:: Capítulo Dieciséis ::

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Hola hola, mi gente querida! Cómo es que les va? Espero que súper bien!

Yo por suerte ando mejor de ánimos aunque todavía con unos cuantos asuntos complicados (eternos) sin resolver. Pero a pesar de todo he podido acomodarme y organizar mis tiempos y actividades para darme el espacio necesario y dedicarme a hacer algo que me gusta muchísimo: escribir.

Así que aquí me tienen de regreso, después de casi 3 meses, con un nuevo cap de mi adorada locurita!

El único comentario previo que les haré va a ser en realidad una recomendación: Que busquen y escuchen para complementar a su lectura una muy bonita canción que se me ocurrió usar para este episodio. Me refiero a "Time after time" en versión de Chet Baker -es una antigüedad, pero creo que les va a gustar-.

Sin más para agregar, lxs dejo leer el DIECISÉIS en paz. Que lo disfruten!

Todos los personajes pertenecen a su autora Naoko Takeuchi, yo sólo los tomé prestados.

Abajo me despido,

Bell.-

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:: Capítulo Dieciséis ::

Me encontraba en la cocina de mi departamento muy afanada en los preparativos de la cena que con mucho empeño y entusiasmo estaba cocinando para mi adorado novio y mis queridos padres. Estaba muy concentrada controlando la pasta -panzottis de ricotta- y al mismo tiempo terminando de preparar la salsa -rossa con parmigiano, mi especialidad-.

Todo tenía que salir perfecto, no debía pasar por alto ni el más mínimo detalle. Así que probé la salsa por enésima vez con una cuchara de madera. —Mmm, ¡está deliciosa! —exclamé contenta al saborearla—. Sin dudas soy una experta en salsas, modestia aparte... —me halagué a mí misma y eché a reír.

Colé la pasta, la puse en una fuente y después de verter la salsa encima, la metí en el horno para que se siguiera cocinando. —Pasta: lista —dije satisfecha y seguí chequeando el resto de las cosas—. Queso: listo. Vino: listo —pero cuando volteé con la intención de encaminarme hacia la sala, me topé con Darien que estaba de pie junto a la barra del desayunador.

Aparentemente habría estado observándome en silencio sin que me diera cuenta, entonces pegué un salto del susto al verlo y me llevé las manos al pecho. —¡Por dios, Darien! ¿Qué estás haciendo ahí?

Él sonrió y comenzó a caminar lentamente. —Te miro —respondió con un suave tono de voz.

Yo también caminaba hacia él. —¿Me miras? ¿Por qué me miras?

—Porque me gusta mirarte —dijo al detenerse frente a mí—. Tú me gustas...

No pude resistirme ante semejante declaración y como la buena arrebatada que era -y sigo siendo- me abalancé sobre él para comenzar a besarlo repetidas veces. —Tú también me gustas... —dije entre besos haciéndolo reír—. Me encantas, Darien, ¡me encantas!

Claro que me encantaba, me fascinaba, ¡me volvía loca de amor! Y quería comérmelo a besos todo el tiempo. Y si bien yo me esforzaba por controlar mi efusividad, parecía que él poco a poco se iba acostumbrando a mis tan poco delicadas demostraciones de afecto. —¿Y qué te gusta de mí? —me preguntó mientras intentaba separarse un poco.

Luna ExtrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora