:: Capítulo Dos ::

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Buenas noches, mis estimadxs lectorxs! Cómo están? Espero que muy bien!

Yo aquí estoy de regreso con un nuevo cap de esta nueva locurita mía. Por lo que leí en sus comentarios, creo que he dejado a más de una bien intrigada después del primer cap. Pero la historia recién empieza, hay mucho por contar, así que ténganme paciencia!

Antes de invitarlxs a leer, les comento que el título de este fic pertenece al de una canción del dúo Alejandro y María Laura, de la cual usaré fragmentos de la letra en algunos capítulos a lo largo de la historia. Hoy es el caso. Y a quienes les interese conocer el tema, les recomiendo que lo busquen y escuchen para complementarlo a su lectura. Si lo hacen, cuéntenme qué les pareció!

Bueno gente, ahora sí lxs dejo leer el DOS en paz. Que lo disfruten!

Todos los personajes pertenecen a su autora Naoko Takeuchi, yo sólo los tomé prestados.

Bell.-

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:: Capítulo Dos ::

No quiero recordar. No quiero remover el pasado ni volver atrás. No quiero ceder. No quiero volver a ser la que fui ni sentir lo que sentí.

Pero no puedo evitarlo, cientos de recuerdos y sentimientos que creía perdidos para siempre se imponen de repente en mi mente y mi corazón.

Y vuelvo a recordar. Todo empezó hace un año atrás...

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Aquella tarde, como lo venía haciendo desde hacía semanas, me había encerrado en mi departamento y me encontraba cómodamente desparramada en el sofá de la sala. No tenía idea de qué hora ni qué día de la semana era. Lo único que recuerdo es que estaba envuelta en un par de mullidas cobijas durmiendo plácidamente hasta que unos insoportables ruidos que provenían de la puerta interrumpieron mi tranquilidad y comencé a despertarme.

—Déjenme en paz... —protesté mientras me cubría la cara con un almohadón—. Por favor, déjenme sola.

Y tal y como me lo imaginaba que sería, reconocí la estridente voz de una de mis mejores amigas. —¡Serena! ¡Abre esta maldita puerta ahora mismo o Lita lo hará a patadas!

—¡Es cierto, Serena! —ahora Lita se acoplaba a los ruidosos chillidos de Mina—. ¡Si no abres inmediatamente, yo lo haré a los golpes!

—Qué fastidio, ¿por qué hacen tanto escándalo? —protesté otra vez.

De mala gana estiré mi brazo hacia la mesita para buscar mi celular a tientas. Y después de arrojar unas cuantas cosas al suelo, finalmente lo tomé. Pero cuando quise fijarme en la hora me di cuenta de que estaba apagado porque se había quedado sin batería.

—Rayos... —volví a quejarme.

Y comprendí que era muy probable que por eso habían venido hasta aquí, por no lograr comunicarse conmigo por teléfono. Arrojé el celular a un lado refunfuñando entre dientes y al notar que los golpes y gritos de las chicas no cesaban ni un poco, decidí levantarme.

Sin soltar las mantas y andando a paso pesado, casi arrastrando los pies, llegué finalmente a la puerta y abrí. —¡Serena! —exclamó Mina con dramatismo—. ¡Gracias a dios estás bien! ¡Estaba tan preocupada! —y enseguida saltó sobre mí para abrazarme.

Luna ExtrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora