:: Capítulo Diez ::

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Buenas noches mis estimadxs lectorxs! Cómo están? Espero que muy bien :)

Yo acá estoy de regreso después de unos cuantos días de ausencia. Logré por fin terminar de escribir el nuevo cap de mi locura que ahora mismo paso a compartir con todxs ustedes.

Así que sin más preámbulos, lxs invito a leer el DIEZ en paz! Espero que lo disfruten!

Todos los personajes pertenecen a su autora Naoko Takeuchi, yo sólo los tomé prestados.

Abajito me despido,

Bell.-

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:: Capítulo Diez ::

Durante las siguientes semanas estuve con un humor de perros. No tenía ganas de ver a nadie, ni siquiera a las chicas. Sobre Darien y lo que pasó con él no me animé a decirles nada. Lo único que les conté fue lo de Diamante y la fiesta y con eso bastó para que creyeran que tenía motivos suficientes para estar deprimida y evitar verlas o hablar con ellas. Incluso se lo pedí, les dije directamente que no me sentía bien y que necesitaba estar sola por un tiempo hasta poder reponerme. Por suerte lo entendieron y respetaron mi pedido, aunque con la condición de que si pasaba demasiado tiempo sin que mis ánimos mejoraran volverían a intervenir como lo hicieron aquella vez que me atrincheré en mi covacha tras mi despido.

Para lo único que tuve energías en esos días fue para ir de mi departamento al trabajo y del trabajo a mi departamento, es decir, sostener mi rutina diaria, nada más. En el consultorio no tenía demasiadas dificultades para estar tranquila y en mi propio mundo, porque Luna ya no estaba yendo y por su parte Kun, como siempre, era un hombre de muy pocas palabras, así que nuestras conversaciones sólo se limitaban a cuestiones laborales.

Sin embrago quien había estado bastante insistente durante esas semanas fue mi adorado Diamante, quien me llamaba o escribía casi todos los días. Me invitaba a salir, me pedía que nos reuniéramos, casi me suplicaba que volviéramos a vernos. Pero aunque me encantaba que fuera tan lindo conmigo, que me demostrara que le importaba, que quería verme de nuevo y que era un gran amigo, yo no tenía ánimos ni ganas de nada, así que rechacé cada una de sus invitaciones.

Hasta que un día, después de que me insistiera muchísimo a que asistiera a la inauguración de una exposición fotográfica de una amiga suya, tanto que casi me amenaza con no volver a hablarme nunca más en la vida, decidí ceder un poco en mi papel de mártir y acepté su invitación por fin.

Así que un viernes por la tarde, ya casi anocheciendo, después de salir del trabajo me dirigí hacia el sitio donde tendría lugar dicha muestra. Se trataba de una galería de arte que formaba parte de un prestigioso centro cultural que había abierto sus puertas hacía pocos meses y yo jamás había visitado antes.

Para variar, llegué bastante más tarde de la hora acordada. Y por lo que vi apenas entré a la sala de exposición, la inauguración ya había sido hacía rato. Así que muy pocas personas se encontraban en el lugar, las luces eran bastante tenues y una suave música ambiental aún sonaba de fondo. Recorrí toda la sala, cada rincón buscando a Diamante, y no logré encontrarlo por ningún lado. Intenté llamarlo varias veces pero parecía tener el celular apagado. Entonces cuando me resigné y decidí dejar de insistir en rastrearlo, me dispuse a observar con detenimiento las fotografías expuestas.

Había trabajos realmente interesantes, no sólo de la amiga de Diamante sino de distintos autores y con diferentes estilos y técnicas. Me detuve unos instantes frente a una imagen que me llamó la atención y estaba tan compenetrada en la obra que no me percaté de que alguien había llegado a mi lado. —Buenas noches, señorita —dijo la voz masculina de quien se había acercado a mí sin que me diera cuenta.

Luna ExtrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora