VI

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Al llegar a casa me espera lo que yo llamo una corte familiar, esta compuesta por mi madre quien hace el papel de policía malo, padre, quien hace de policía bueno, y mis hermanos, Henry y Roland, cuyo papel es tratar de convencer a mis padres (quienes juntos hacen el papel de jueces) de algunos puntos en específico, y de declararme culpable o inocente. Yo, por otro lado, hago el papel del acusado y también represento a mi abogado defensor.

Pero esta vez es diferente, en cuanto llego mi madre ya esta lista para atacar, y comienza de pleno con un:

-¿Dónde rayos estabas? - su tono de voz está cargado de ira y preocupación.

-Lo siento mamá, yo no me sentí bien y decidí ir al bosque -traté de justificar.

-¿Y robar uno de los arcos de tu padre? Te pudiste haber hecho daño.

-Por Dios, mamá, sé usar el arco, soy una de las mejores arqueras en todo Storybrook, tengo cuidado. Conozco bien el bosque, sé ubicarme y no hay criatura allí que pueda asustarme.

-Esa no es una justificación válida, no debes faltar a clase ¡mucho menos el primer día! -grita mi padre, lo que me deja sorprendida... Y dolida, antes de poder controlar mi lengua suelto:

-No pueden Juzgarme ¡usteded ni siquiera fueron a la escuela! -grité- ¡no saben lo que es! -mis palabras dejan a mis padres asombrados.

-Ve a tu habitación, -dice mi madre señalando la escalera y sin mirarme - hablaremos de esto luego.

Cuando ya voy a medio camino hacia la escalera mi padre agrega:

-Y dame tu celular, no tienes permitido salir.

Si mirarlo le alcanzo mi celular y continuó subiendo, con la mochila en un hombro, y el arco junto con el carjac de flechas en el otro.

Al subir dejo todo en el piso y cierro la puerta, pero no es hasta que me acuesto que me percato de la flauta de pan, la flor silvestre y la nota.

La nota está escrita en una cursiva antigua y esta manchada con tierra allí donde los dedos del niño perdido la tocaron, pero lo más importante es que huele a bosque. La misma dice:

Lunare, espero no tengas problemas por no haber ido a clase, de todas formas, quería darte las gracias, hoy me trataste como nadie me trata hace mucho tiempo; como a un joven normal.

La flauta de pan y la flor son para ti, la flauta, como una promesa de que nos volveremos a ver para que te enseñe a tocarla... Y la flor, bueno, sólo la tomé porque crecía justo donde estábamos y me recordó con su salvaje belleza, a tu increíble talento para ser lo que no aparentas.

Espero volvamos a vernos, de Pan a Hood.

Sus palabras logran hacerme sonreír, sosteniendo la flor con delicadeza, me acerco a la ventana y miro a la misma gente de siempre pasar, me río ante como hoy, en unas pocas horas, logré compartir mas con quien creía mi enemigo, de lo que he logrado compartir con todos ellos en 16 años.

Los Nuevos HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora