Capítulo 4: Parte 3:
Antes de que Lou pudiese emitir palabra, Marco se estrelló contra ella y la lanzó sobre la cama. Se puso a horcadas sobre su cintura y la miró como un león mira a su presa. Lou estaba en shock, se sentía más muerta que viva. Marco tomó en sus manos sus pechos y los presionó con fuerza y sin tacto alguno. Luego, arrugó el cuello del vestido crema de Lou y lo rompió hasta hacer una abertura que llegó hasta su pelvis. Marco miró sediento el torso de Lou descubierto. La respiración de ella estaba agitada y su pecho se movía rítmicamente.
Lou estaba insegura, y tenía cierto punto de miedo. Ella se volteó y trató de quitárselo de encima, pero él la presionaba contra el colchón.
—Marco, quítate de encima —suplicó con la voz temblorosa.
—No. Esta noche serás mía —le lanzó una sonrisa malévola.
A Lou le agradaba la idea literalmente, pero no la forma ni la circunstancia, así que decidió que no permitiría que él le pusiera un dedo encima.
—Eres hermosa —susurró Marco.
—Estás borracho —murmuró.
Marco se inclinó sobre ella. Lou sintió el roce de su cuerpo abultado sobre su torso desnudo. Los labios de Marcos rozaron los de Lou, se miraron a los ojos y Lou entró en un trance profundo.
—Pero no ciego —susurró contra sus labios.
Marco bajó la vista a los labios rosas de Lou y los unió con los suyos. Lou recibió la boca de Marco dentro de la suya con la más cálida de las bienvenidas. El sabor de su boca era aún más embriagador que su olor a lluvia; era una combinación de canela, miel y cerezas. Se hipnotizó con su calor y dejó que el cuerpo de su amado dominara sobre ella.
Marco comenzó a desprender suavemente el vestido de Lou de su cuerpo, una vez que este resbaló por completo hasta el suelo, Marco tomó de la cintura a Lou y la depositó a la mitad de la cama con delicadeza. Volvió a unir sus labios y se centró en medio de sus caderas. Marco descendió sus labios hasta el cuello de Lou, mientras ella acariciaba su cabello oscuro entre sus dedos. Marco se deshizo de la ropa interior de Lou. Sus manos recorrían la cintura pequeña de Lou y su boca seguía descendiendo hasta sus pechos. Lou soltó un gemido suave al sentir la lengua de Marco acariciando sus pezones con su lengua. Lou haló del cabello a Marco obligándolo a apartarse. Él la miró a través de sus pestañas negras y largas. Ambos intercambiaron miradas, en ambas se encontraba el mismo sentimiento; pasión, deseo y sed incontrolable de piel. Marco estiró una sonrisa oscura en sus labios y sus ojos se oscurecieron. Lou estaba experimentado una sensación imprevista y única, por primera vez.
—Esto se pondrá rudo —le advirtió Marco a Lou en un murmullo tosco.
Lou abrió sus ojos esperando cualquier cosa, e inmediatamente ¨cualquier cosa¨ sucedió. Lou sintió como Marco la llenaba por dentro con fuerza. Sus ojos se abrieron aún más y soltó un jadeo incontrolado. Marco hizo un gesto de dolor intenso por unos segundos y luego ensanchó aún más su sonrisa al escuchar tal sonido. Volvió a embestir contra ella con más fuerza y Lou repitió el jadeo aún más fuerte. Marco volvió a hacerlo una y otra vez, Lou presionó sus dedos en el cuello de él. Los movimientos eran fuertes y violentos, pero Lou ya estaba acostumbrada a que la tomaran de esa manera, aunque esta fuera la primera vez que lo hiciera a su voluntad.
Las sábanas comenzaron a arrugarse cada vez más. Marco tomó las manos de Lou y las presionó contra la cama a los lados de su cabeza. Comenzó a mover su pelvis contra la de Lou con mucha fuerza, ella comenzó a soltar gemidos fuertes y desgarradores.
Marco soltó a Lou y la volteó como si se tratase de voltear un panqueque de la sartén, separó sus piernas y entró en ella una vez más con fuerza. Lou presionó la almohada con sus uñas y Marco se acostó sobre su espalda sin dejar de hacer sus movimientos bruscos y toscos.
Lou sintió como el calor se deslizaba por cada rincón de su pelvis. Un fuego intenso que concentró dentro y luego Marco la soltó. Sólo había durado menos de treinta minutos, todo había sido tan rápido y ligero. Directo.
Marco se recostó al lado de Lou con la respiración agitada y la miró. Ella estaba en shock todavía.
—No tienes idea de lo que acabas de hacer —susurró Marco.
—¿Y tú sí?
Marco negó con la cabeza.
—No, pero quiero volverlo a hacer —pasó su mano sobre la espalda de Lou.
—Marco, esto no está bien —dijo Lou contra sus instintos.
—No finjas, Lou. Sé cómo me miras cada mañana, sé lo que piensas cuando tus ojos merodean por mi cuerpo a diario, veo tus piernas temblar cada vez que me acerco a ti y sé lo que sientes cuando recuerdas que sólo de tus divinas manos —tomó las manos de Lou y unió sus dedos a los de ella—…son las que me dan de comer.
—Marco, yo…
—Sé lo que dirás, Lou, mejor demuéstralo con tu cuerpo —la tomó de la cintura y le subió sobre su torso.
Marco haló del cabello a Lou con fuerza y estampo sus labios con los de ella. Acarició su espalda con fiereza y araño su piel lastimada. Lou recordaba el dolor que había sentido cada vez que un hombre extraño la tomaba por orden del hombre ebrio. Para ella, el dolor esta añadido automáticamente a todo lo que se refiriera a sexualidad. Marco arrastró sus manos hasta el trasero de Lou y presionó sus dedos en él, metió dos de sus dedos en la zona de Lou y los arremetió rápidamente. Lou sentía como el placer inundaba bajo su piel como un líquido hirviendo. Soltaba gemidos agudos y el sonido era agradable para los oídos de Marco. Él la sentó sobre su miembro y comenzó a presionar su pelvis contra la de ella elevándola y dejándola caer continuamente.
El placer los inundó a ambos y cuando llegaron al clímax de sus sensaciones, ambos se tumbaron en la cama y el cansancio los dominó. Se dejaron llevar por el peso de sus párpados. Lou se acurrucó en el pecho de Marco y ambos quedaron completamente dormidos piel a piel y sin fuerza alguna de siquiera hablar. La oscuridad dominaba la habitación. Las ventanas abiertas sólo dejaban entrar la luz natural de la luna, el resto de la habitación se encontraba en penumbra. El frío comenzó a entrar por las ventanas. Lou y Marco ya se encontraban perdidos en un sueño profundo. El ambiente helado de la noche hizo que Marco halara la sábana bajo su cuerpo y se acobijara con ella y por consiguiente a Lou, ambos se abrazaron inconscientemente buscando una fuente de calor y permanecieron así durante toda la noche