XVI

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Después de caminar un rato, llegue a lo que es la cocina, en donde estaban Tara y Alex lavando y secando unos trastos entre risas y bromas. Pasamos silenciosamente y Matteo se sentó en un banco a un lado de la isla de la cocina mientras que yo me fui directo al refrigerador a sacar algo para comer.

— ¡Ah! —Exclamó Alex del susto al girarse y vernos de la nada— ¿Porque ustedes no hablan? Digo yo, es que asustan así, apareciendo de la nada. —Dijo Alex mientras intentaba controlar su corazón.

— Yo no veo a Tara asustada. —Dije mientras cerraba el refrigerador y tomaba una fruta de la mesada; No me apeteció nada del refrigerador— ¿O si te asustaste, cuñadita?

— No, no me asuste porque sabía que venían. —Respondió ella mientras se secaba las manos.

— ¿Cómo supiste eso, Tara? —Le pregunto Alex claramente sorprendido.

— El aroma se hizo más fuerte. ¿Tú no lo notaste, Alex? —Le pregunto ella, y Alex solo negó.

— Bueno, es que tenía muchas cosas en la cabeza... —Matteo y yo asentimos siguiéndole la corriente luego Tara corrió a los brazos de Matteo, quien la abrazo y sentó en sus piernas— Ellos ya no se van a separar jamás ¿Verdad? —Me pregunto discretamente Alex abrazándome por los hombros.

— No lo creo. —Le respondí mientras los observaba jugar cual par de niños que eran.

Horas después...

— Fred, ¿Cuánto falta? —Preguntaron Tara y Matteo al unísono.

— Poco, falta poco. —Respondió él pacientemente mientras seguía caminando, alternando la mirada entre la brújula y el frente sin que los chicos lo notaran, o al menos eso ha estado intentando.

— Fred, ¿Qué es esa cosa que traes en la mano? —Pregunto Alex acercándose a él al notar la brújula en la mano de Fred.

— Una brújula mágica. —Respondió Fred simplemente sin detener la marcha.

— ¿Y para que es? —Pregunto Alex con curiosidad intentando tomar la brújula, lo cual no logro ya que rápidamente Fred cambio de mano la brújula.

— Para guiarme. —Respondió Fred con obviedad y guardo la brújula.

— No estamos perdidos ¿O sí? —Pregunto Matteo tomando en brazos a Tara.

— No, no lo estamos. De hecho, falta poco para llegar a nuestro destino.

— Entonces, si no estamos perdidos ¿Para qué usas una brújula?

— Para no perderme, es una medida de prevención. —Explico él volviendo a sacar la brújula para reconfirmar el camino a seguir— Algo no anda bien...

— ¿Qué? Ay, no me digas, ya sé. Tu anticuada brújula ya no sirve y nos perdimos.

— ¡Que no nos perdimos, Matteo! Pero sí; la brújula se volvió loca, ya no sirve. —Respondió Fred algo enfadado guardándose la brújula— No hace más que dar vueltas y vueltas sin apuntar a ningún lado.

— Fred, ¿tienes alguna idea de porque la brújula pudo averiarse? —Le pregunte acelerando el paso para alcanzarle.

— Se supone que eso no sucede a menos que entremos en una barrera o se le aplique un hechizo a la brújula para que se comporte así. —Explico Fred sacando y enseñándome la brújula.

— No creo que este hechizada ¿y tú? —Fred negó y guardo la brújula— ¿Crees que hayamos entrado en una barrera?

— Es probable... O quizás Matteo tiene razón y dejo de funcionar por los años. —Concluyo Fred cruzándose de brazos— Bueno, lo que haya sido ya no es de importancia, porque ya llegamos.

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