Lo que debo hacer

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Sasori Akasuna


       

El sonido del timbre me despertó, retumbaba en mis oídos como un enorme campana. Me levanté de mala gana y es que no me quería mover, estaba durmiendo tan plácidamente en mi cómoda y ahora limpia habitación que quería quedarme ahí, me restregué los ojos mientras bajaba las escaleras y el timbre seguía sonando una y otra vez. Abrí de golpe para encontrarme con Itachi.

— ¿Qué haces aquí?

— Vamos a visitar a Sasuke ¿lo recuerdas?

— Cierto —exhalé pesadamente— pasa. No creas que no sé que me llevas para tener una excusa para irte temprano.

— Si fuera por mi hermano me quedaría todo el día y toda la noche con él. Aún no se acostumbra a vivir sólo.

— Sé directo entonces.

— No, es más divertido ser una piedra en tu zapato —sonrió con arrogancia.

Sasuke, el hermano pequeño de Itachi se había mudado hacia unos meses de la casa de sus padres y le pedía que lo fuera a visitar una vez por semana y aunque Itachi dijera que era un fastidio se le notaba lo mucho que se preocupaba por su hermanito y yo sabía que no me llevaba para tenerle la excusa perfecta a Sasuke para irse temprano sino para no querer quedarse él, Sasuke estaba muy bien en su departamento, siempre fue independiente y responsable pero para Itachi siempre iba a ser su pequeño y querido hermano.

— Te haré algo de desayuno, ve a cambiarte —entró a la cocina y abrió el refrigerador— por cierto ya era hora de que limpiaras aquí.

— Si —sonreí a medio lado mientras miraba todo el lugar. No pude evitar pensar en él, en Deidara, en la razón por la que había arreglado tal desastre.

Cuando me comentó sobre la exposición en el museo casi muero de la alegría. Claro que tenía ganas de ir pero ir juntos era un sueño hecho realidad. Hace muchos años fuimos a una y recuerdo perfectamente como sus hermosos y azules ojos se clavaban en cada una de las fotografías. Nunca repetimos tal salida y aunque ganas no me faltaban nunca me atreví a decírselo a él, a nadie, pero Itachi parecía leer mis expresiones perfectamente y me reprochaba por mi falta de iniciativa. Sé que tenía razón y que intentaba ayudarme pero mi naturaleza retraída no me permitiría ser tan directo como él o Deidara y era algo que admiraba de ambos, el poder decir lo que pensaban y sentían sin tapujos ni vergüenza. Era usual para mi pensar demasiado las cosas y acababa guardándome todo.

— Se ve muy bien ¿verdad?

— Si —colocó las cosas sobre el mesón— apúrate que no quiero llegar tarde.

Subí al baño y abrí el agua caliente y una enorme sonrisa se pintó en mi rostro al recordar a Deidara en y lo bien que la habíamos pasado. Me toqué los labios y el cuello reviviendo su tacto, lo mucho que me gustaron sus besos y como quería hacerlo de nuevo. Un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo y no daba de la satisfacción. ¿Desde hacía cuánto me gustaba de esa manera? Todo de él me fascinaba, su suave cabellera rubia que caía sobre sus ojos azules, que hermosos eran sus ojos maldita sea no era justo, su piel pálida y su fuerte cuerpo. Absolutamente todo lo que a él se refería me deleitaba.

Terminé de alistarme lo más rápido que pude para evitar que Itachi se molestara más y bajé abotonándome la camisa. Él estaba sentado en la mesa y leía el periódico. Había hecho un festín en tan poco tiempo pero claro, el señor Uchiha era excelente en todo lo que hacía y la cocina era de sus mejores cualidades.

— Gracias por la comida —me senté y comí mientras lo miraba— ¿no comerás nada?

— No, amanecí sin apetito —dijo escueto y siguió con el rostro enterrado en el periódico.

Lo que se quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora