Sasuke

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Me levanté tarde al día siguiente y me vi al espejo, tenia el cabello todo enmarañado y los párpados rojos e hinchados. Me sentía mal, me dolían las articulaciones y estaba avergonzado. Cuando abrí las cortinas después de lavarme la cara, la luz de fuera me deslumbró. No quería seguir siendo el juguete de Deidara, mientras más me ilusionaba con él mas daño me hacía, cómo quería que pudiera ser solo daño físico pero ya estaba en la posición en la que mis emociones estaban por el piso, mi autoestima era casi inexistente. Me veía en el reflejo del vidrio y pensé que hombre tan patético, era imposible no sentirse así. Ya no era un niño pero maldita sea tenía menos control emocional que uno y la influencia que los demás tenían en mi era absurda. Sabía que era apuesto, que tenía dinero e infinidad de posibilidades para hacer lo que quisiera, pero en ese momento sólo deseaba olvidarme de él.

La mucama llegó un rato después y estoy casi seguro que pensó que mi noche había sido de sexo increíble por las marcas en las muñecas y en el cuello y el aura de vergüenza que inundaba mi departamento. Se puso guantes de goma para cambiar las sábanas y limpiar mi habitación aunque quizá era pura paranoia de ella. No quise salir esa mañana así que solo tome un baño y me encerré en el taller para seguir trabajando. Me distraje así los siguientes días. No fui a la Universidad ni hablé con nadie. Pain me llamaba todos los días y Sasuke me enviaba mensajes para saber qué había pensado de la oferta de su padre pero esa maldita conversación no podía importarme menos. Me la pasé encerrado en el taller sin lavar mi cabello ni mis pies. Dormía en el sofá y comía fideos instantáneos todo el día. Cuando me miré al espejo después de dos semanas en ese cutre estado no podía ni reconocerme, tenía el cabello enredado, la cara sucia y se me marcaban los pómulos. Estaba más delgado y en estado deplorable y lo que peor, todo por culpa de un enfermo. Pero me molestaba más conmigo mismo por pensar así de él solo porque no quise dejarme follar de esa manera, eso pensaba yo. Pensaba y sentía que todo lo que había pasado era un error, todo lo que ocurrió en el cumpleaños de Konan, la ida al museo, el beso que me dio en el bar y el que yo le di en la puerta de mi casa, sin contar esa terrible noche en su departamento. Pero para mí él no tenía la culpa, la culpa era mía por ser un inexperto en cualquier relación íntima con alguien y aún más inexperto tratándose de un hombre. Fue Itachi quién entro a mi departamento y me di cuenta de lo patético que me veía. Otra vez todo estaba desordenado, piezas de títeres regadas por el suelo, olor a resina y pintura en todas las habitaciones y hollín y polvo en cada superficie.

—Das asco —me dijo al pasarme un paño húmedo para que me quitara el polvo de la cara.

—Gracias.

—Estoy preocupado —a pesar de decirlo era inexpresivo y su tono de voz casi nunca cambiaba.

—No tienes por qué.

—Me preocupa que no has llamado a mi padre. Si no hablas con él perderás la oportunidad. No te queda mucho tiempo para pensarlo así que deja el drama y ponte a trabajar.

Me tiró una toalla con fuerza y se fue tan rápido como apareció.

Tenía mucha razón, en vez de estar encerrado culpándome por las estupideces que hice debí haber estado pensando en una respuesta para Fugaku. ¿Hasta me importaba lo que Deidara pensara del viaje? En verdad hubiera cambiado de decisión con respecto a lo que él me dijera?

—Lo llamaré mañana —envié el mensaje a Itachi y me metí a la ducha.

Cuando salí de mi habitación me dio asco ver como estaba todo. Llamé a un servicio de limpieza y les pedí que botaran todo, todos los títeres que había intentado hacer en esos días, la resina y las pinturas. No quería tener cosas que me hicieran volver al estado en el que estuve esas semanas. No quería dormir allí y pensé en el único lugar donde sabía que me recibirían.

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2018 ⏰

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