Oneself » Peter Parker

SIETE

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ONCE DÓLARES

— Tía May, hoy llegaré tarde a casa. — le avisó a la mujer mayor, posándose a sus espaldas. Ella se giró sobre sus talones para poder encararse a él.

— ¿A dónde irás? — preguntó frunciendo levemente el ceño — Claro, si es que puede saberse.

Quieran o no, May no era nada tonta. Llevaba meses notando el extraño comportamiento de su sobrino, no había duda de ello. Aún no juntaba el coraje suficiente para hacerlo hablar y pedirle una explicación de todo lo que ha sucedido con él.

— A casa de un compañero — tomó su chamarra y se la puso —. Es por un proyecto. — agregó con un tono de desinterés y se remangó. Pero claro que era una mentira.

— ¿Amigo? — el castaño asintió — o ¿Amiga?

Al instante, Peter se encontraba frunciendo el ceño. ¿De verdad su tía cree que está saliendo con alguien?

— ¡Oh Dios! — le echó una mirada extrañado — ¡Claro que no!

— Cuídate mucho, Peter. — finalizó. No estaba convencida pero tampoco se iba a poner en ese preciso momento a darle la charla sobre las chicas. Se acercó al castaño y depositó un beso en su frente, para después verlo por unos segundos y alejarse.

— No te preocupes May, nos veremos para la cena — le dedicó una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes —. Te lo prometo.

Su tía caminó para la cocina, pero se detuvo: — Vendrá a cenar Caroline, para que seas puntual — dicho eso, siguió su paso, desapareciendo de la sala.

Peter agarró su mochila para después colgarla en su hombro derecho y salir de su departamento a toda prisa.

Caroline era la mejor amiga de su tía. Solía venir varias veces a la semana, o May iba a casa de ella. Peter la conocía desde hace ya un par años. Podría decirse que también la consideraba de la familia.

Entró al elevador y presionó el botón gris con el número "1".
Se recargó en una de las paredes de metal, pero cuando las puertillas estaban por cerrarse, una mano apareció por en medio, haciendo que estás se abrieran de nuevo.

— Disculpa — entró una chica castaña al elevador, parándose a un lado de Parker.

— No-no te preocupes — contestó el chico. Ella sólo lo miró para sonreírle y después bajar la cabeza. Él captó que intentaba ser educada.

Permanecieron ambos en silencio hasta que llegaron a la recepción, saliendo de la caja de metal frío. Parker se adelantó un poco para abrir la puerta del lobby y ella saliera primero. Ganándose otra sonrisa en forma de agradecimiento.