero! - Me dijo tirandome la bufanda que le regalé, eso ya fue la gota que colmo el vaso.
Me la puse y me senté en la acera, me quedé llorando esperando a que él me abriera.
-- Me da igual que no me abra, no me alejaré.
Al final me quedé dormida en la entrada, cubierta de la fría nieve que tapaba la calle de blanco.
-- Eiko, tonta, pillaras un resfriado si te quedas aquí más rato, me estaba preocupado de que no estuvieras en casa. - Me dijo un chico.
Al oírle creí que era Alan pero al levantar mi cabeza vi a Andrew... Eso de verdad me estaba pasando? Quería desaparecer en ese momento... No quería sufrir más de lo que ya he sufrido por amor.
-- Andrew... Alan... Yo... - No podía hablar, estaba demasiado triste.
-- Tranquila, todo se arreglará, ya lo verás...
-- No! Esto será así para siempre!
-- Shh...

En ese momento...

No pude separarme esta vez, estaba demasiado débil para pegarle y alejarlo de mi

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No pude separarme esta vez, estaba demasiado débil para pegarle y alejarlo de mi...

Narra Andrew
Que labios más carnosos y dulces... Nunca me fije en Eiko después de parvulario pero en ese momento estaba linda... Todos esos impulsos que tenía se descargaron en ese primer beso nuestro, con la nieve, la luna y las estrellas como testigos, ah, y también Alan, estaba mirando por la ventana.

Al día siguiente
-- Eiko! BAJA! O llegaremos tarde!
No obtuve respuesta, decidí subir.
Vi a Eiko estirada en el suelo, tenía fiebre, la recoste en la cama, la tapé y le puse un paño húmedo en la frente.
-- Ya estas mejor?
-- S-si, ya puedo moverme.
-- No, no, no señorita, tu te quedas aquí descansando, yo les diré a los profesores que faltarás por estar enferma y que yo te cuidare.
-- No, ve tu a clase.
-- No voy a dejarte así sola.
-- No pasa nada, estaré bien.
-- De acuerdo, iré pero esta tarde me quedaré todo el rato contigo.
-- Vale.
-- Bien, te dejaré el desayuno en la mesa y los medicamentos. Lee, escribe o dibuja... Aunque lo mejor sería que  durmieses, creo que estarás bien si descansas lo suficiente, ponte el termómetro cada hora y lo apuntas, así lo sabré.
-- Vale.
-- Y llamame si pasa algo, por si vomitas o si te mareas, no bajes las escaleras, no quiero que te caigas.
-- Estaré bien, solo es un resfriado.
-- Eso espero, bueno, me voy y tu descansa, no te preocupes por las clases. - Le besé la frente y me fui.

En el instituto
-- Así que, la señorita Eiko faltará hoy por resfriado.
-- Si.
-- Están sus padres para llamar o algo?
-- No, estamos solo nosotros dos.
-- Y la ha dejado ahí enferma sola?
-- Es un resfriado leve, a pesar de eso quería quedarme para cuidarla pero ella me ha insistido en que asistiera a clase.
-- No me extraña, es muy bondadosa. Bueno, gracias. Puedes ir a clase.

Al llegar...
-- Andrew! Y Eiko? - Me preguntó Andrea.
-- Esta enferma.
-- Que?! - Dijeron Anna, Karen, Andrea y Jane. - No nos ha dicho nada. Como se ha enfermado?
Vi a Alan sentarse así que alcé un poco la voz.
-- Al parecer ella se quedó fuera esperando a que un gilipollas le abriera la puerta, se quedó bajo la nieve, con pijama y una bufanda.

Le mire y solo se quedó serio. Quería descargar mi irá, así que le hable de ese tema.
-- No me puedo creer que le hicieras eso! - Le grite.
Todo los de clase me miraron.
-- Dejame en paz! Vi como la besabas, no estas contento de que ya no esté por medio?! - Me dijo Alan.
-- Aunque ya no estés por medio, no quiero verle triste! - Repliqué.
-- Alan, ella te amaba, ahora se sentirá muy miserable, volverá a llorar y volverá a pillar algo al tener las defensas tan débiles por esto. - Dijo Anna.
-- Le odio, dejadme!
-- Le dijiste eso? - Preguntó Karen
-- Si...
-- No mereces nada de ella, eres un desgraciado... Ahora entiendo porque estaba tan triste... - Dije.
-- Callate de una vez...
-- Claro que lo haré, no pienso hablarte más. - Y me marché de clase, fui a la sala de profesores y pedí que me dejaran marchar a casa para cuidar a Eiko. Mientras pasaba vi a Natalia sonriendo, eso era cosa suya seguro.
-- Esta bien, le dejaremos ir pero llévese esto también. - Me dijo la profesora.
-- Que es? - Pregunté.
-- Son la lista de tareas, para que las pueda ir haciendo. Dígale que se reponga de mi parte.
-- Con mucho gusto lo haré. Muchas gracias.
Vi a Natalia, quería saber la verdad.
-- Todo esto es cosa tuya verdad?
-- Que listo. No te alegras por haberte dado la oportunidad de conquistar a Eiko?
-- No de esta manera, juegas muy sucio con los sentimientos de los demás.
-- Quiero deshacerme de ella.
-- Lo se y no lo permitiré, buena suerte con eso.

Al llegar a casa
-- Eiko! Soy yo!
-- Hola! Como es que estas tan pronto aquí?
-- He pedido que me dejaran venir.
-- Te había dicho que no faltaras a clase.
-- Y yo te había dicho que no bajaras las escaleras, no te has caído verdad?
-- No, tranquilo, ya estoy mejor.
Puse mi mano en su frente.
-- Sigues teniendo la fiebre alta, vamos al sofá y vemos alguna película.
-- Vale.
-- Te voy hacer mimitos.
-- Hahaha no hace falta.
-- Claro que si lo haré. - Le cargué.
-- Ay! Bajame! Hahaha.
-- Va, que quieres ver?
-- No se, que te apetece ver a ti?
-- Sonará raro pero quiero ver Crepúsculo.
-- Que película?
-- Todas.
-- En serio? No sabía que te iban esas películas.
-- Me apetece cuidar a mi princesa.
-- Vale, pues a ello.

Mientras veíamos las películas yo le acariciaba el pelo, le besaba la cabeza, le abrazaba...
-- Andrew, sabes que si sigues así pillaras el resfriado?
-- Me da igual.
-- No, no da igual, tienes que cuidar tu salud.
-- Eso también va por ti, que cabezota eres a veces, mira que quedarte en la calle en plena nevada.
-- No fue tan fuerte la nevada.
-- Imaginate que si.
-- De acuerdo, me cuidare más y tu también.
-- Esta bien.

Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora