CAPITULO 2

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ESTRELLA

Probablemente había sido el día mas extraño de mi vida, pero en cuanto "Sam" salió de la habitación exclusivamente por traerme una hamburguesa, quedé anonadada. No era como que alguien no hubiese sido especial conmigo, pero nunca había observado de cerca la "caballerosidad" que podía tener una mujer, era la primera persona que me había preguntado "¿te estoy lastimando?" Y tal vez eso, y el hecho de estar tan excitada desde el primer momento, desde que dio besos húmedos en mi garganta, me hizo golpearla.

Antes, cuando Samantha me estaba penetrando, con ese consolador sujetado a su cintura, quise venirme desde el primer instante, la imagen de ella, con su altura y el arnés sobresaliendo, me había excitado increíblemente, pero... en primer lugar, yo no mezclaba negocios con placer, en segundo lugar; estuve muchas veces con clientes realmente guapos con pitos reales y ninguno había conseguido siquiera excitarme, así que era ilógico cuando casi me vine con una sola penetrada, apuesto que estaba tan lista para ella tan tan mojada para ella, qué aunque tuviera puesto esa cosa, logro notarlo.

Lo extraño de todo fue cuando se molestó, cuando me pidió no fingir, y pues... tenía razón, realmente en el primer instante que sentí un mínimo de placer, bloquee todo lo que sentía y trate de pensar en otras cosas, no iba permitirme sentir esto, y claramente no con una mujer.

Cuando me permití dejar de pensar, observe su bolso, "la curiosidad mato al gato", quería saber mas de aquella mujer, así que me incline sobre la mesa y removí su bolso, si ella entrara y me viera pensaría que voy a robarla, pero no, fue simple casualidad, su teléfono celular de última tecnología resaltaba entre sus pertenencias, lo tomé y extrañamente y por alguna ilógica casualidad, estaba desbloqueado o no tenia una contraseña que ingresar, ¿que se hace cuando se tiene un teléfono desbloqueado?, lo primero; quería saber si tenia pareja, así que me metí en sus últimas conversaciones de redes sociales, precisamente Whatsapp, y la mayoría eran contactos femeninos, bueno eso no me extrañaba, era preciosa... algunos flirteos, de hecho bastantes por parte de las chicas hacía ella, ¿y ella?, indiferente, eso me gustó, mi sonrisa salió sin permiso. Sin pareja al parecer, había una tal "Tatiana" que no la dejaba en paz, incluso tenía mensajes de ella mientras Sam estaba conmigo hace algunos minutos, "Hola", "Háblame", "No me ignores", "Me gustaría que me respondieras", "Joder Samantha", Wow, ¡JODER YO!, los había abierto, había cometido el puto error de abrirle los mensajes, nada mas que eso, y me entraron unos nervios terribles, las manos me temblaban y fue peor cuando la puerta emitió un sonido, guarde el teléfono en el bolso y corrí al baño para hacerme la desentendida.

- ¿Hola? - La escuche preguntar. Pase saliva y salí del baño como si nada, acomodándome algunos mechones desordenados que estaban en mí frente.

- No tardaste nada. - Samantha me dio una sería mirada.

- Extrañamente estaba desocupado. - tomó su bolso de la mesa, mientras me miraba a los ojos y yo desvié la mirada, seguramente reflejandose en mi rostro la culpa; "Tomé tu teléfono y te revise tus mensajes" - Siéntate Estrella. - Okay Estrella, a veces olvidaba que ese era mi nombre, Estrella. Tomé los envoltorios y los deshice acomodando la comida que ella había traído para cada una, "joder olvide decirte que sin verduras" - ¿como?- ella pregunto, la miré pasmada y le di una risita nerviosa, JODER ¿Lo dije en voz alta?

- ¿Que? - Dije haciéndome la desentendida y tomando asiento después de ella.

- ¿Que susurraste? - Sam me miro entrecerrando los ojos.

- Nada. - Perdí la vista en la hamburguesa mientras trataba de mirarle que extrañas verduras traía.

- No tiene verduras, no me gustan, y tome la decisión por ti, lo siento si querías.

- ¿Que? - No tiene verduras, ¡Uff! - Genial, no hay algo que arruine mas una hamburguesa que la cebolla.

- ¿Enserio? - me dijo, mientras daba una primera mordida, nunca había visto a un cliente relajado cenando conmigo, tal vez porque las cenas eran elegantes y en sitios prestigiosos, tal vez porque casi siempre tenían 60 años, me llevaban para aparentar que salían con una chica joven y la noche acababa en un mal polvo. No había uno que no quisiera un polvo.

- ¿Que preguntaste? - Deja de mirarla como una idiota por favor.

- ¿Si, de verdad no te gustan las verduras?

- Ahhh, no, las odio.

- Bien - Alzo una mano en señal de "give me five", "dame ésos cinco", ehhh la mire aturdidamente y ella me regalo una sonrisa de lado - Okay no. - Bajó la mano y se sonrojó levemente- Solo me emocioné, es difícil encontrar una chica que no coma cebolla, pues... las modelitos como tu siempre se cuidan en la comida y viven de ensaladas. No puedo creer que estemos teniendo esta conversación...

- Yo no soy una modelito. - La mire fijamente y me enseño los dientes en la misma sonrisa sarcástica de medio lado que había hecho una hora atrás.

- No me vayas a golpear por eso. - Sentí como la sangre se me acumuló en las mejillas, vergüenza.

- No debiste haberme llamado así. - Le dije y ella terminó su hamburguesa y se levanto.

- Voy a lavarme las manos y los dientes, el hotel ofrece cepillos de dientes por si tu quieres uno también, están en el estante del baño. - La vi dirigirse al baño y la pude analizar, era mucho mas alta que yo, y tenia un jean entubado pero ancho en sus caderas, eso no dejaba que le resaltara bien su trasero, pero igual se veía "sexi" ¿de donde salió eso?, termine de cenar muchísimos minutos después, mientras tanto ella ya se había acostado y veía alguna serie en el pantalla plana. - Ya se porque eres una modelito - Me dijo aún con la vista en el tv, la mire irritada. - Eres tan delgada porque comes muuuuuuuuy lento, y... ¿haces ejercicio?.

- No. Solo me gusta nadar y... bailar.

- ¿Tienes piscina en tu casa? - Solté una carcajada tremenda, ¿por quien me toma?

- Comparto apartamento con otra chica, queda en el centro y esta bastante lejos de una piscina. - Ella me miró y hizo como si nadie hubiese hablado, devolvio su mirada a la tv y siguió concentrada en el televisor y yo aún estaba sentada en la mesa.

- ¿Que quieres que haga ahora? - Me ignoró y bostezó, pareció molestarse un poco por no saber que hacer conmigo, aún no olvidaba ese "ya no tengo ganas" no me convenía la mala referencia de un cliente, y por supuesto que me había chocado que Sam fuese una mujer, esperaba un hombre. Lentamente caminé hasta el borde de la cama aun con su suéter puesto, sus ojos seguían concentrados en todo menos en mi. Ya me estaba irritando, me metí en la cama por debajo de las sabanas hasta alcanzarla, le tome el brazo y lo extendí para poder acostarme sobre el, probablemente esto era muy extraño para ella, pero... Igual había dicho que ya no tenia ganas, y había pagado tres horas, metí mi nariz debajo de su oreja y le di un beso corto - Se te esta acabando el tiempo - Le hice masajes lentos con la punta de los dedos en el abdomen, aún no la había visto sin camisa, pero me gustaba como se sentía, un abdomen fuerte, la escuche soltar dos suspiros, esto era ridículamente raro para mi, pero tal vez el hecho de que ella también era una mujer, me relajaba, me sentía mas segura que con cualquier otro cliente anterior y aparte, yo la había golpeado y ella me había asegurado no devolverme el golpe. - ¿Quieres que me vaya? - Tenía que preguntar.

- No. - Me apretó contra su pecho y me acarició el cabello - Quédate así, tal cuál estás, había olvidado el placer de tener a una mujer entre mis brazos.

- ¿No quieres tener sexo? - Le pregunté mientras su pecho subía y bajaba, y ese compás, me adormeció, era increíblemente cómodo a pesar de tener senos, mi cabeza encontró un punto perfecto, y "Samantha" olía como los Dioses.

- Quiero abrazarte. - Todo fue silencio por varios minutos, los ojos se me estaban cerrando cuando susurró "¿enserio dije eso en voz alta?"...

- ¿Que?

- ¿Dije que solo quiero abrazarte?

- Si.

- Te quiero ver mañana.

- Creo que la agenda está llena, puedes consultarlo con la agencia.

Ella simplemente no dijo nada más, no se en que momento me dormí, pero mi teléfono sonó a las 11:30, avisándome que ya debía irme, y cuándo logré ponerme en marcha, note que Sam ya no estaba.

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