Capítulo 5

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Estrategia

Dana estaba vestida con la ropa deportiva que Arial había elegido para ella, le gustaba y se sentía cómoda. Una camiseta fucsia de mangas largas que se ajustaba a su cuerpo y unas mallas capri de color negro, además de su calzado deportivo de color negro con un soporte también de color fucsia, combinaba completamente gracias a Arial.

—Bien... —dijo Adam en una habitación de su casa que estaba destinada a entrenar. Miraba a su aprendiz que combinaba tan bien, sujetando con fuerza su daga dorada.

Se habían dirigido a su mansión a las afueras de Chicago, Dana se dio cuenta que conocía algo de esos caminos y lo relacionó a la casa de la familia Harris.

Dana se asombró al ver el lugar donde vivía Adam. Era una mansión de ladrillo y pilares, no sabía cuántas habitaciones podía llegar a tener, pero el lugar era hermoso, rodeado de árboles y con unos amplios jardines; protegida con una gran cerca negra y con diferentes dispositivos de alarmas que Adam le fue explicando a medida que entraban a su hogar.

—Ahora dime ¿Cómo demonios entré en esa historia con tu humano? ¿Cómo que ahora soy tu primo?

—Lo siento, pero tuve que inventar algo –ella le había explicado durante el camino toda la historia que les dijo a Emma y Diego, sabía que cada mentira de ese tipo tenía que tener un cómplice.

— ¡Empezamos bien, Dana! Acepto ayudarte e incluso entrenarte, pero me estas metiendo en un problema del cual no quiero participar.

—No mientas –lo encaró ella –si no te quisieras involucrar yo no estaría aquí.

— ¡Eso es porque aprecio mucho a Eric! Me salvó el pellejo más una vez, solo eso –ella negó ante las palabras de Adam.

—Sé que no tienes bando, pero a nadie como tú le gusta que se roben almas, lo sabes muy bien –él la quedó mirando por unos segundos, tenía razón; para un humano la diferencia del bien y el mal no estaba del todo marcada, ya que una situación podía hacer que una persona viera de forma muy diferente la vida, pero no era problema de Adam el camino que eligieran, por algo tenían el beneficio del libre albedrio, pero no aceptaba que los demonios robaran las almas que estaban perdidas entre dos mundos... si le agradara aquella acción, su alma ya estaría condenada.

—No es mi problema –dijo muy seguro de sí mismo, no quería decirle todo a Dana, era una recién llegada y le faltaba mucho para comprender ciertas reglas que habían entre los ángeles caídos. Él no deseaba tener más enemigos de los que ya tenía, pero tampoco podía abandonar por completo su esencia. Proteger y guiar a los humanos había sido su misión por demasiados años, eso no se olvidaba con facilidad, ni siquiera con décadas en la tierra.

— ¡Eres un hipócrita! –le gritó ella enojada, dejándose llevar por lo que había provocado Gabriel hace un par de horas, aun no sabía manejar los sentimientos que tenía en la tierra.

— ¡Ey! Relájate, no soy yo al que debes atacar ¿sabes? Te estoy ayudando y deberías agradecerlo –ella cerró sus ojos y se sintió mal por haberle gritado a su nuevo guía, en el cual Eric confiaba.

—Lo siento mucho –dijo bajando la mirada. Adam descubrió de inmediato lo que pasaba con Dana.

—No quiero saber lo que hay entre tú y Gabriel, ni me interesa, pero no vengas a descargar tu enojo conmigo ¿has escuchado? No tengo tiempo para esas cosas –la voz de Adam se había endurecido, la estaba regañando.

—Lo siento –repitió arrepentida, estaba siendo una mal agradecida.

—Ahora... deja esa daga guardada en algún lugar, que no la vamos a ocupar en este momento –ella le hizo caso y la fue a guardar en su bolso, que estaba al lado de una máquina para levantar pesas –por ahora –dijo Adam cuando ella volvió a estar frente a él –veremos tu capacidad ¿has luchado antes? ¿Sabes defenderte? Gabriel me dijo que antes habías estado interesada en ser un arcángel, debes saber algo ¿no? –ella se quedó unos segundos sin responder, ¿Gabriel había hablado de ella? fue la pregunta que llegó a su mente.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora