Capítulo 19

17 0 0
                                    

Tentación

Había pasado una semana desde que Dana había comenzado su investigación sobre los demonios. Llegaba horas después de que anocheciera, asegurándose en las palabras de Lilia, quien la había seguido ayudando, pero desde otro ángulo. La Nephilim se estaba encargando de vigilar un poco a Ethan y que no fuera atacado por cualquier demonio psicótico que solo buscaba maldad, o sea, Gabriel, mientras que el ángel se instruía sobre los temas demoníacos que el mismo vampiro se había encargado de proporcionar décadas atrás. Las ironías que traía la vida.

Sin embargo, Dana se encargaba casi todas las noche de proteger el sueño de su humano, o eso le decía a sus amigas Nephilim para excusar las ansias que tenía cada noche de dormir entre los brazos de su humano, ser que se estaba comportando con una paciencia digna de monje al controlar su mente cuando tenía a Dana contra su cuerpo.

Había pasado una semana desde que Ethan no había dormido bien, desde que estaba cansado en el trabajo que le estaba exigiendo el cien por ciento por la posible campaña que se venía encima. Aun con toda esa carga laboral, no podía dejar de aceptar cuando Dana lo miraba con esos grandes y brillantes ojos miel, pidiendo que se quedara con ella por las noches. Encantado cenaba a horas ridículas en la madrugada con su vecina y después se quedaban conversando para finalmente ir a compartir la cama con ella, rodeados de luces pequeñas que adornaban la pared de aquella habitación que se le estaba haciendo tan conocida y que le ayudaban a tener un buen recuerdo cuando veía las almas perdidas que lucían parecidas, pero de diferentes colores.

Ethan se había despertado más temprano que los otros días, aun no amanecía cuando sus ojos se habían abierto. Estaba cansado, tanto por el trabajo como por tener a Dana tan cerca y tener que controlarse, aunque estaba dispuesto a seguir con su sacrificio porque para él, ella lo valía. Sonrió cuando notó que ella lo tenía aferrado, tanto con sus brazos como con sus piernas.

—Eres un pulpo –susurró, sintiendo como ella se removía sobre su pecho y enredaba sus piernas con las de él, acariciando cierta zona anatómica que estaba sufriendo por la abstinencia que Dana estaba provocando –no, no, no –trató de mantener quieta a su vecina, dejando sus manos sobre los brazos de ella, pero Dana se volvió a remover, de forma lenta y llevando sus manos al pecho de él, dejando que la repentinamente sensible piel de Ethan le provocara corrientes de electricidad que recorrían de forma cadenciosa su cuerpo.

—Ethan –susurró ella contra el pecho de su humano, aun dormida, teniendo algún sueño donde podía estar con él sin tener que esconder su verdadera identidad.

— ¿Si? –preguntó él, tratando de seguir el juego, pero este no continuó.

Repentinamente Dana se giró, dándole la espalda a Ethan y sin mayor preámbulo, tomó la mano de él e hizo que rodeara su cintura. Había usado una rapidez y fuerza que dejó helado a Ethan, haciéndolo perder toda esperanza de entregarse a Morfeo de nuevo.

Abrazando a su ángel, Ethan no podía dejar de pensar en lo sucedido la semana pasada, en cómo había quedado a metros de distancia de su vecina y ni siquiera se había dado cuenta de ello.

— ¿Quién eres? –susurró él contra el oído de ella, aprovechando ese acercamiento para tirar de la punta de su oreja con los dientes, obteniendo un gemido de Dana, que aun seguía durmiendo entre sus brazos.

—Ethan –volvió a removerse contra él, provocando que Ethan escondiera su rostro en el cabello de ella, pidiendo un milagro para que dejara de moverse.

—Tú me torturas –dijo presionándola más contra su cuerpo, dejándose llevar por unos minutos, donde todo su buen comportamiento que estaba llevando durante la semana, se podría ir al escusado si Dana se daba cuenta.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora