Capítulo 13.

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Narra Laura.

Después que me retiré de la escuela no tenía ganas de ver, hablar o escuchar a nadie. Mi rabia estaba concentrada hacia Cristóbal y hacia mí. Julietta estaba sentada a mi lado en unos columpios, a pesar que le dije que se fuera se quedó, diciendo como excusa que hace mucho quería subirse a un columpio.

Mis pies no alcanzaban el suelo, así que los movía de adelante hacia atrás sin ninguna gana, ahora de seguro David me evitaría o peor, se creería todo el cuento de su primo y sospecharía que siento algo hacia él, digo, es mi mejor amigo y le tengo mucho cariño. Es un cariño fraternal, como si fuera mi hermano.

-Oye, pitufa, me voy. Tengo que hablar con David.- Murmuró Juls bajando del juego. Se puso frente a mi y revolvió un poco mi cabello. -Cuídate ¿si? Te hablo cuando llegue a mi casa.- Afirmó, para después caminar hacia el vecindario. Estuvimos hablando mucho tiempo, y ya me sentía un poco mejor.

Me quedo en el columpio, pensando en todo lo que pasó, mientras observo atentamente como el sol va bajando, y como se forma un hermoso atardecer. Estuve unos quince minutos más y decidí ir a casa.

David nunca me va a querer hablar otra vez... De seguro va a querer evitar la situación y no me querrá hablar.

Maldito Cristobal. ¿Qué le hice yo para que actuara así? Pero ahora me las va a pagar.

-Hola cariño.- Saludó papá a penas llegué, pero yo no le devolví el saludo, nisiquera lo miré. Sólo quería estar sola.

Entré a mi habitación, cerré la puerta con llave y me lancé a la cama. Presioné un cojín en mi cara y grité. En eso se escucha mi madre hablandome desde el otro lado de la puerta.

-Laura, déjame entrar.- Dijo golpeando la puerta.

- Mamá estoy bien, quiero estar sola.- Le respondí aún con el cojín en mi cara.

- Nada de "quiero estar sola", soy tu madre.- Gestionó entrando a mi cuarto, con la llave de repuesto que tiene. -Cariño ¿Qué pasa?- Dice sentandose a mi lado y haciendo caricias en mi espalda. La miré y no pude aguantar las lágrimas, lloré y le conté todo.

-Mi amor, todo pasará. Y si ese niño, David, es un verdadero amigo no le hará caso a cosas tontas que le dicen, si no que seguirá siendo tu amigo. Y en caso de que hiciera caso, mejor sigue adelante mi niña, encontrarás a más personas que valdrán la pena.- Mientras yo trataba de calmarme mi mamá seguía haciéndome cariño en la espalda. Me senté derecha y aparté algunas lágrimas.

Mamá se quedó mucho tiempo conmigo, hasta que me tranquilizara, me trajo algo de cenar y me dijo que no pensara tanto en el asunto, que me distrajera. Fui al escritorio para usar mi computadora y puse música mientras hacía algunos de mis deberes. Estaba bien, estaba. Hasta que sonó la maldita canción, la maldita canción que me recordó todos los momentos lindos que he pasado con David.

Me quedé mirando por la ventana y bajé los brazos, apoyándolos en mi escritorio, escuchando aquella canción.

..."Estoy justo aquí,
cuando te des cuenta,
de que soy tu cura,
chica del corazón roto"...

Y de nuevo me entregué a las lágrimas. Recordé desde la carta hasta la fiesta de Julietta. Ya es momento de admitir que sí siento algo por David y me duele hacerlo, a lo mejor no saber mis sentimientos con claridad hizo que no notara lo obvia que era con él. Rayos, como duele.

Bajé el volumen de mis sollozos de a poco y con la manga de mi sudadera limpié algunas gotas que caían por mi nariz dejándola húmeda.

Cuando miré de nuevo por la ventana mis ojos se dirigieron a la casa donde vivía el responsable de mi pena y mi rostro cambió de inmediato. Estaba mirándome. David, desde su ventana me estaba mirando. Sentí mis manos temblar y noté como él también se quedó paralizado. Rápidamente me levanté y cerré las cortinas tratando de recuperar el aliento e intentando de no pensar desde cuando me estaba mirando por su ventana.

S I X T E E N.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora