Capítulo 24

22 1 0
                                    

Caminos Tergiversados

Era pasada la medianoche cuando desnudo en su habitación, Gabriel observaba por la ventana; llovía con fuerza y podía notar que el viento se levantaba, movía los árboles y arbustos que alcanzaban su vista. Sus marcas negras se notaban incluso en esa oscuridad. No le gustaba mostrarlas mucho, por eso siempre llevaba ropa que las cubriera y al momento de tener sexo, simplemente distraía a las mujeres lo suficiente como para que no preguntaran por ellas.

Se giró levemente al ver que Zoe descansaba en su cama, la mitad de su cuerpo desnudo y joven quedaban expuestos. Había hecho suya a esa mujer una y otra vez, sin poder conseguir el ansiado placer por completo. Tuvo que beber de ella, hasta dejarla inconsciente.

Ya no estaba seguro de haber hecho bien al probar un poco de Dana, su pequeña angelito lo había trastornado. No podía dejar de pensar en tenerla de nuevo, lo único que quería era usarla y apoderarse de su cuerpo, que ella gimiera su nombre y que la imagen de Ethan saliera de su cabeza. Sabía que era difícil, pero no imposible. Incluso el amor de un ángel es mutable, exactamente como los humanos, si no fuera de esa forma, ella seguiría enamorada de él y no de ese débil humano.

Sus memorias se remontaron a décadas pasadas, para cuando aun seguía siendo alguien digno de llamarse ángel y combatía contra los que ahora eran parte de su especie.

Gabriel descendió de los cielos, tan rápido y fuerte como él mejor de todos los ángeles. Sus alas estaban expandidas, blancas y brillantes como ninguna. Sonrió al ver que había caído entre todos los humanos y ni siquiera se giraban a verlo. Eso siempre le había agradado, poder trabajar sin tener que cuidarse de los ojos curiosos.

— ¿Dónde está ese demonio, Adam?

Su amigo estaba ya esperándolo en la tierra, con sus alas también expandidas. Esa luz que desprendían era suficiente para atraer a los seres infernales.

—No sé, avisaron que estaba cerca de esta zona.

— ¿Por qué tienes esa expresión? –preguntó al ver que su compañero estaba con el ceño fruncido.

—No me gusta que vengas a ver como están las cosas, eres un Arcángel, yo debería poder con esto solo, tengo un grado más que tú.

—Sí, pero soy más antiguo y tengo más experiencia. Además tú no te encargas de eliminar la basura, tienes preocupaciones más importantes.

Adam se quedó pensando en esas palabras, deseando que fueran ciertas, pero la verdad era que ya había tenido que acabar con varios de sus ex compañeros porque habían elegido ir detrás de Satanás, antiguamente llamado Lucifer.

—Supongo –dijo apoyando su mano en su espada.

—Mejor movámonos, tengo mucho que hacer.

Ambos partieron, caminando entre los humanos y sus gigantescos edificios, sin ser notados, mientras que la oscuridad iba cayendo en la ciudad. Sin embargo al doblar en una esquina y avanzar unos pasos, Gabriel pudo ver a una chica, no debía tener más de quince años, pero era hermosa.

Llevaba un vestido largo color blanco, una blusa que la cubría por completo y su cabello iba correctamente tomado, sin dejar escapar un solo pelo.

Para cuando pasó por su lado, la chica sonrió de forma pícara y con sus ojos miel miró a Gabriel.

Él Arcángel se detuvo al descubrir que aquella humano podía observarlo, pero ella siguió su camino sin siquiera voltear a verlo. Tampoco fue como si tuviera que hacerlo, él quedó prendado de ella como si no hubiera tenido opción.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora