Capítulo 21

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Marcas negras como la noche

Dana frunció el ceño cuando sintió el constante rayo de sol que se colaba por su ventana, le molestaba y aun no estaba preparada para despertarse. Estaba cansada y sentía que un camión había pasado por su cuerpo. Rendida tuvo que abrir los ojos para darse cuenta que estaba sola en su habitación, aunque podía escuchar algunos ruidos desde la cocina.

Sonrió al darse cuenta de lo que había vivido con Ethan no era ningún sueño, pero se apresuró para salir de la cama, deshaciéndose de su camisa blanca que aun llevaba y viendo ahora como cinco marcas se expandían desde su hombro derecho hasta llegar a diferentes niveles de su mano y terminar enroscándose sobre sus dedos. Cada marca en cada ángel era diferente. Los pecados recorrían las almas de forma individualizada y las de Dana eran líneas que comenzaban desde su hombro hasta rodear sus dedos, eran como si fueran cinco serpientes que habían quemado su piel al pasar sobre ella.

—Inevitable –susurró mirando el reflejo de su cuerpo desnudo. Aun no tenía una excusa para esas marcas, no sabía qué le diría a Ethan cuando él la viera desnuda otra vez.

No pudo evitar sonreír ante tal pensamiento, sin duda ella quería verse desnuda de nuevo ante él ya que eso indicaba que la reciente noche se iba a repetir.

Buscó unas bragas y una camiseta con mangas largas que cubrieran hasta sus manos. Después se metió al baño donde se arregló lo máximo posible en un minuto y después llegó hasta la cocina donde Ethan estaba solo con un pantalón de pijama azul y una camiseta verde gastada, que incluso tenía un par de agujeros en la espalda. Dana lo quedó observando mientras él revolvía los huevos que estaba preparando.

Ethan no se había dado cuenta de que estaba siendo observando, es por ello que seguía sumergido en sus pensamientos, en el leve ataque de pánico que estaba sintiendo.

Los recuerdos de la noche anterior lo estaban atacando como si hubiera cometido un pecado, como si sus sentimientos no hubieran sido reales y hubiera jugado con Dana, pero simplemente estaba teniendo miedo de que todas las palabras que salieron anoche de su boca, hubieran sido reales. Nunca se había enamorado de alguien y no sabía cómo debía comportarse, había visto a sus amigos, eternos enamorados, pero jamás pensó que fuera una sensación tan intensa que incluso lo asustaba. Estaba en la duda, pensando si sus palabras habían sido ciertas o si solo había sido capaz de mentirle a Dana para tenerla entre sus brazos.

Sin embargo, ese temor desconocido que lo estaba embargando se disipó al sentir como un dedo se colaba por uno de los varios agujeros que tenía su camiseta, justo en la espalda. Luego unos brazos lo rodearon y una cabeza se apoyó en su dorso, un poco más abajo de donde terminaba su cuello. Tenerla tan cerca había hecho que sus dudas desaparecieran.

Ethan apagó la cocina y se giró para encontrarse con su hermosa vecina que lo miraba con esos ojos miel brillantes. Esos mismos que le decían cuán importante era para ella ¿en qué momento se le ocurrió que no estaba enamorado de esa mujer? Sonrió al darse cuenta que estaba teniendo un ataque de pánico.

— ¿Por qué sonríes? –dijo ella, con sus mejillas sonrojadas.

—Por nada –dijo rodeando el cuerpo de ella con sus brazos –hay café, los huevos están hechos, todo preparado para desayunar ¿tienes hambre?

Ella se alejó de él, sintiéndose feliz y completamente plena, pareciera que no necesitara nada más que tomar desayuno con él para poder ser el ángel más feliz del mundo.

—Estoy que muero de hambre, no sé qué me hiciste anoche pero mi estómago suena –el ego de Ethan se elevó varios centímetros sobre su pecho.

Un Ángel CaeráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora