Capítulo 12

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Protección

Dana estaba por entrar a su departamento, cuando Ethan la alcanzó, tomando su mano para no perderla de vista.

—Lo siento –fue lo primero que pudo decir, pero ella estaba perdiendo el control, jamás había usado la violencia en su existencia y haber golpeado a Ethan la había dejado mal.

—No... —ella movió su mano para que no la siguiera tocando. No podía detener las lágrimas que corrían por sus mejillas y eso solo estaba desesperando a Ethan –yo... necesito estar sola.

Rápidamente entró a su departamento y tiró el bolso en el piso de la sala para después sentarse en el sofá, cubriendo su rostro mientras dejaba que el llanto escapara sin reprimirse.

— ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?

Jamás en la historia de los ángeles se había visto a uno de ellos golpear a su propio humano, ni siquiera era parte de las reglas, ya que ninguno de los guardianes tenía concebida la idea de hacerle daño a su protegido.

—Dios... —dijo ella mirando sus manos, se sentía mal, quería volver a la tierra de los ángeles, no quería seguir en este mundo, donde florecían emociones que ella desconocía y no podía manejar. La tierra la estaba manejando –lo siento... lo siento –repetía en la oscura sala. Flexionó sus piernas y las rodeó con sus brazos, tratando de mantener su cuerpo protegido. Sentía que estaba cayendo por un acantilado y no podía detenerse. Se estaba desesperando y no había nadie que la guiara, ya que por su arrogancia había logrado que su propio guía le diera el espacio que había deseado. Eric ya no la vigilaba a todas horas y le había entregado la confianza que ella exigía, esperando que Dana pudiera manejar todo como debía ser.

Saber que estaba sola en el mundo y perdida en sus emociones tan humanas y violentas, habían hecho que comenzara a desesperarse. Quería volver con Sophia y Quentin, mantenerse a una distancia apropiada de Ethan para no dañarlo como lo había hecho ahora. Ella no tenía que haberse involucrado con su humano y esas sensaciones hicieron que el ángel provocara las ansias de Ethan por besarla o por demostrarle que no quería tener relación con las almas. Esta era la culminación del mal trabajo que ella pensaba que estaba haciendo.

Dana se dejó caer en el sofá, en posición fetal mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, sollozando de tal forma que demostraba que estaba sintiendo uno de los peores dolores en toda su existencia, mucho peor cuando Gabriel se había ido. En ese tiempo ella ni siquiera había actuado de la misma forma. Solo lo había aceptado y había escondido todos sus sentimientos de dolor en algún lugar dentro de su alma, pero ahora, siendo en parte humana, no tenía los mismos beneficios.

—No tienes libre albedrío –se dijo a sí misma, pensando en cómo se había comportado, de ninguna forma aquello era aceptable, ni siquiera concebible. Ni siquiera miró sus brazos para saber si había alguna marca por su comportamiento, aunque no le importaba. El dolor que sentía por el cargo de conciencia era algo que llevaba en su interior, había manchado su alma con algo tan básico en los humanos: violencia.

Unos metros más abajo se encontraba Ethan tocando el timbre en el departamento de Emma y Diego. Su amiga abrió la puerta sorprendida y preocupada cuando escuchó el timbre tantas veces en tan corto tiempo.

— ¿Pero qué demonios, Ethan? –dijo sorprendida. Al ver el estado de su amigo, pensó lo peor — ¿has visto algo?

—Gracias al cielo que estás –el tono preocupado indicaba que había ocurrido algo muy malo. Emma lo quedó mirando sin saber qué hacer. Ella siempre estaba para su amigo cuando él decía ver alguna alma, al igual que Diego, pero ninguno de los dos sabía qué hacer exactamente para apoyarlo, siempre trataban de distraerlo con cosas triviales, traerlo a la vida de nuevo.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora