Capítulo 25

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Corazón Roto

Ella voló por un tiempo indefinido sobre las nubes que cubrían la ciudad, incluso fue más alto de lo normal, logrando que el frío congelara sus huesos. Se dejó caer sin mover sus alas, estas la cubrían mientras las lágrimas se escapan de sus ojos, perdiéndose entre las nubes.

Sintiéndose miserable, tensó su mordida, deseando desaparecer y acabar con todo de una buena vez. No deseaba sentir que su pecho se quemaba por dolor, como tampoco deseaba sentir que su cuerpo parecía estar quebrajándose segundo tras segundo. Tener el corazón roto por amor estaba siendo demasiado perjudicial.

Decidida a acabar con Gabriel, culpable de todo su pesar, tomó el único camino que le quedaba. Ir tras el padre Sebastián, no podía dejar que sus sentimientos y dolor se inmiscuyeran en su objetivo principal: proteger a Ethan de aquel demonio.

Dana aterrizó con fuerza sobre el cemento, quebrando parte de la desierta vereda, ya que era de noche y las sombras la protegieron de posibles testigos. Se puso de pie y con un movimiento altanero, escondió sus alas. Miró hacia los lados, con sus mejillas mojadas por las lágrimas. Con la manga de su chaqueta se limpió el rostro y esperó a que los autos dejaran de pasar. Cruzó la calle mientras ponía atención en la hermosa catedral que había al frente suyo. Era el hogar del padre Sebastián.

No tuvo que pedirle instrucciones a nadie, ya que el objetivo de su búsqueda la esperaba en las amplias puertas de madera, con sus brazos cruzados. Sebastián era alto y delgado, su cabello era de un color blanco, canoso. Vestía un hábito negro con botones y el blanco cuello clerical, además de una larga cruz color azul, el mismo color de sus ojos.

Se mantenía firme, con sus brazos cruzados y una mirada inexpresiva, pero fue suficiente para que Dana entendiera que había un ángel muy antiguo ante ella. Avanzó hasta el comienzo de las escaleras y se detuvo.

—No has sido puntual, con el Ángel Caído tuve otro trato –dijo refiriéndose a Adam.

Ella no estaba dispuesta a recibir una negativa como respuesta, es por eso que actuó por la rabia que mantenía contenida. Sin ningún problema alzó su mano izquierda de tal forma, que una de sus Shuriken salió volando, a toda velocidad, hasta chocar en la madera, al nivel de los ojos del sacerdote.

Él ni siquiera se preocupó. Mantuvo la misma postura.

—Los caminos de Dios son muy extraños, sin duda alguna –dijo mirando directamente a los ojos de ella –pero tú luces como si Gabriel ya hubiera dañado algo en ti.

Aquel sacerdote conocía mejor que nadie la debilidad de Gabriel, pues él había sido quien por poco acaba con aquel demonio... pero cuando aun se mantenía como el admirado Arcángel. Ahora el vampiro se sabía esconder del sacerdote y este era lo bastante paciente como para saber que se lo encontraría algún día, dentro de su existencia, pues deseaba acabar con él desde su primera deserción.

—Lo hizo –dijo ella furiosa. Sus manos formaron fuertes puños, hasta tal punto que sus uñas se enterraron en sus guantes, rasgando su piel.

—Una mujer con el corazón roto es muy peligrosa, no quiero ni imaginar como un ángel puede comportarse si está pasando por algo similar.

—Ya no soy ningún Ángel –subió los escalones hasta llegar a donde se encontraba Sebastián.

—Sé todo sobre ti, Dana... Cross, curioso apellido el que has elegido. Te has vuelto en un aberrante Ángel Caído, solo por un humano.

Los ojos de ella brillaron de rabia al mismo tiempo que se llenaban de lágrimas. Solo recordar a Ethan la enfurecía, ya que en ese momento, estaba teniendo un sentimiento de odio y amor hacia él.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora