XXXII

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― ¿Qué demonios paso aquí? ―La joven avanzaba cautelosa con el entresueño unido por la confusión― Guau... Este si que estaba loco. ―Exclamó al ver los restos humeantes de lo que parecía ser algo vivo, semejante a un ser humano. Junto a él había un gran libro de piel. Antiguo al parecer. Estaba intacto, a diferencia de lo que parecía ser su dueño hecho barbacoa.

Luna tomó el libro y lo hojeo un momento. Un ejemplar interesante. Abarcaba este muchos temas, todos relacionados con el mundo esotérico, por lo cual concluyó que la barbacoa solía ser un brujo. Uno desafortunado.

― Vamos a ver que intentaste hacer. Show me the last conjuring. ―Pidió ella al libro en el idioma de las anotaciones en este. Rápidamente las paginas se cambiaron hasta una en particular― Como crear Boralobs... ¡Hijo de tu maldita... Idiota... ―La joven rodó los ojos y cerró el libro― Por imbécil dejare que seas comida de los gusanos. ―Rápidamente se trasladó a la manada― Oh ¡Diablos! ―Estaban por todos lados, merodeando, olfateando una presa― Está bien, supongo que... Tendré que traerlos de vuelta. Ominus eterre lobest conjuring. Ominus diabolic. Boralobs chang on back Wolf. Kill whats some pruve the Blood of his mates... ¡Sic fiat! ―Rápidamente cubrió sus oídos y los gritos comenzaron. Caían como moscas. Poco a poco su cuerpo volvía a ser lo de antes. Poco a poco se convertían nuevamente en humanos. Y esperemos que en un tiempo más también en los lobos que solían ser.

― ¡Oh shit! Pasó un puto día. El tiempo vuela aquí man... ―Toco su cabeza con cansancio― Debo cenar... ―En cosa de segundos se arrojó al suelo a cuatro patas y corrió hacia el bosque con tal velocidad que no parecía humana, a pesar de no haberse trasformado. Agudizó sus instintos para rastrear una presa, pronto encontró algo apetitoso. Con sumo silencio se acercó para luego saltar a su cuello y clavarle los colmillos. Debió cada mísera gota que pudo succionar. Una vez terminó se levantó y observó el cadáver― ¡Diablos! Maté a Bambi. JaJaJaJaJa ―Y entre risas se tele trasportó hasta la casa de los chicos― ¡Hey! Ya volví... ―Registró la casa y no había rastro de ellos― Que inteligentes son... ―Se concentró y logró sentir la presencia de Lucas. Se tele trasportó hasta él.

― ¡Ahhhh!

― ¡Calma! Solo soy yo. ―Respondió luna ante los gritos de los jóvenes y se cruzó de brazos.

― Ti-Tienes sangre... ―Señalo Alex hacia ella.

― Oh, solo fue mi cena. ―Con el bordé de su camiseta limpió la sangre fresca en su boca. No era nada― Es de animal. Tranquilos. ¿Ninguno fue mordido?

― Tuvimos suerte. Estamos todos bien.

― Perfecto. Gracias Fred. Ahora, Lo que haremos, Sera reubicarlos. No están seguros aquí.

― ¿Por qué?

― Porque, mi querida Tara, No confió ya en nadie. Este mundo está lleno de viles ratas. Vengan, tomen sus manos, en el caso de Vanesa abrácenla. Y tomen mis manos. ―Obedecieron y ella sonrió― Ahora... Cierren los ojos y piensen en algo lindo. Por nada del mundo se suelten. ―Obedecieron y una Luz les consumió. Al apagarse esta se encontraban en otro lugar. En una playa― Bienvenidos a mi hogar. Mi isla del paraíso. Aquí vivirán hasta nuevo aviso. Les informo de igual manera que estamos 17 años en el futuro.

― ¿Qué? ―Inquirió Matteo con los ojos abiertos.

― Lo que escucharon. Calma. Aquí estarán a salvo. Pero no por mucho tiempo. No puedo cambiar demasiado el pasado. Esto es solo provisorio. Síganme. Les guiare a su cabaña. ―Con un paso simpático y animado Luna les grui hasta una linda cabaña de dos pisos con vista al mar― Este será su hogar. Pasen. Pónganse cómodos. Lo que necesiten me lo anotan y yo se los traeré. No tienen permitido nadar en la playa más allá de la barrera.

― Guau... Gracias. Esto es...

― No hay de que querida. Les informo desde ya que aquí, la única vida inteligente, son seres humanoides. Aquí no hay peligro. No hay animales ni nada. Solo vegetación, seguridad, un lindo clima y muchos mocosos.

― ¿Cómo es eso posible?

― Mi querido Fred, yo te lo explicaré. Yo he creado esta isla desde cero. Y controlo todo en ella mediante una barrera. Están... en un bucle por así decirlo.

― Alex... ¿Qué son mocosos? ―Preguntó inocentemente Tara.

― Son niños.

― ¡¿Hay niños?! ―Preguntó llena de emoción.

― Aparentemente si.

― ¡Yaiii!

― Bueno chicos. Yo me voy a descansar. Cualquier cosa estoy en la casa esa toda grande unas cabañas más allá. Hay comida en la cocina. Toallas en los baños, así como artículos de higiene personal de sobra. Y dentro de unas horas vendré por la lista.

Se despidió amigablemente y salió por la puerta, por primera vez como una persona normal. Los chicos tomaron asiento y suspiraron al unísono. Al fin en completa paz. Se sentía bien. Los chicos subieron a darse unas duchas y las chicas junto a Lucas se fueron a comer unos bocadillos.

Por primera vez en un año, Vanessa se sintió a salvo y en calma. La felicidad la embargó al poder ver los ojos de su hijo y saber que todo estaría bien. Besó su frente y admiró su dulce sonrisa. Unos minutos después junto a Tara exploraron la planta baja. Descubrieron dos cuartos y una sala de estar con estanterías repletas de libros, películas y juegos de mesa.

La cabaña era acogedora, de madera barnizada y piso flotante de un tono claro. En el pórtico había un sillón mecedor, como los de los hoteles. Y el patio trasero se veía limitado solo por la vegetación del bosque. Por donde se mirara, era una vista hermosa.

Las chicas decidieron quedarse en el pórtico cómodamente en el amplio sillón meciéndose. Lucas admiraba con sus brillantes ojos todo a su alrededor. Nunca había visto algo así, al igual que ellas. Miraba con asombro, casi hipnotizado, las olas sobre la costa, la espuma, el cielo claro y las nubes... Estaba en silencio, con una hermosa expresión en su rostro. Vanessa no lo resistió y beso sus mofletes regordetes. Era adorable. Tomaba con fuerza el dedo de su madre entre su mano y lo movía suavemente.

― ¿No es adorable?

― ¡Sii! Es como un muñequito. Mi sobrino es hermoso...

― Lo es... Igual que su tía. ―Vanessa le guiño un ojo y Tara rió dulcemente.

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