XXIV

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― ¿Qué? Yo no lo hice... Yo solo... Pensé... ―Zarina bajo la mirada y suspiro.

― Pero que bella reunión familiar...

― ¡Ahhh! ―Gritaron todos y se giraron a ver a Luna sentada tranquilamente en el barandal de la escalera. Esta bajo descuidadamente deslizándose por este y aterrizo junto a Tara.

― Hola pequeña. ―Le saludo sonriente acariciando su mejilla. La niña abrió grande los ojos y no se movió― Tranquila, no te are daño. ―La soltó y esta corrió a los brazos de Matteo― ¿Qué le ocurrió a Vanesa?

― Se desmayo de pronto. ―respondió Alex calmando el ritmo de su corazón. Luna toco el vientre de Vanesa y cerró los ojos, segundos después los abrió con una sonrisa― El bebé está bien, al igual que ella. Llévenla arriba y recuéstenla. Necesita descansar. ―Alex sin titubear le obedeció y tomo a Vanesa entre sus brazos. Subió rápidamente por las escaleras y entro en su habitación.

― Lucas, ¿Estas bien? ―Inquirió ella al notar las pequeñas manchas de sangre en las comisuras de sus labios.

― Si, tía. Lo estoy.

― ¿Y tú, Zarina? ―Esta asintió cubriendo su muñeca. Luna rápidamente se acercó a ella y tomo esta― Trae a acá. ―La examino, sin marca alguna más que unas gotas de sangre― Cuanto lo siento. No volverá a ocurrir. ―Ella alzo una ceja y rio burlona― Bueno, es un decir, ya me conocen.

― Em, disculpa, ¿tú eres?... ―Inquirió Matteo avanzando hasta ella, dejando atrás a Lucas.

― Soy Luna de Collins. Más conocida como la reencarnación. Un gusto conocerlos en persona al fin. ―Fred abrió grande los ojos y se arrodillo rápidamente con la cabeza gacha.

― Matteo, arrodíllate. ―Este abrió grande los ojos y le obedeció a su hermano, arrodillándose con la niña en sus brazos, sentándola en una de sus piernas.

― Oh, de pie, de pie. ¿Qué demonios hacen? ― Dijo Luna mientras los jóvenes contenían las risas.

― Disculpe nuestra falta de respeto... ―Dijo Fred sin moverse ni un centímetro. Entonces Lucas avanzo hasta él y lo puso de pie.

― Haces el ridículo. Eres del clan. No tienes que hacer eso. ―Matteo levanto la cabeza, rodo los ojos y se puso de pie.

― Gracias, hermano...

― Cállate...

Lucas cerro los ojos y reprimió una carcajada. Se acerco a Zarina y la abrazo tranquilamente por la espalda― Te pido disculpas por lo de...

― Ya, no interesa. Estas bien y eso es lo que importa.

― Em, bueno, supongo tendrán muchas dudas no. ―Los hermanos asintieron rápidamente― Entonces, ¿Qué tal si me invitan una tácita de café y les explico todo?

― ¿Qué eres? ―Pregunto Tara con curiosidad y extrañeza.

― Muchas cosas, pequeña. ―Le respondió sonriente. Se acerco a ella e hizo aparecer una flor violeta― Ten, hermosa. ―La niña la tomo y admiro por unos segundos― Lo importante es, pequeña, que yo cuido de ustedes, y quiero que siempre estén bien y felices ―Dijo ella apretando levemente su nariz, haciendo que esta sonría.

― ¿Eres buena?

― Si, pequeña. Lo soy. ―Esta estiro sus brazos hacia ella y Luna la tomo en brazos. La pequeña besó su mejilla y la abrazo― Y bueno, ¿Me invitaran el café o no?

― Eh, si, claro. Acampánenme. ―Respondió Fred dirigiéndose a la cocina. Todos le siguieron sin más― ¿Cuantas de azúcar? ―Pregunto sacando las tasas del mueble.

― Dos, por favor. ―Fred asintió y cerró las puertas del mueble.

―Matteo, deja de mirar así a Luna y ayúdame.

― Se olvido de mi...

― Ya supéralo... ― Matteo suspiro y fue a ayudarle a su hermano mientras todos tomaban asiento.

―Matteo, Tara quiere un unicornio bebe, por eso me abraza. cálmate. ―Le comento Luna a Matteo y este hecho a reír. Mientras ponía café en las tazas.

― Eh, chicos, ¿Cuántas de azúcar? ―Le pregunto Fred a los tortolos.

― Cuatro. ―Respondieron al unisonó.

― Dos, Frederick. ―respondió Luna mirándolos seriamente. Entonces estos se separaron instantáneamente.

― Em, de acuerdo. ― respondió él terminando de poner azúcar en las tazas. Matteo puso el agua en estas y con un chasqueo, Fred hizo hervir el agua. Entre ambos sirvieron y Luna hizo aparecer un platón de galletas con chispas de chocolate en el centro de la mesa―Entonces... ¿Con ellos fuiste a entregar los cofres?

― Exacto. Así es.

― Y ellos son... ¿Del clan?

― De la familia. Mi clan es una familia. Este hermoso niñito de acá es mi sobrino, ella su novia.

― ¿Y que son exactamente? ―Pregunto Matteo.

― Él es un hibrido, como su sobrino, y ella una commodum.

― ¿Qué eran esas llamas blancas? ―pregunto Fred tomando asiento a su lado.

― Oh, son... Eran para eliminar a mis oponentes. Incinere a casi todos los vampiros de la región. Pero me faltan los que no estaban fuera, expuestos.

― Oh, entiendo... Y ella, ¿Por qué tiene alas? ―Pregunto Matteo sentándose a su lado, sacándole una pluma.

― Auch. ―rápidamente Zarina guarda sus alas y le pega un palmetazo en la cabeza a Matteo.

― Porque yo se las di un día. En resumen. Y no vuelvas a dañar a Zarina o me olvido que eres del clan y te encierro en el calabozo una semana. ―Matteo alzo las manos y soltó la pluma, esta floto unos segundos y luego desapareció con un haz de luz.

― La barrera ya no existe, ¿estaremos seguros? Pregunto Fred tomando un sorbo de su taza de café.

― Oh, cierto, ¡la barrera! ―Luna saltó de su asiento rápidamente y corrió fuera de la cocina seguida por la mirada curiosa de todos.

Se pusieron de pie y le siguieron con curiosidad. Descubrieron a esta en el patio, con las manos alzadas y una peculiar luz celeste emanando de sus manos hacia el cielo. Ella se inclinó un poco y luego salto con fuerza, tal cual lo había hecho Lucas aquella vez. Ahora la luz era mucho más intensa y semejante a un rayo que comenzaba a cubrir el cielo con suma rapidez. En cosa de segundos ya cubría todo lo que la vista les permitía ver. Luna giro lentamente sobre si, mientras caía y la luz dejo de emanas de sus manos. Levito a centímetros del suelo y cayo. Y con una sonrisa avanzo hasta los chicos tranquilamente.

― Listo. La barrera ha vuelto. ―Comento pasando a un lado de Fred, palmeando su hombro con tranquilidad.

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