Capítulo 8

30 1 0
                                    

Nephilim

Dana retrocedió varios pasos al ver el cambio de Arial. Había marcas tatuadas de color rojo bajo sus ojos y estos del mismo color brillaban de una forma un tanto tétrica para el ángel. Ahora las uñas de su amiga, se estaban volviendo más largas mientras que sus colmillos se volvían ligeramente más grandes que los normales.

— ¿Es que acaso... eres un vampiro? –Arial sonrió y solo avanzó hasta Dana.

—No sabes cómo odio los secretos, pequeña angelito –sin más se acercó lo suficiente para poder tomar el brazo de Dana y pasar la uña de su dedo índice sobre la piel del ángel, causando que una línea de sangre escapara de sus capilares –solo necesito una gota.

Arial llevó su dedo índice hasta su boca y saboreó aquella gota de sangre para que después sus ojos se volvieran brillantes y de esa forma pudiera ver todos los recuerdos de Dana en una fracción de segundo.

Dana cayó sobre su sofá sin poder creer lo que estaba viendo, cubrió su leve herida con su otra mano observando cómo tenía al frente a una Nephilim al mismo tiempo que sentía que sus labios ardían por haber ansiado el beso de su humano.

— ¡Basta! –gritó enojada. Se puso de pie al ver que Arial la volvía a mirar — ¡Esto es demasiado para un día! ¡Maldita sea! ¡Vuelve a tu normalidad! –Tomó con fuerza a Arial e hizo que se sentara sobre el otro sofá, dejando a una Nephilim bastante sorprendida — ¿es qué acaso esto es una broma? –miró hacia el techo, esperando que Dios la escuchara.

—Dana –Arial no podía creer lo que había visto en los recuerdos de Dana y aun no podía creer lo que estaba viendo. Aquel ángel tenía su carácter y lo manejaba muy bien cuando correspondía, lo mantenía oculto de una forma magistral.

— ¿Harás que Eric baje y me obligue a matarte? ¿Cuándo le grité que nunca me harías daño? ¡Ahora mira esto! –Dijo exponiendo su antebrazo, aun corría la línea de sangre, pero la herida estaba cicatrizada –Por Dios ¡ahora explícame qué es todo esto! –apuntó a sus ojos, que ahora estaban volviendo a la normalidad. Arial seguía en shock.

—Esto era lo que quería Liam... maldita sanguijuela.

—Dame un segundo, por favor –sintiéndose abrumada Dana fue rápidamente hasta su habitación donde se vistió, eligiendo unos jeans oscuros, una camiseta blanca sin mangas y una sudadera azul con cordones blancos. No se quiso poner calzado porque estaba demasiado ansiosa, así que solo corrió hasta la sala, sin dejar que sus pensamientos la atraparan ante la confusión que estaba viviendo.

Al llegar a la sala, pudo ver que Arial miraba pensativa hacia la ventana mientras estaba sentada en el sofá más grande. Había vuelto a la normalidad y sus ojos ahora brillaban normalmente de ese color rojo, su piel alrededor de estos había vuelto a ser tan blanca como de costumbre.

—Explícame qué ha sucedido –Dana se sentó en la mesa de centro, mirando a Arial de frente.

—Espero que ahora entiendas que no puedes recibir a tus visitas solo con una toalla –ella no puso atención a esas palabras, quería saber qué había pasado con Arial... y sobre todo quería tener tiempo para analizar lo que casi sucede con Ethan.

—Tu piel... mi sangre –susurró Dana.

—Un regalo heredado por mi padre, lo siento mucho –Arial lamentaba haber llegado de esa forma, pero lo que más odiaba en su vida eran los secretos, sobre todo aquellos que la involucraban o que podían influir en su vida de alguna forma –sabes que soy mitad demonio ¿no? –Dana asintió –bueno, de esa forma, con las marcas en mis ojos, soy una demonio por completo y tuve que beber de tu sangre para saber qué estabas tramando.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora