¡Nos vamos!

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-¿Estas bien?-dije-

Jareth asintió.

Pero su mirada seguir perdida en la nada, se ve que este tema le había tocado el corazón.

-¿Quieres hablar?

Negó.

Me levante y fui directa a la cocina, no tenía esperanza de que Jareth viniese detrás mío, porque sabía perfectamente que eso no ocurriría.

Me encendí un cigarro y me eche un buen vaso de ¡¡o tenia esperanza de que Jareth viniese detra mio, por que sabia perfectamente que eso nocafé.

Eran apenas las seis de la tarde, pero aun así, sabía que Jareth no articularia palabra en lo que quedaba de día.

Salí al jardín, necesitaba pensar sobre lo que estaba pasando.

Nada más salir, me di cuenta que para ser diciembre hacia un frio increíble, la brisa acariciaba mi cara y las gotas de lluvia caían. Me estaba mojando, pero el simple hecho de saber que dentro me esperaba un buen tazón de café me tranquilizaba.

Al entrar, estaba empapada, sentía el frio dentro de los huesos, lo único que me apetecía era tomarme mi café, abrazarme Jareth y pasar toda la tarde haciendo básicamente nada., eso era lo que siempre hacíamos, nada, pero nada juntos y la verdad, que ni él ni nadie se podría llegar a imaginar lo orgullosa que podía llegar a estar de él, ah y también lo feliz que me hacía.

Sabía perfectamente que el día que mama y Carlos se enterasen de lo nuestro se montaría una buena, pero tenía fe de que el día que se enterarían mama lo entendería.

Jareth seguía en la misma posición en la que le había dejado, miraba a la nada como si fuese todo, pero estaba pensando, pensando como yo había pensado.

-¿Paula?-su voz era débil-

-Puedes contar conmigo para lo que sea ¿lo sabes?

Asintió y me abrazo.

Su lagrimas empezaron a caer por su rostro, era la segunda vez que veía llorar a Jareth, las dos por mi culpa, más culpable no podía sentirme.

Me desperté la mañana siguiente con Jareth abrazado a mi como un oso, nos habíamos quedado dormidos en el sofá, la verdad que a mí me daba igual donde dormir, mientras fuese con él.

Intente quitarme a Jareth de encima como pude, pero era imposible.

Cerré los ojos y volví a dormirme.

Cuando volví a despertar que había pasado ¿una hora?

Jareth no estaba.

Dios.

-¿Jareth? ¡Jareth!

-Estoy en el jardín-su voz retumbo la casa-

Suspire de felicidad.

Por fin hablaba.

Salí al jardín, donde Jareth estaba tomándose su café.

Sin decir ninguna palabra lo abrace, se lo merecía.

-Quiero o mejor dicho necesito hablar contigo...

Asentí.

-Pu...pues...esto no lo sabe mi padre, por favor prométeme que esto no saldrá de entre nosotros, lo último que me gustaría seria que mi padre tuviese otro problema más, creo que bastante tiene conmigo...

Asentí.

Sus ojos comenzaron a humedecerse.

-Mi madre nos abandonó cuando yo apenas tenía un año, según mi padre dice que fue porque tenía depresión post parto o paranoias o así, pero se perfectamente que no es así... Cuando tenía seis años volvió, reclamo mi custodia pero mi padre para no meterse en juicios, le prometió a mi madre que iría todas las navidades con ella, bueno mejor dicho, el día de navidad.

Su mirada inocente era matadora.

-Cada navidad que iba con ella, tenía un "novio" diferente, me daba de cenar algo precocinado y se metían al cuarto. Lo peor de todo esto, es que no solo era puta, sino que yo tuve que soportar todo ese maltrato.

-¿Y que le dices a tu padre cuando llegas?

-Con dinero ahorrado suelo ir a alguna tienda y me compro algo en modo de regalo y a mi padre simplemente le digo que muy bien y ya.

-¿Y cuánto tiempo llevas sin ver a tu madre?

Su cara torno entre rabia y dolor.

-Esa mujer no tiene derecho llamarse madre y llevo sin verla desde que cumplí 18

-¿Y el día de navidad?

-Pues me iba a casa de algún colega o así

Dios esto era horrible.

Pero la curiosidad mato al gato.

-Por eso este año quiero que vengas conmigo, para que mi madre vea lo que realmente es una buena mujer, lo buena madre de mis hijos que vas a ser y pues bueno, pero si no quieres, yo lo aceptare...

-Jareth...-agarre su cara entre mis manos-Iré encantada...

Una sonrisa apareció en su boca.

-Está bien, entonces no hay nada más que hablar

Me cogió en hombros y me llevo al salón.

-Vístete, ¡nos vamos!

-¿A dónde?-grite-

-Patosa, eres la mujer más maravillosa del mundo, y te quiero con locura

Le mire extrañada.

-Te lo digo en el coche, vamos

Me beso y salió corriendo.

Como me flipaba verle feliz.

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