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Capítulo 15

~ACTUALIZACIÓN ESPECIAL 2k~

Brandy había ido a trabajar, la dejé allí y me quedé para tomarme un trago antes de decidir irme. El club estaba lleno y el ambiente era demasiado ruidoso. Crucé la ciudad hasta otro local; estaba más lejos del centro y más aislado.

Al entrar al parking me di cuenta que allí tan solo había unos pocos coches. Era bastante pronto así que quizás era por eso que no había nadie.

Apagué el motor y miré la entrada a través del espejo retrovisor. Saqué la llave del contacto y abrí la puerta para salir antes de volver a cerrarla para poder bloquearla. Anduve hacia la entrada para terminar tirando de la puerta y entrar.

Unos cuantos chicos estaban sentados alrededor del escenario y un par estaban sentados junto al bar. Una chica bailaba en el escenario; llevaba una peluca roja, zapatos con purpurina y un sujetador blanco a juego con su tanga.

Me acerqué quedando unos cuantos pasos por detrás de los hombres sentados junto al escenario, mirando como ella bailaba. No era nada comparada con Brandy. Brandy conseguía captar la atención de todo el mundo, esta chica tan solo andaba moviendo su trasero.

- ¿Puedo ponerte algo para beber? –preguntó una chica que se dirigía hacia mi dirección hasta que quedamos cara a cara. Llevaba puesto un antifaz que cubría la mitad superior de su cara, pero aun así podía ver sus preciosos ojos verdes. Envolvió su brazo alrededor de mis hombros esperando mi respuesta.

- Una cerveza –dije.

- Claro –dijo pasando su mano por mis hombros y después por mi brazo. Se dirigió hacia el bar e, inclinándose hacia delante de la barra, pidió la cerveza por mí.

Mis ojos viajaron desde su nuca, por su espalda, hasta su redondeado trasero que destacaba sin esfuerzo mientras lo movía de lado a lado.

El chico del bar le dio la cerveza y ella se incorporó para darse la vuelta y andar hacia mí. Su pelo era castaño claro y sus ondas descansaban en sus hombros desnudos.

- ¿Hay algo que pueda hacer por ti? –me preguntó.

- No, estoy bien gracias –dije.

- ¿Estás seguro? Tenemos habitaciones en la parte de atrás, podría hacerte sentir muy bien –susurró.

- No, gracias –dije bajando mi mirada hasta el suelo mientras su mano recorría mi pecho de arriba abajo.

- Incluso te haré un descuento –insistió.

- No –repetí.

- Escucha, en serio necesito el dinero –lo dejó ir en un susurro.

- Lo siento –dije.

- ¿Podrías reconsiderarlo? –preguntó.

- ¿Cuánto cobras? –pregunté.

- Bueno, mis shows privados cuestan treinta, si quieres tocar son cuarenta, las mamadas cuestan cincuenta y el sexo son cien –dijo– mi jefe fija los precios pero también se lleva la mayor parte, así que las propinas son muy apreciadas.

- No llevo mucho conmigo –dije.

- Está bien, gracias de todos modos –dijo andando hacia el siguiente chico. La miré ir de tipo en tipo, cada uno rechazándola.

Un hombre gordo que llevaba puesta una cadena alrededor de su cuello se dirigió hacia ella y la tomó del brazo para llevarla a través del club. Supuse que era su jefe.