:: Capítulo Veintitrés ::

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Hola hola! Cómo están? Espero que súper bien :)

Tal y como les prometí -aunque demoré un día más de lo que les dije- aquí estoy de regreso con otro capítulo de esta eteeeeeeeerna locurita mía. Me costó muchísimo escribir estos últimos caps, y estimo que los siguientes también van a ser difíciles. Así que desde ya les advierto que probablemente vuelta a tardar un tiempo en actualizar, sepan disculpar...

Bueno, sin más para comentar por ahora les invito a leer el VEINTITRÉS en paz y les pido que por favor me digan qué les pareció en los reviews.

Todos los personajes pertenecen a su autora Naoko Takeuchi, yo sólo los tomé prestados.

Abajito me despido,

Bell.-

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:: Capítulo Veintitrés ::

Durante las siguientes semanas estuve bastante deprimida y con un humor de perros. Para lo único que tuve energías fue para sostener mi rutina diaria, ir de mi departamento al trabajo y del trabajo a mi departamento. No tenía ganas de ver a nadie, ni siquiera a las chicas. Sobre Darien y lo que pasó entre nosotros no me sentí con ánimos para explicarles nada. Con lo que él les había adelantado aquella tarde en la cafetería bastó para que comprendieran que tenía motivos suficientes para estar triste y evitar verlas o hablar. Incluso se los pedí, les dije directamente que no me sentía bien y que necesitaba estar sola por un tiempo hasta reponerme. De todos modos ellas estaban muy ocupadas con sus asuntos, Mina con su nuevo proyecto laboral y los preparativos de su boda, y Lita también con su trabajo que últimamente la tenía más ocupada que nunca.

Por otro lado, sumado a mi lamentable situación amorosa, las cosas con el proyecto de diseño que habíamos intentado llevar a cabo con Diamante tampoco habían terminado muy bien. Y como él era el amigo más adorable y amoroso del mundo -después de las chicas, por supuesto-, intentó por todos los medios hacer lo que sea para levantarme el ánimo. Hasta que un día, tras insistirme muchísimo y amenazarme con no volver a hablarme nunca más en la vida si no asistía, acepté su invitación a una exposición fotográfica. Dicha muestra tendría lugar en el mismo sitio que me había invitado unos meses antes y que él no se había presentado. Una galería de arte que formaba parte de un prestigioso centro cultural que había sido inaugurado hacía poco tiempo. Y hacia allá fui.

Cuando llegué, algo más tarde de la hora acordada, noté que la vernissage ya había dado inicio hacía rato. Aún así se encontraban varias personas en el lugar, las luces eran bastante tenues y unos músicos, que tocaban guitarra y cajón, ambientaban la muestra. Recorrí toda la sala buscando a Diamante y no logré encontrarlo por ningún lado. Intenté llamarlo algunas veces pero parecía tener el celular apagado. Decidí dejar de insistir en rastrearlo, probablemente algo lo habría retrasado, así que me dispuse a observar con detenimiento algunas de las fotografías expuestas.

Había trabajos realmente interesantes de distintos autores y con diferentes estilos y técnicas. Cuando me detuve unos instantes frente a una imagen que me llamó la atención noté que alguien había llegado a mi lado. —Buenas noches, señorita.

Apenas volteé a ver quién me saludaba, creyendo que se trataría de Diamante, sentí una alegría inmensa al confirmar quién era en realidad. —¡Zafiro! —exclamé contenta—. ¡Hola!

Sin darme tiempo a reaccionar, se me adelantó y esta vez fue él quien me abrazó efusivo. —Hola, Serena, ¡al fin llegas! —dijo muerto de risa.

Luna ExtrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora