Capítulo 18.

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La casa del abuelo no era como Chan Yeol ni Jong In la habían imaginado. Ni siquiera se acercaban remotamente.

Era una casona antigua. Una casona vieja de esas que aparecían en algunas películas románticas de épocas pasadas. La pintura blanca era antigua, con algunas manchas amarillas y cafés. Algunas partes de las paredes estaban invadidas por diferentes tipos de enredaderas, algunas con flores magentas, naranjas y amarillas, y otras ni siquiera florecían.

Desde que cruzaban la cerca de madera y alambre al comienzo de la propiedad y caminaban hacia la casa, el lugar parecía estar lleno de fantasía y magia. El lugar era maravilloso e irreal, y el vivir a las afueras de la ciudad intensificaba la hermosura del lugar. Incluso en cielo de un azul claro, lucían majestuosas y rebosantes nubes blancas a lo largo de él.

Una muralla con algunas partes de pintura descarapelada rodeaba la casa principal y un impresionante portón de madera y herrería se posaba al frente con una cerradura digna de admirar por alguien que supiera de antigüedades.

En cuanto Se Hun dejó pasar a sus hermanos, sonidos de admiración y asombro se escucharon salir de ellos, y él se sintió mucho más orgulloso por lo que su abuelo había hecho con aquel lugar.

- El abuelo hizo un excelente trabajo aquí, ¿no creen?

Un discreto camino de tierra les enseñaba el corto camino a la casona. Todo alrededor era césped, plantas, flores de mil colores –incluso podrían asegurar que ahí había colores que el mundo entero desconocía que existieran-, había variedad de clases de árboles distribuidos estratégicamente para que la sombra que dieran, cubrieran casi la totalidad del jardín. Y a pesar de que no pudieran verlas, claramente podían escuchar algunas aves trinar y otras arrullar con sus cantos.

- La casa es perfecta. Todo el lugar es maravilloso, Se Hun.- respondía Chan Yeol con asombro y un timbre de perplejidad.

- Es.. Fascinante, cariño.- secundó el moreno buscando la mano de Se Hun con la suya, atrayéndolo a él y abrazarlo. – Debiste ser muy feliz aquí con el abuelo.

Se Hun asintió estando de acuerdo con eso.

- Sí, lo fui.- inhaló el puro y fresco aire que pasaba a través del jardín. – Italia es sin duda el lugar más hermoso, maravilloso y único que he visto. Sé que les gustará también si se dan la oportunidad de conocerlo.- El menor buscó la llave para abrir la puerta principal de la casa y comenzó a caminar hacia la puerta. - Seguro no querrán volver a Corea cuando vean sus casas. Fliparán.- dijo en voz baja pero medianamente audible para sus hermanos.

- ¿Casas? ¿Cuáles casas, Se Hun?

Chan yeol comenzó a ir tras el menor, pero éste sólo reía. No les diría nada, no aún.






Luego de que Se Hun les enseñara la casa, los llevó a la habitación que utilizarían mientras estaban ahí. Jong In se negó a estar en otra habitación que no fuera la misma en que pudiera compartir con el rubio, pero aceptó inmediatamente luego de que Se Hun le dirigiera una amenazante mirada. Se las ingeniaría para hacerlo cambiar de opinión, definitivamente.

El día casi terminaba, Se Hun encendió varitas de incienso de vainilla por toda la casa, y ahora cualquier rincón de esta olía deliciosamente bien. La puerta doble trasera de la casa estaba abierta, al igual que las ventanas con las cortinas color beige moviéndose suavemente al compás del viento. El cielo comenzaba a rayar destellos naranjas y amarillos avecinando el atardecer. Los tres se habían recostado sobre una colchoneta en el piso de la sala de estar a ver algo interesante, pero luego de que Jong In y Chan Yeol no entendieran una sola palabra italiana y renegaran por un rato, se quedaron dormidos a cada lado del menor. Se Hun se había reído y burlado hasta que quiso, prometiendo que les enseñaría el idioma; y que mañana por la mañana saldrían a caminar y a conocer algunos de sus lugares favoritos.

Chan yeol dormía boca abajo con su rostro hacia Se Hun; tenía los cabellos oscuros despeinados y alborotados. Algunos cubrían parte de sus ojos cerrados. Se veía adorable mientras dormía. Se Hun se movió quedando recostado en su costado izquierdo, hizo a un lado aquellos cabellos con mucho cuidado de no despertarlo. Pasó su dedo índice desde la frente del pelinegro, llegando a la punta de la nariz hasta detenerse en los rojizos labios. Ahí colocó el pulgar y los acarició; el resto de sus dedos descansaban en la mejilla.

Un momento después su mirada bajó por el cuello del pelinegro, viendo claramente el fuerte pulso de la vena que pasaba por ahí. Se Hun se tomaba el tiempo que quería disfrutando la sinigual vista que su hermano mayor le ofrecía; alcanzaba a ver sus clavículas por el espacio libre del cuello de la camisa de éste y mordió su labio recordando como lucía aquel pecho desnudo.

- Se Hun.

El ronco susurró se escuchó apenas.

Se Hun levantó rápidamente la vista y se encontró con la del chico al frente.

- Eres hermoso, Yeol.- susurró suavemente.

Chan Yeol observaba los ojos de Se Hun y los encontró turbios, oscuros. Su mirada buscó la roja boca del menor y quiso besarla en ese momento.

Intentó pensar definitivamente en otra cosa. Jong In atravesó sus pensamientos y evitó que volviera aparecer en ellos.

Por encima del hombro de Se Hun vio al moreno de espaldas a ellos, lo escuchó roncar ligeramente; sabiendo lo pesado que este tenía el sueño y lo difícil que era despertarle.

Su cuerpo se movió mucho antes de que siquiera pudiera pensar. Todo su cuerpo estaba sobre el del menor y besaba su boca con auténticas ganas. Se Hun debajo de su cuerpo recibía las caricias que sus manos dejaban por dondequiera que éstas pasaban buscando su piel desnuda. Suspiros y jadeos intentaban escapar del rubio, pero intentaba controlarlos; cosa que al parecer no funcionaba con sus manos, pues éstas también buscaban el contacto directo de la piel del pelinegro por debajo de la playera que ahora dejaba al descubierto la mitad de su espalda.

No tenían mucho tiempo para preámbulos. Chan Yeol se deshizo de los jeans de Se Hun tan pronto como pudo. Desabrochó los suyos e inmediatamente y con mucho cuidado entró en su hermano menor. En cuanto Se Hun sintió como el pelinegro invadía su entrada, le mordió el hombro con fuerza, evitando hacer cualquier ruido que los delatara.

Sentía la hombría de su hermano invadir toda su intimidad, dolía. Chan Yeol se detuvo cuando por fin estuvo todo adentro, esperó sólo un momento, salió lentamente y luego lo penetró tan rápido como pudo. Se Hun apretó los labios con fuerza y su espalda y pecho se arquearon.

Joder. Como había extrañado el cuerpo del menor, cuanto lo había necesitado, y ahora estar juntos de nuevo lo enloquecía de placer. Estaba consciente de que no iba a ser suave ni tierno con Se Hun, ni aunque lo quisiera. Pero tampoco lo quería ser. Sus caderas como con vida propia comenzaron a moverse de manera desenfrenada y con movimientos duros y firmes. Se Hun incapaz de poder seguir controlando sus gemidos buscó su boca y la besó, dejando escapar algunos de ellos en ella al tiempo que la mordía.

El cuerpo quieto del pelinegro descansaba sobre el otro con sus respiraciones alteradas. En cuanto estuvo fuera del menor y con las fuerzas para moverse, Se Hun y él acomodaron sus ropas. Chan Yeol lo abrazó y apretó a su pecho. Besó su frente y sin que ninguno dijera una sola palabra, se quedaron dormidos de nuevo.

Cuando Jong In despertó, los encontró completamente juntos.

Se Hun enterrando su rostro en el pecho del pelinegro y Chan Yeol con una mano en el costado izquierdo de la cadera del menor. Su rostro estaba apoyado sobre los rubios cabellos con un rastro de paz en él.

No pediré perdón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora