Capítulo 23

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Bola de Nieve

Dana estaba comiendo de una manzana mientras observaba como sus dos amigas conversaban entre ellas. Aun faltaba tiempo para la hora de salida de Ethan y ella estaba en perfectas condiciones para poder llegar más temprano a su departamento, no como el día anterior. Ya había entrenado y estudiado lo necesario por el día. Sin embargo se sentía preocupada por su humano, había notado una diferencia esta mañana cuando lo besó y lo había notado extraño cuando él canceló su almuerzo con ella.

— ¿Qué te sucede? Aun estas pensando en Ethan ¿no? –preguntó Arial, vestida completamente de negro, con un pantalón deportivo ajustado y una camiseta sin mangas. Aquel color siempre le había favorecido, su cabello rojo lucía poderoso.

— ¿Crees de verdad que algo va mal y por eso canceló su almuerzo contigo? –Lilia en cambio estaba con un conjunto deportivo que hacía juego a sus ojos. Llevaba su cabello chocolate tomado por completo, lo que dejaba ver aun más sus ojos violetas.

—No lo sé. Hoy en la mañana actuó diferente, frío... de cierta forma. Después canceló nuestro almuerzo, creo que sigue enojado por lo de anoche –ella flexionó sus piernas y apoyó su rostro en sus rodillas que estaban cubiertas por las calzas negras. Dana iba de blanco y negro esta vez, su camiseta sin mangas y con dos cortes en la espalda, la hacían sentirse cómoda y voraz a la hora de entrenar. Le encantaba la ropa humana.

—El tema es muy complicado –aclaró Lilia –además te descubrió mintiendo, eso quizás logró distanciarlo.

—Sin duda alguna. Ya quiero saber cómo reaccionará cuando le digas que eres un ángel... caído. Flipará –Arial sonrió al imaginarse a Ethan volviéndose loco al saber que su novia era un ángel –pero creo que se derretirá cuando vea esas marcas. Necesitará terapia ¿entre los ángeles no tienen psicólogos? Uno humano no servirá para esta situación.

Lilia se sintió mal por la expresión que tuvo Dana. Las palabras de su casi hermana no ayudaban en nada a su amiga.

—Arial, cállate si no vas a decir nada que ayude.

—Es cierto –susurró Dana –esto ha ido creciendo como una bola de nieve. Las mentiras traen eso ¿saben? Imposible esconderlas por el tiempo que uno necesita, siempre todo se termina sabiendo.

—Yo pienso que debes ir a verlo, preguntarle qué demonios le pasa y que deje de molestar. Causa preocupación en ti esa actitud en él y no te concentras –dijo Arial –no tienes por qué seguir manteniendo esa incómoda sensación si tienes la respuesta en sus labios. Lo puedes torturar para que hable, con besos.

— ¡Arial! –dijo riendo Dana –como sea, tienes razón, si algo raro sucede debería decírmelo ¿no?

—Claro –la animó Lilia que mordió la mitad de su naranja –pero ¿Qué le dirás sobre no poder tener bebés? Él sabe que has mentido.

—Simple, solo dile que es algo personal y que no quieres decirlo.

— ¡No! –Le negó Lilia a Arial –eso es arma de doble filo, después él le dará la misma excusa y no conversarán nada.

—Ya no tengo mentiras para él... es así de simple ¿Por qué sigo haciéndolo de todas formas? ¿Por qué debo seguir escondiéndome de Ethan si ya no soy un Ángel Custodio?

Las tres se quedaron en silencio al escuchar al ángel caído decir esas palabras. Dana se sentía cómoda sin las limitaciones morales que le entregaba su propia especie, pero aun así su corazón se estremecía al darse cuenta que ya no era bienvenida entre los ángeles ¿Qué sería de Sophia y Quentin? Los extrañaba demasiado y ya ni siquiera estaba soñando, estaba tan cansada que no podía entregarse a ese tipo de placeres. Soñar se le estaba haciendo imposible.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora