XXI

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Vanessa se encamino a la cocina rápidamente cuando los chicos subieron las escaleras. Descubrió para su suerte que si había comida en esta. La leche y el cereal junto con un bol para Tara. Encendió una de las hornillas de la cocina y se puso a hacer uno cuantos pares de huevos revueltos en el satén para los chicos y ella y en otro sartén, se puso a freír el tocino. Para cuando los chicos bajaron ella ya estaba sirviendo todo en los platos.

— Oh, Alex, ¿podrías pedirles a los chicos que bajen? Ya deben estar listos, los desperté un poco antes de que ustedes llegaran.

— Si, claro.

— Están en la habitación de Matteo. Gracias. —Alex, quien ya iba camino a salir de la cocina, dio media vuelta y se paró en seco.

— ¿Qué? —Pregunto con la expresión más seria que Vanessa jamás vio.

— Fred... —Ella se desligo completamente y termino de servir.

— Tranquilo, Tara se nego a dormir sola. Queria dormir com Matteo. Intente convencerla de lo contrario, pero no funciono. —Alex entrecerró los ojos y torció el gesto— No le hizo nada, te lo puedo dar firmado. Recuerda que Matteo aun es un niño.

— Si, un niño, pero en el cuerpo de un adolescente, durmiendo en la misma cama con su mate. ¡¿Acaso estas demente Fred?! —Frederick cerro los ojos y respiro hondo.

— Mi hermano no es igual a ti. Y Tara es una niña, es imposible que cualquiera de los dos llegue a sentir eso por el otro. Sabes que en esta etapa eso no sucede. Cálmate. —Alex asintió con mala cara y salió de la cocina camino a la habitación de Matteo.

— Oye Fred. —Este se giro hacia ella— Ya no parecen estar ebrios. ¿Un hechizo o qué?

— No...— Vanesa saco unas cuantas naranjas del frutero y las rebano a la mitad.

— Ah, ¿no? —Pregunto ella mientras ponía las mitades de las naranjas en el exprimidor.

— Una poción.

— ¿Existe una para eso?

— Mamá la creo. Es de sus días de fiesta, antes de conocer a papá.

— Oh... ¿Y como la has hecho tan rápido?

— Tenia guardada un poco de la última vez que Alex salió de fiesta. La prepare solo porque no quería que Alex le fastidiara el cumpleaños a Sophie.

— ¿Cómo no noto Alex que le diste una pasión?

— Se la di diluida en mi café especial anti resaca.

— Oh... ¿Era común que Alex llegase ebrio? Digo, porque has hecho una bebida y todo para camuflar la poción.

— No tanto. Lo normal. Era común que los chicos pasaran por unos tragos de vez en cuando y a veces se les pasaba la mano. Además, Sophie y Jackson lo necesitado más de una ves. En su aniversario, en año nuevo, reuniones familiares... Bueno, tú me entiendes.

— Si, te entiendo... —Respondió Vanessa con una sonrisa mientras sacaba vasos de la repisa. Puso los vasos sobre la mesa y comenzó a servir el jugo.

— Hola, cuñada. Hola Fred. Buenos días. —Saludo Tara al entrar en la cocina. Fred la levanto y la sentó en la silla.

— Hola cuñada, Buenos días para ti también. ¿Cómo dormiste?

— Muy, muy, muy, muy, muy bien. —Vanessa rio y le sirvió cereal y leche en el bol— Gracias.

— Buenos días. —Saludo generalmente Matteo y tomo asiento al lado de Fred. Alex tomo el asiento a su lado.

— Buenos días. ¿Cómo amaneciste, Matteo?

— Con un terrible dolor de cuello. —Respondió él mirando mal a Tara.

— ¿Por qué? Oh, has de haber dormido ¿Qué te paso en el cuello? —Se interrumpió a si misma Vanessa al ver la marca a medio sanar en el cuello de Matteo.

— Tara me mordió. —Alex rio y tomo un poco de su jugo.

— ¿Qué? —dejo los trastes en el lavaplatos y se sentó a la mesa.

— Es que soñé que lo marcaba... —Respondió Tara sintiéndose apenada.

— ¿No eres muy pequeña para eso aun?

— Lo es, de hecho. —Respondió Alex por su hermana carcajeándose.

— ¿Tú de que te ríes? No es gracioso. Por poco y me perfora la carótida.

— Ay, no seas exagerado. Aun no tiene colmillos para marcarte.

— Ah, con que le saldrán colmillos... ¿Están seguros de que no son híbridos? Digo, es que ella parece vampiro.

— No, no somos híbridos. No tenemos ADN vampiro en nosotros. Ni siquiera tenemos ADN humano.

— ¿Entonces para que los colmillos?

— Para marcar al mate. Usualmente lo hace el hombre, pero como tú no eres lobo...

— Oye, espera. ¿Eso significa que marcaste a mi hermana? —Alex asintió— ¿Cuándo? —Vanessa se atraganto y tomo un poco de jugo.

— No es de tu incumbencia. —respondió Alex prestando atención a Vanessa.

— ¿Y de la mía?

— Tampoco. —Respondió Vanessa apenas trago el jugo. Fred entrecerró los ojos y siguió con su comida.

— Creo que ya sé cuándo...

— Creo que yo también, peque...

— Uh hum, si. Cambiemos de tema. ¿Como la pasaron anoche? ¿A cuantas chicas les rompiste el corazón hermano? —Alex se carcajeo y Fred se mantuvo impasible.

— Uy, es más fácil decir cuantas no... Apenas te fuiste, Vane, comenzaron a lloverle las mujeres. Más de una docena me pidió el número de Fred. No hubo momento en que lo viera con menos de tres chicas rodeándolo...

— Vaya, Fred. Eres todo un rey del harem...

— Callate.

— Hay, no te enojes con el enano. ¿De veras es tan así?

— Si, no me dejaron ni un segundo a solas...

— Vaya, Fred. ¿Pasaba lo mismo cuando estabas en casa de Alex?

— No. No se que paso aquí.

— Yo si sé.

— ¿Ah si? Aver, ilimuname Alex.

— Sasha no paso...

— Oh, claro... Esa chica daba miedo...

— ¿Quién es Sasha?

— Sasha es una chica que estaba obsesionada con Fred. No dejaba que nadie más que ella se le acercara. Las demás chicas le tenían miedo.

— Si, al igual que yo... Más de una vez la sorprendí espiándome mientras entrenaba.

— Eso es tú culpa.

— ¿Por qué va a ser mi culpa?

— Entrenas sin camiseta. — Fred meneo la cabeza y le dio la razón.

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