NÉMESIS ━ peter parker

▕ far from home

CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

Claro que le costaba respirar. Le dolía el pecho simplemente de intentarlo.

Cuando abrió los ojos, su cuerpo se encontraba en extremo trance; apenas podía dar un parpadeo sin sentirse a punto de desmayarse de nuevo. Al momento que intentó entornar en dirección al frente, el escenario cambió por completo.

Ya no era la nave espacial que había invadido Nueva York y a la que se había colado; en cambio, el panorama presagiaba un destino más incierto si es que eso era posible. Frente a ella vislumbró tres siluetas humanas, dos masculinas y una femenina en el medio de las primeras. La mujer estaba agachada, mantenía la mirada baja sin reparar en el rostro desconcertado de la adolescente.

Uno de los hombres era Jade. Carraspeó levemente, inspirando hondo procurando calmar la ansiedad que había invadido su sistema al ser consciente del posible destino que tocaría su puerta. El dios de la creación rogaba a Ananké que no fuera lo que estaba imaginando.

El segundo de ellos era un hombre de mediana edad (o eso aparentaba), una barba áspera y prominente surcaba su rostro y parte del cuello, brindándole un aspecto desprolijo. De cualquier modo, sonreía como si fuera un día especial. Ava tuvo que contener un gemido de dolor que se mezclaría con sus palabras al hablar:

—¿Cronos?

—No tenemos mucho tiempo, guardiana —acotó Cronos—, como dios del tiempo supongo que puedo darme crédito de mencionarlo.

—¿Qué... está pasando? —susurró la castaña—. ¿Dónde estoy?

—Es un sueño, Ava —recalcó Jade. Tomó con delicadeza el hombro de la mujer agachada, a la vez que le dedicaba una expresión preocupada —. Alguien quería hablar contigo.

La mujer en cuestión alzó los ojos en dirección a la castaña. Tuvo que contener la respiración al momento de mirarla a sus ojos. Tan verdes, como los de la esmeralda. Ava jadeó, le miró con sorpresa y se hizo un par de pasos hacia atrás.

—Llevaba tiempo queriendo ver a mi nieta —murmuró la mujer, asustando aún más a la castaña. Intentó ponerse de pie con todas las fuerzas que pudo para poder mirar a su nieta a la misma altura, pero el acto le costó mucho más que un aliento; y cayó al suelo de nueva cuenta.

Ava corrió presurosa a auxiliarla. Tanto Cronos como Jade hicieron un gesto similar sin embargo, la mujer los rechazó todos con un gesto de la mano. Se limpió con fervor una lágrima que descendía por su mejilla y sonrió tristemente hacia Jade, tomándolo del brazo y acariciándolo con suavidad.