XXVII

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― Atácame. ―Pidió en posición de guardia.

La niña sonrió y se aventó contra él con toda su fuerza. Pero para su desgracia, él la tomó por la cabeza y la detuvo allí para que pelearse con el aire sin llegar nunca a tocarle.

― Estamos muy mal, Tara... No podrías ni vencer a la bisabuela.

La niña se detuvo desalentada y se sentó en el suelo resignada. Seis meses después esto volvió a ocurrir, pero una manera un tanto diferente.

― ¡Ya! ¡Ya!... Me romperás el brazo ¡Tara! ―Esta rio y lo soltó.

― Haz mejorado, cachorra...

― Es que el haz entrenado bien, Alex.

― ¡Vanessa! ―La niña corrió a abrazar a la joven y ella le devolvió el abrazo― ¿Cómo está Lucas?

― Muy inquieto ―Respondió ella con una sonrisa. La niña puso la mano con cuidado sobre la panza de la embarazada y espero unos segundos hasta que sintió una patada y abrió los ojos de la impresión. La joven le sonrió.

Alex se acercó y besó brevemente a su esposa― ¿Cómo estás?

― Muy bien. Aunque Fred no quiere creerme. No me deja practicar ni un solo hechizo.

― Hum ―Sonrió― Está bien. Debemos cuidarles. Recuerda; último recurso. ― Ella asintió y revolvió la melena de Tara. La niña rió y la abrazo.

― Entremos, Fred quiere decirnos algo.

Alex tomó en brazos a Tara y todo entraron a la casa, cerrando Alex el ventanal. Se dirigieron a la sala de estar en donde estaban Matteo y Fred sentados en los sofás. Vanessa tomó asiento con cuidado junto a Matteo y Tara se sentó junto a ella, abrazando al bebé. Desde que el embarazo de Vanessa comenzó a ser más notorio, Tara es la niña más dulce de la tierra con ella. Y ya no pasa el mismo tiempo de antes con Matteo, prefiere ayudar a Vanessa y hacerle compañía.

― Chicos, Debo decirles una cosa... ― Toda la atención de los chicos estaba en él― En estos últimos meses he estado viajando, practicando, que tan lejos puedo llegar, para aumentar esta capacidad. Y he podido alcanzar una distancia que jamás antes imaginé siquiera... Pude llegar la casa de Zoe. De allí he ido a la ciudad junto con ella y hemos buscado a Luna, a la actual. Y lo que vi... Chicos, ella está rodeada de espíritus. Por donde va la siguen. La mayoría son buenos, pero a veces... A veces son oscuros. Y he visto a su guardián luchar con ellos. El punto de esto es... Ella aún es frágil, es humana, y necesito que me ayuden a protegerla de esos entes oscuros.

― Sin ella no estaríamos aquí. Si, estoy de acuerdo. ¿Cómo podemos ayudar? ―Respondió rápidamente Alex.

― Hay un antiguo hechizo, categoría diez, con el cual se puede crear un amuleto protector. Se les dice Corazones del Celeste. Para crear uno de ellos, se necesita una gota de sangre de cinco seres inmortales y la lágrima de un ángel.

― Cuentas con nosotros. Contigo ya seriamos cinco. ―Respondió Vanessa por todos― ¿Cuenta con nosotros?

― Si ―Respondieron las tres voces que no habían hablado.

― ¿Pero de donde sacaras la lágrima de un ángel?

― ¿Recuerdan a esa chica? Zarina. La que acompañaba al sobrino de Luna. Bueno, ella es un alma pura, un ser cuya alma visita por primera vez esta tierra. Bueno, resulta que, no hay muchas diferencias entre un ángel y ella. En si, son lo mismo, pero los ángeles que nosotros reconocemos como tal, son arcángeles. Es diferente...

― O sea que, ella es un ángel. Perfecto. ¿Y cómo piensas obtener una lagrima de ella? Está en el futuro seguramente.

― Oh Matteo... Me he comunicado con la Luna del futuro, le he dicho que necesito una lágrima de Zarina, y ellas vendrán en breve ―En ese preciso instante tocan la puerta― O ahora. ―Fred se dirijo a la puerta y la abrió, dejó entrar a las chicas y las guió hasta la sala de estar.

― ¿Y qué sucede?

― Fred necesita una lágrima de esa chica. ―Respondió Alex

― ¿Para que? ―Inquirió Zarina.

― Para un hechizo que protegerá a alguien importante para nosotros. No te afecta en nada. ―Le respondió Fred con tranquilidad.

― Oh, bueno, está bien. ¿Tienen una cebolla?

― Necesitamos que sea una Lágrima real. De emoción.

― Oh... ¿Tienen El rey León? ―Todos echaron a reír.

― Hagamos esto más rápido. ―Luna puso la mano sobre el pecho de la chica y miró a Fred, Le arrojó tres frascos de muestras― Ahora. Comenzó a salir una pequeña luz azul de entre el hueco de la piel de la chica y la mano de Luna. Y esta, pronto cambió su semblante a uno más frágil, pronto la estaba llorando. Fred obtuvo tres lágrimas y el llanto cesó.

Apenas eso sucedió Luna abrazo a la joven y una luz dorada la embargo, matizando con la rubia cabellera― ¿Estas bien? ―La joven asintió y se limpió los restos de agua de las mejillas.

― ¿Qué le hiciste?

― Le mostré un lindo recuerdo. Se ha emocionado. Eso es todo. ―Le respondió a Vanessa con una sonrisa leve― ¿Eso es todo?

―Si, eso es todo.

― Muy bien, si nos disculpan, nos retiramos. Hay cosas por hacer.

― Fred las despacho y volvió unos minutos después con una aguja y doce frascos de muestras de sangre.

― Solo necesito tres gotas de cada uno. ¿Voluntarios? ― Alex alzó la mano― Valiente. Muy bien. ―Se arrodillo junto a él en el sofá y tomó uno de sus dedos, le pincho y dejo que cada gota cayese en un frasco de sangre que cerraba inmediatamente.

Luego siguieron Matteo, Vanessa y Tara respectivamente. Esta última tenía algo de miedo y prefirió no mirar, esperanzada en que, si no miraba, no dolería.

― Perfecto. Muchas gracias chicos. ―Ahora, con su permiso, me retiro.

Fred salió de casa rápidamente y se dirigió al bosque. Una vez internado en este, comenzó el hechizo.

― Nestra rae sanguimen, penta homo quiz, consagra questa conjurum uniko to celestial core. Liberat the pression, surt anigona, safe elevaum torvet of pur magic. Guarda vita of the portador. Aleja spectros, daemones, beasts and other maleficiums beings. Resguad for ever. Con a tear of a angel― Fred abrio uno de los frascos y libero la lagrima en el torbellino― con sanguimen of penta imortale― fue abriendo, uno por uno, los frascos de cada uno de los chicos, y arrojo su contenido al torbellino para la sangre de cinco inmortales y la lagrima de un angel se fusionaran― Unit the elements. Per il podere de la magic, creat a Sic fiat.

Pronto decenas de luces comenzaron a salir del torbellino; de todos los colores que existen, y poco a poco, estas luces se fueron convirtiendo en piezas de diamante blanco, hasta unirse en un corazón de diamante, tan puro y brillante era que podía ser comparado con las luces del cielo. 

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