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CAPÍTULO CINCO╔════════════╗

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CAPÍTULO CINCO
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En el salón de detención habían 4 estudiantes más

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En el salón de detención habían 4 estudiantes más. Estudiantes con los que Ava, naturalmente, no hablaba. Se limitó a sentarse en un pupitre hasta el fondo pretendiendo que nadie la viese. "Ya es demasiado tarde para eso", pensó la morena mientras se disponía a dormir durante el castigo.

Peter llegó tarde a la detención, como siempre hacía a todos lados. Esta vez, su intención era ir a agradecerle a Ava por haber acudido a defenderle. De no ser por esa simple razón, probablemente ni se hubiera presentado al aula.

Localizó con la mirada a Ava. Se encontraba dormida contra el pupitre; cosa que al profesor designado no le importaba demasiado, parecía que le diera igual. Peter sentía la necesidad de agradecerle a Ava lo que había hecho por él. La chica se había metido en una riña por un chico que apenas conocía, con quien apenas había cruzado palabra. Y de alguna forma eso era admirable, ya saben; ayudar a alguien de forma desinteresada.

Peter ni siquiera se dio cuenta del momento en el que se sentó en el pupitre a su lado y comenzaba a pensar en alguna forma de despertarle. Su mano acudió a tocar con cautela el hombro de la chica y ésta sobresaltada se incorporó rápidamente.

―Perdón, no quería asustarte ―murmuró el chico ante los somnolientos ojos de Ava que lo miraban con desconcierto―, quería... darte las gracias por defenderme. Fue amable de tu parte.

Ava se frotó los ojos con los nudillos sin poder evitar esbozar una media sonrisa.

―Creo que es necesario que alguien ponga en cintura a los chicos como Flash ―murmuró Ava―, porque Dios, parece un crío.

Peter contuvo una pequeña risita. Al parecer al profesor le daba igual que un estudiante durmiera sin embargo sí que era insoportable para él que se rieran en una hora de detención. Sus ojos escrutaron el salón buscando el origen de la risa pero al no hallarlo, lo dio por olvidado y dirigió de nuevo la vista al libro que descansaba frente a él en el escritorio.

El silencio instalado en medio de ellos no parecía incómodo. Pero Peter volvió a hablar rompiendo aquella peculiar burbuja.

―Escuché que vienes de Los Ángeles ―puntualizó haciendo que Ava asintiera con la cabeza―, ¿y por qué te mudaste a Nueva York?

La mirada de Ava se ensombreció varios tonos cuando Peter preguntó. Y el chico se maldijo a sí mismo al pensar que su pregunta había provocado aquella reacción de parte de Ava. "Cosas así no se preguntan", pensó el joven mirando los acuosos ojos de Ava.

―Mis padres... murieron. Me mudé aquí con mi hermana ―explicó Ava. Peter ahora mismo quería golpearse en la cabeza como había hecho con Flash. Se sentía un completo idiota.

―Lo siento, no quería...

―Descuida, no lo sabías ―murmuró Ava encogiéndose de hombros―, es una larga historia.

Silencio. De nuevo.

Peter asintió, mientras Ava se hundía en sus pensamientos. Ahora mismo no sentía mucho respecto a la muerte de sus padres. A decir verdad, era una de las últimas cosas que actualmente ocupaban su mente. No obstante, sí que era una clara motivación. Para poder hacer lo que más ansiaba. Ayudar a las personas.

OOO

La  detención había terminado hacia ya largos veinte minutos. Peter se había ido por su lado y Ava se dirigía al centro de Nueva York a atender unos asuntos. Hoy debía reunirse con Happy, el asistente del señor Stark, para que la llevase al actual cuartel de los Vengadores.

Y a pesar de que su yo interior de diez años estaba emocionada por el evento, la Ava que sorteaba la gente camino a su destino no lo estaba. Su ceño fruncido se mantuvo en su rostro hasta que llegó al punto señalado por Happy en el mensaje que le había enviado por el Whatsapp esa mañana.

A los pies del Empire State, procura no llegar tarde, rezaba el texto de la conversación con el hombre Feliz.  No sabe la existencia de los emojis, pensó Ava y por primera vez en mucho tiempo se permitió sonreír.

El móvil en su mano comenzó a vibrar de nuevo. Presa de la frustración, Ava contempló que el nombre que anunciaba su pantalla era "Awilda". Ava se rehusaba a mentirle de esa manera a la única familia que le quedaba (sin contar especialmente a Héctor, su hermano del cual no había sabido nada en 4 largos meses), pero creía que si Awilda del Toro se enteraba de lo que había estado haciendo últimamente, sería esposada a su cama sin derecho a replicar.

Una estela color rojo recorrió el cielo que se cernía sobre las calles de Nueva York. Y a su alrededor algunos vítores o abucheos se hicieron sonar. Ava alzó la mirada en el momento que una figura humana se balanceaba sobre los edificios altos de la ciudad y desaparecía en la distancia.

―Ese tipo está loco —murmuró un transeúnte a su lado. La chica con la que iba acompañado soltó una risita antes de responder:

—Es un demente.

El chico a su lado convino asintiendo con la cabeza y continuaron su camino a su destino. Como si presenciar a un chico enfundado en mallas rojas columpiándose por los edificios con una liana fuese lo más normal del mundo.

Seguro es Tarzán, pensó la chica sonriendo  en sus adentros.

Sin embargo, ella sabía quién era. No era Tarzán. Era Spider-Man. El "héroe" de la ciudad de Nueva York. Sus pensamientos comenzaron a girar de nuevo en torno a la idea de buscarle y pedirle ayuda... no, se dijo. Debía hacerlo sola, Spider-Man no la escucharía. No obstante, se mantuvo acariciando esa idea por el resto del camino.

Al llegar a su destino, vio a lo lejos el auto negro y discreto de Happy aparcado en la entrada del recinto. Soltando una maldición aceleró sus pasos corriendo en dirección a él.

El seguro de la puerta del copiloto estaba abajo permitiéndole a la morena entrar sin tocar. Cuando se hubo sentado Happy encendió el motor, como si tuviese  prisa por emprender la marcha.

—Llegas media hora tarde —le recriminó Happy sin apartar los ojos del camino. Ava se encogió de hombros dispuesta a excusarse.

—Entra a detención el primer día y verás que es difícil librarte —contradijo Ava mirando por su ventanilla

—¿Detención? —Happy abrió los ojos como platos. Al fin algo lo hace cambiar de expresión, pensó Ava—. ¿Sabes qué? No quiero que me lo expliques. Debemos llegar al cuartel de los Vengadores en media hora. Te pediría que te pusieras el cinturón pero en realidad no me importa. Haz lo que quieras.

Ava soltó un suspiro haciendo "lo que ella quería". Encendió de nuevo la música de sus cascos, consciente de que el hombre Feliz no haría un esfuerzo por entablar conversación con ella, aunque tampoco le quitaba el sueño.  Hoy era el día en que Tony Stark le entregaría el traje de White Tiger, por lo que estaba intrigada y emocionada a partes iguales. Ese día no podía faltar.

De nuevo, su móvil vibró anunciando la octava llamada de su hermana Awilda. Y Ava la ignoró por octava vez. Sabía que al llegar a casa esa noche estaría en problemas.

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NÉMESIS ━ peter parkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora