:: Capítulo Trece ::

483 43 1
                                    


Hola, mis estimadxs lectorxs! Cómo es que les va? Espero que súper bien :) Yo aquí estoy de vuelta compartiendo con uds el nuevo cap de mi locurita.

En esta ocasión lo que va a pasar entre nuestros queridos protagonistas puede que sea muy agradable para algunxs y no tanto para otrxs. Porque sé que hasta ahora esta historia ha provocado impresiones muy diferentes y opuestas en uds, lo cual me parece maravilloso, me encanta la diversidad de opiniones.

Pero también soy consciente de que no a todxs les están gustando mucho ciertas cosas, ya sean de la trama o de los personajes. Y me parece bien que así sea, porque no tengo por qué -tampoco soy capaz- de darle con el gusto a todo el mundo. Yo simplemente quiero transmitir a través de lo que escribo, que en este caso es una muy común y corriente historia de amor, gustos y experiencias personales -bastante retocadas y adornadas-.

Y particularmente con este fic lo que quiero plasmar no es una historia extraordinaria ni demasiado elaborada, sólo me interesa crear y lograr algo bien simple, lindo y entretenido de leer, nada más.

Así que si pueden disfrutar de toda esta locura que comparto con uds, yo estaré agradecidísima y sumamente complacida. Pero si no es de su agrado, no hay nada que pueda hacer.

Bueno, hechas las aclaraciones y desahogos pertinentes (?), lxs invito a leer el TRECE en paz!

Todos los personajes pertenecen a su autora Naoko Takeuchi, yo sólo los tomé prestados.

Abajito me despido,

Bell.-

.

.

.

:: Capítulo Trece ::

Muy lentamente comencé a abrir los ojos y la claridad de la habitación por la fuerte luz de la mañana que entraba por la ventana me encandiló por un momento. Ya había amanecido hacía rato, pero logré descansar y dormir tan profundamente que desperté algo desorientada y me costó ubicarme dónde estaba.

Bostecé y me desperecé largamente y cuando mis ojos se acostumbraron a la claridad observé todo a mi alrededor, y recién entonces me di cuenta dónde me encontraba. Estaba en el cuarto de Darien, más precisamente en su cama, acostada boca arriba y abrazada a su almohada. Me incorporé casi pegando un salto y volví a recorrer la habitación con la mirada. No recordaba cómo había llegado ahí ni qué había pasado, pero sí era consciente de que me sentía renovada, contenta, aliviada, completamente relajada. Hacía muchísimo tiempo que no me despertaba de tan buen humor.

Abracé la almohada una vez más, inspiré profundo y al reconocer su perfume, al recordar el hermoso sueño que tuve, todo lo que nos dijimos la noche anterior, sentía como si el aleteo de cientos de mariposas me hicieran cosquillas en la boca del estómago al pensar en Darien, en su sonrisa, en sus azules y preciosos ojos, esos ojos tan bonitos que me hacían estremecer entera cada vez que me miraba. Y apretaba la almohada con fuerza contra mi pecho y mi cara y me reía de mí misma por sentirme como una adolescente enamorada.

Porque así era, me había enamorado perdidamente de él. Porque con una intensidad inconmensurable, el amor y la ilusión que en los últimos días me había empecinado en dejar de lado me inundaban por completo. Porque en cada rincón de mi corazón, de mi cuerpo y de mi mente sólo era capaz de albergar los inmensos y maravillosos sentimientos que Darien despertaba en mí. Porque lo amaba tanto, tanto, tanto que me sentía la mujer más plena del mundo, no me importaba nada más.

Luna ExtrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora