XII

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Desde luego, al estar sentados tan cerca del suelo, la expreción furiosa de mi madre da más miedo y la posibilidad de que nos atrapasen era escalofriante, aunque luego del subidón de adrenalina me sentía invensible.

-¿Cómo lo hiciste? -me murmuró Pan inclinando la cabeza hacia mi pero con los ojos fijos en los heroes, quienes murmuraban entre ellos.

-No tengo ni la más minima idea -respondí con simplesa. Miré al otro lado del claro, solo por escanear el terreno, cuando me di cuenta que ése muchacho que había visto en mi sueño estaba allí. Me miraba con algo de gracia y me enfureció no saber quién era él, siempre conocí a todos aquí, no es posible que no lo conozca. - ¿Quién eres? - pregunte en un susurro pero Peter me escuchó, miró hacia el mismo punto que yo y lo sentí tensarse a mi lado.

-¿Quén eres?-le gritó. Todos los que estaban en el piso nos quedaron mirando estáticos, y luego siguieron la vista de Pan pero parecieron solo confundirse más y nos volvieron a mirar. El joven rió y se desvaneció, dandome escalofríos.

-¿De quién habla? -oímos preguntaba Mary Margaret a mi madre, en un tono que solo logro enojarme aún más y eso finalmente logró que le dijera sus verdades a la cara.

-Somos niños, no incapaces, ni locos, ni villanos. -Le grite llamando la atención de todos los adultos con quienes me había criado, y de todos sus hijos con quien crecí. -He vivido aquí toda mi vida, y me conocen tanto como conocen a Peter Pan: nada. ¿Por qué creen que es? 

Lo siguiente fue el pandemonium. Adultos y jovenes eran una combinación de emociones que no podía terminar de decifrar, y justo cuando pensé que me gritarian, quien distinguí como Clara hizo lo que menos esperaba de nadie en ese momento.

-¡Eso! No nos conocen -gritó, ganandose unas miradas de odio de mi antiguo grupo de amigos el cual estaba a su lado. Peter y yo nos miramos y bajamos volando a su lado, haciendole companía.

-Clara, pero ¿de qué hablas hijita?-le preguntó su padre en una voz suplicante que hasta me dió pena, pero Clara parecía no tolerarla más.

-Papá, no me conoces, ¿sabías que sé andar en moto? ¿y que sé pelear? -se escuchó a Linsey bufar, como si pensara que mentía, y esto pareció colmar la paciencia de la chica - hago boxeo, todos los fines de semana, en Nashville, a media hora en moto -y como para probarlo corrió lejos y creímos que se iría, la mitad del par incluso se rió un poco hasta que escuchamos el motor de in vehículo hacerse más fuerte hasta llegar a nosotros. 

Clara, quien siempre usa vestidos de colores pastel y su pelo en dos trensas, apareció con una chaqueta motoquera y un casco rosado montando una Harley original. Mi boca calló abierta y luego de un sonreí. Esto era asombroso. Aún más asombroso fue el hecho de que llevaba guantes de boxeo, ya medios desgastados, al hombro.Se acercó a Lisey con una expreción que hasta daba miedo, su cara usualmente alegre y dulce estaba ahora crispada en una mueca torcida. Al llegar cara a cara con la otra rubia, Clara solo sonrió y se volvió a unir a Pan y a mi, quien la mirabamos pasmados.

-¿Dónde la conseguiste? -le pregunte sorprendida de que la hubiese logrado arreglar y mantener sin un mecánico. 

-Luego de ir a Nashville unas veces y golpear alguna gente, conoces varias personas -los padres de Clarita chillaban como ratones mirandose entre ellos y pude darme cuenta que eran los unicos en expresar ese sentimiento de desesperación que el resto de la población de Storybrook estaba sufriendo.


Los Nuevos HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora