NÉMESIS ━ peter parker

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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

¿Cómo se suponía que el dolor desaparecería?

Era el día, la tarde que Peter evitaba a toda costa y que sin embargo, ante ese mínimo destello de resplandor al alba supo que debía hacerle frente; de otra forma el dolor jamás se iría.

Sus pesadillas en los últimos dos días solían ser sobre Ava muriendo, quizá por su culpa, por la de Némesis o Héctor, jamás lo sabría. Él fue el responsable de que la telaraña la hubiera zarandeado con tal fuerza que terminó por romperle el cuello.

Y era algo que jamás se perdonaría.

Nueva York se había enterado del acontecimiento, y para nadie era un secreto la identidad de la morena: Ava Ayala se había ganado los corazones de todo Queens y sus alrededores; la heroina que desafió la muerte sabiendo que podría perderlo todo. Ava Ayala se escondía detrás de White Tiger, y era algo que habían intuido, no eran tontos ni ciegos: la verdad estaba frente a ellos.

—Conocí a Ava hace un par de meses —exhaló Peter, aguantando el picor de los ojos y el temblor de sus manos que sostenían la arrugada hoja donde había escrito lo que diría en el funeral de Ava—, entró este año a Midtown, íbamos en algunas clases juntos, así que nos hicimos amigos pronto.

Evitó la mirada de Awilda, cuyos ojos estaban rojos y húmedos. A Peter se le hundió el corazón.

No podía decir frente a todas las personas la clase de relación que tenía con Ava, a nadie le iba a contar el poco tiempo que pasaron juntos, y la fortaleza que eso les daba. De sus labios jamás saldría la historia de su primer beso.

Se rascó la nuca y se esforzó por continuar.

—Ava y yo éramos buenos amigos. No puedo decir que la conociera bien, pero era una de mis mejores amigas. Y hablo por todos cuando digo que la extrañaré mucho, su ausencia se siente...