Le conté que estos días nos habíamos estado viendo. Le conté también lo que me había dicho Ben hoy en la cafetería; básicamente me odiaba. Y aun, aunque Aiden me volviera loca de formas que nunca había hecho Ben, me dolía que me odiara. Me dolía pensar que a partir de este momento ya no iba a formar parte de mi vida. Y había sido mi culpa, porque había sido yo la que lo había traicionado.
—¿No crees que soy mala persona? —le pregunté a mi mejor amiga.
Clara se rio.
—No Lynn, solo era cuestión de tiempo —dijo ella.
Arrugué mi frente.
—¿Qué quieres decir?
—Sabía que te gustaba Aiden —dijo—, te estaba intentando provocar estos días para ver si lo admitías —me reconoció—, ¿por qué te crees que a Dani le cae tan mal? —dijo y se empezó a reír—, y por cierto, de verdad tengo su número, por si te interesa... —me guiñó un ojo.
—Espera —interrumpí su risa, no entendía lo que quería decir—, ¿qué tiene que ver esto con Dani?
Clara puso los ojos en blanco.
—¿En serio, Lynn? ¿En serio eres la única que aun no se ha dado cuenta de que tienes a Dani loquito desde tercer curso? —preguntó levantando una ceja, como si fuera yo la que le estuviera vacilando.
Vale. Eso explicaría muchas cosas.
Ahora me sentía incluso peor persona; le había estado rompiendo el corazón a Dani durante años. ¡Y sin saberlo!
Y así pasó el resto de semana; Dani se enteró de que lo había dejado con Ben (todos se habían enterado) y juraría que desde entonces está muchísimo más atento a mí. Me sentía culpable cada vez que le miraba ahora que sabía el daño que le había estado haciendo. Intentaba evitar tema "Aiden" cuando estaba con él. Solo hablábamos de él cuando estábamos a solas con Clara.
—Es viernes, y no ha venido en toda la semana. ¿En serio, que coño le pasa? —decía yo frustrada mientras caminábamos hacia la salida del instituto.
Clara no estaba muy atenta a mis quejas, que estos días se habían vuelto muy frecuentes: como cada mañana al despertarme y notar el aroma de Aiden impregnado en mis sábanas, pero ni rastro de él; y nada más llegar al instituto y ver que no estaba en ninguna de las clases que compartíamos (que eran básicamente todas, menos una). Ninguno de ellos estaba.
Suspiré frustrada.
—Mira lo que te he mandado —dijo Clara sacándome de mi instantánea frustración.
—¿El qué? —pregunté.
Ella señaló mi móvil el cual sostenía en mi mano izquierda. Desbloqué la pantalla y vi que Clara me había enviado un contacto: el número de Aiden.
—Llámalo y pregúntale por qué no ha venido estos días. Antes de que pilles una depresión o algo —dijo ella y se encogió de hombros.
Sí, tal vez había estado exagerando, pero, ¿tanto le costaba despertarme por la mañana? ¿O por la noche sea la hora que sea? Yo solo quería... verle.
Era tarde, y ya estaba en la cama. Me había quedado despierta a propósito; le estaba esperando. Pero no, ese idiota no iba a aparecer. Cogí el móvil y busqué su contacto. ¿Qué debería hacer? ¿Le llamaba? ¿O pasaba de él? Tan enamorado o... imprimado no debe de estar si pasa así de mí ¿no?
Y mientras estaba decidiéndome si borrar su maldito número o llamarlo, una ligera brisa (que reconocería en cualquier parte), golpeó mi cara.
—Lynn —dijo Aiden. Estaba sorprendido, o preocupado, igual no se esperaba que estuviera despierta.
Me incorporé de un brinco y mis instintos de violenta (los cuales debería aprender a controlar mejor) hicieron que intentara tirarle lo primero que pillara a la cabeza: mi móvil.
Digo intentara porque Aiden pilló mi móvil antes de que se estampara contra la pared, sí, mi puntería también se podía mejorar. Miró la pantalla y vio que estaba a punto de llamarle. Se le escapó una carcajada, que solo aumentó mi enfado.
—¡¡Eres un idiota!! —grité-susurré, tampoco quería que mi madre se despertara—. ¿Cómo te atreves a aparecer aquí con un simple "Lynn"?
—Vamos tranquilízate... —dijo él con las manos en alto. Aun tenía en su mano mi móvil. En realidad, le agradecía que lo hubiera salvado. Desde luego que tirárselo a la cabeza no había sido muy buena idea.
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I M P R I M A D A [TERMINADA]
WerewolfY de repente... ella. Miré su rostro y... solo estaba ella. Su risa resonaba en mis oídos una y otra vez. Su sonrisa se me había quedado grabada en la memoria para siempre. Jamás en mi vida había sentido algo así. Nunca hasta ahora había visto a un...