Lynn

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Mi móvil no paraba de sonar y lo que me hubiera gustado hacer realmente hubiera sido tirarlo por la ventana. Sin embargo, cogí la llamada entrante como pude.

—¿Sí? —pregunté sin abrir los ojos.

—Lynn —la voz de Clara sonaba demasiado risueña para la hora que era—, ¿te acabas de despertar? Lynn, justo iba a pasar por tu casa a recogerte...

—Espera, ¿qué? —pregunté frotándome los ojos.

Despegué el móvil de mi cara para mirar la hora. Joder, me había dormido. Por cierto, ¿dónde estaba Aiden? ¿Por qué no me había despertado? ¿Por qué se iba cada mañana?

Suspiré y me tapé la cabeza con las mantas.

—¿Estas bien, Lynn? —Clara sonó preocupada.

—Sí... —dije con un suspiro—, pero no lo suficientemente bien como para aguantar un día entero de clases. Lo siento, Clara, te voy a abandonar hoy.

—Oh —exclamó Clara sobreactuando —¿y tú te consideras mi mejor amiga? —Las dos nos reímos—. ¿Qué le vas a decir a tu madre?

—No está en casa hoy —dije—, pero diré que me encuentro mal.

—Escucha, en verdad llamaba porque... —empezó a decir, pero no le salían las palabras—, sé que esto va a sonar un poco raro, pero ¿tú te acuerdas cómo llegué a casa después de las compras?

Me quedé paralizada. Muda. Sentí el sudor frío recorrer mi nuca.

—¿Qué quieres decir? —pregunté quedando como una gilipolllas.

Clara río nerviosamente.

—Olvídalo, solo que me he despertado esta mañana con una laguna mental, ¿sabes? Como cuando nos pasamos con el vodka la última vez en casa de Dani —recordó y río nerviosamente de nuevo—, no recuerdo cómo llegué a casa y no había bebido vodka esta vez, jaja. Le he preguntado a mis padres y me han dicho que me escucharon llegar y que me fui directamente a la cama, pero yo no me acuerdo de nada.

Suspiré, no sé si de alivio o preocupación.

—¿Estás bien? ¿Te duele algo, Clara? —quise saber.

Porque yo aún tenía este insoportable dolor de cabeza y mucho dolor de espalda, no sería de extrañar que tuviera algún que otro moratón.

—Sí sí, estoy bien —dijo—. Seguramente haya sido el cansancio —añadió, parecía que quería convencerse más a si misma que a mí.

—Sí, eso será —dije.

—Bueno, Lynn, te dejo disfrutar de tu día libre, algunas tenemos clases que atender —dijo sonando alegre otra vez.

Colgamos el teléfono. Esto había sido muy raro.


I M P R I M A D A [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora