Capítulo XXIV ☾

47 8 0
                                    

No hay nada, simplemente un color negro que me absorbe, que me envuelve completamente. No siento ni frío ni calor.

¿Esto es morir? No, sé que estoy viva, lo puedo sentir.

Esa sensación que te recorre después de haber dormido por mucho tiempo es la que siento justo ahora. Es como si estuviera entumecida y poco a poco mis sentidos se fueran despertando.

Luego de tal vez un par de minutos, o quizás más, mi sentido de audición se encuentra agudizado pero aun así no logro escuchar nada. Sólo hay silencio.

Dejo que el tiempo pase mientras recupero la capacidad de dominar mi cuerpo. Cuando logro que éste acate mis órdenes es que puedo por fin abrir mis ojos de forma lenta pues mis párpados se sienten muy pesados, tengo que pestañear unas cuantas veces para acostumbrar mi vista y poder lograr mirar con claridad lo que hay frente a mí; el techo de madera sin pintar hace que frunza levemente pues lo reconozco, lo he visto todos los días que despierto, desde mi cama.

¿Estoy en mi casa?

Con algo de dificultad consigo girar mi cuello y poder confirmar donde me encuentro. Y así es. Estoy en mi casa, en mi habitación. ¿Pero cómo...?

Regreso mi mirada hacia el techo sintiendo mi boca muy seca y mis músculos tensos y horriblemente adoloridos. Además, mi cuerpo sigue un poco dormido, pesado, por lo que no creo lograr moverme con la misma rapidez con la que lo haría normalmente.

Mis pensamientos vuelan por el aire mientras que rememoro lo último que recuerdo antes de perder la conciencia, pero una sombra percibida de reojo capta toda mi atención sacándome de mi pequeño recuerdo. La imagen de él hace que mi corazón se acelere de forma casi vergonzosa, pero no le doy importancia y continúo observándolo; está mirando por la ventana de la habitación, su mirada se encuentra pérdida en algún punto fuera de estas cuatro paredes, su postura al igual que su rostro denotan cansancio y en sus labios se encuentran formada una línea recta cubierta alrededor por una barba de días que lo hace ver muy maduro, inalcanzable.

La verdad no sé cuánto tiempo pasa hasta que nota que me encuentro despierta, pero cuando lo hace y sus ojos se topan con los míos estos toman un brillo que los hace ver incluso más increíbles de lo que ya son.

Sus pasos son lentos mientras se acerca a donde estoy y lo único que yo puedo hacer es seguir observándolo pues aún sigo sintiéndome muy débil. Cuando su mano toma la mía aquella ya conocida descarga eléctrica recorre mi cuerpo sacándome una diminuta sonrisa de mis labios.

— Despertaste — musita acariciando mi rostro con su mano libre.

Cierro mis ojos disfrutando de la sensación de sus dedos sobre mi piel, deslizándose por mi piel, acariciando mis labios de forma tan suave que no puedo resistir soltar un perezoso suspiro que se asemeja a un pequeño ronroneo. Cuando vuelvo a abrir los ojos me encuentro con dos hermosas lagunas azules que me miran con atención.

— ¿Cuánto tiempo...? — comienzo con voz ronca y pastosa por lo que me detengo, lo bueno es que no tengo que terminar la pregunta porque sabe a qué me estoy refiriendo.

— Casi una semana. Seis días — murmura luego de un suspiro.

No puedo evitar sorprenderme antes aquella declaración. He estado casi una semana inconsciente. Con ese pensamiento otros miles empiezan a surgir en mi mente.

Lamo mis labios en un intento por humedecer mi boca, pero el vaso de agua que me tiende Zach parece una mejor manera. Cuando el agua cumple su función decido hacer las preguntas que rondan por mi cabeza.

— ¿Cómo está Warrick?

— Está bien — asegura sentándose en el borde de la cama —. Creo que disfrutaría el hecho de tener la atención de todos de no haber estado tan preocupado por ti — comenta en broma con una sonrisa tomando de mi mano entre las suyas.

Custos Lux [#1 Saga Fantastic Creaturae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora