CAPITULO 19

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- Esto no esta bien. - Dijo la chica rubia leyendo el contrato que tenia en frente, su oficina estaba mas oscura desde que aquella chica se había entrometida en ella.

- Nada esta bien, es lo que me merezco. - Diabólica, esa fue la palabra que se le vino a la cabeza.

- No deberías jugarle sucio, ustedes han sido amigas por años... - el rostro de la intrusa, mostró una sonrisa sarcástica y llena de burla.

- Tu solo necesitas las fotos y publicarlas, estoy segura que si hablo con el ex de la niña rica y le ofrezco una tajada me las dará, pero aun no sabes cual es mi condición...

- No se porqué quieres destruirle la carrera a Gal... es una chica, lista e inusualmente bella.

- No es por ella. Mi plan es mejor, y quiero algo a cambio para cuando te tenga las fotos aquí, vas a decir que la gran abogada Samantha te las dio, la quiero fuera de mi camino, apenas eso suceda abriré mi propia firma.

- Nunca he trabajado con una persona como tu.

- ¿Como yo?

- Si, que quiera hundir a otra por sus propios intereses.

- Vamos Lana, no es tan difícil, tu tendrás una excelente noticia, venderás muchísimo y seguro te darán buena recompensa económica.

- El dinero no me interesa.

- Me iré a otro lugar. - La chica se levantó y Lana ni se inmutó.

- Espera. - Susurro con paciencia.

La puerta de la oficina se abrió y su esposa Jenn la miro con un gesto confundido, habían quedado de almorzar juntas y Lana no tenía ningún proyecto entre manos, cuando la mujer que estaba sentada miro directamente a los ojos de Jenn, esta sintió un escalofrío "vaya si es fría" pensó.

- Amor, ¿me das unos minutos por favor?

- Por supuesto - y como entró, salió de la oficina.

- ¿Entonces? - Le preguntó la mujer fría a Lana.

- Lo haré.

- Antes de eso, cuando todo este a punto de salir, hablamos y tomamos la decisión, tengo una petición para Samantha antes.

- ¿Que petición? - Lana juró que la malvada mujer no le diría, menos cuando le dio esa sonrisa fría y se levanto de la silla.

- Quiero casarme, siempre he querido casarme con ella.

Mierda, pensó Lana.

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