Capítulo 3

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Prejuicios

— ¿Qué haces aquí? estoy ocupado y no vuelvas a golpear la puerta como si fueras gran cosa Gabriel –Adam se puso de pie al ver la actitud que traía su amigo.

— ¡Oh vamos! Solo trataba de sorprenderte, pero es imposible, no teniéndome este regalo –miró de forma un tanto seductora a Dana, pero esas expresiones no tenían efecto en ella, no las sabía reconocer. Dejo que sus colmillos volvieran a esconderse.

—Estoy ocupado, te tienes que retirar.

—No, no... ¿sabes? –dijo cerrando la puerta con su mano y caminando hacia donde se encontraban. Se sentó en el sofá más grande, prácticamente recostándose en este, sin dejar de mirar a Dana.

— ¿Me puedes explicar por qué eres amigo de este ser oscuro? –dijo Dana al devolver la mirada a Adam, no quería cruzar palabra con Gabriel.

—Tranquila pequeña angelito, te dije que no estaba completamente de tu bando, estoy en el medio... solo soy un ser inmortal tratando de ganarse la vida.

—Oh, créeme –dijo ella molesta por la nueva actitud de Adam –no eres inmortal.

— ¿Me ignorarás? –Se tensó al escuchar que Gabriel ponía su atención en ella – ¿es qué ahora no te interesa escuchar lo que digo?

—No –ni siquiera lo miró, no pudo evitar recordar aquellos tiempos donde lo admiraba.

— ¡Vamos! Salúdame como corresponde, hace décadas que no nos vemos.

— ¡Basta Gabriel! –dijo ella girándose a él, quien se sorprendió por ver a Dana enojada, un ángel no tenía esas reacciones. Sin embargo, Dana había pasado por tanto desde anoche que sus emociones estaban a flor de piel.

— ¿Dónde están tus alas? –preguntó ante la duda de que ella se haya vuelto también un ser oscuro. Desde que él se había cambiando de bando, no podía diferenciar de qué lado estaban los demás. Se sorprendió al tener esa sensación de desagrado cuando se dio cuenta que ella pudo haberse vuelto también un ser oscuro.

—Eso no te interesa.

—Se las cortó –respondió Adam –para poder ser humana y ayudar a su humano.

Gabriel sonrió al escuchar aquello, no se estaba burlando, solo recordó como era ser un ángel custodio, eso si había pasado hacía bastante tiempo; siempre daban todo por sus humanos, gracias al cielo que él estuvo poco tiempo ahí y ascendió a los arcángeles.

— ¿Por qué no has elegido ser arcángel? ¿No era eso lo que más deseabas? –Dana recordó cuando era joven y muy ingenua, deseaba ser como Gabriel, luchar contra los seres oscuros y ser considerada para el juicio final, cuando ocurriera. Ella solo tenía deseos de ayudar a la humanidad, pero ver al como todos se estaban comportando, desertando como ángel o simplemente renunciando a ser un buen ser humano... todo cambió para ella, además que en ese momento llegó Ethan.

—Mis prioridades cambiaron, es así de simple... ahora –dijo mirando a Adam –necesito organizarme para poder realizar mi misión.

—Está bien, pero antes –aclaró Adam — ¿Qué es lo que quieres, Gabriel?

—Información, como siempre... ando detrás de un humano, no sé si lo conoces, dijeron que anduvo hace un tiempo por estos lados.

—Nombre –exigió Adam, para ver si había una posibilidad de ayudar a su amigo.

—Ethan Harris, cabello negro, un metro noventa, bastante blanco, se lleva muy bien con las mujeres –Dana solo tensó su mordida y se controló para que el vampiro y asqueroso de Gabriel no se diera cuenta de su nerviosismo.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora