Entrega total de amor.

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  Capítulo 13. Y por fin Isabela llega al jardín, Erick se encuentra de espaldas arrojando unas rocas a la fuente de la casa, salpicando el verdor del jardín. Isabela toca su hombro y este voltea lentamente
-¡Woow!- Admirado al ver tremenda mujer, parece estar anonadado y en segundos agrega sorprendido.
-Debo de sentirme tan afortunado al estar a tu lado, no cabe duda que eres una princesa, ¡sí!, miprincesa...
Isabela pensaba en la primera vez que lo vio. En lo mucho que le gustó, aquellas palabras resonaban y endulzaban sus oídos. Erick la tomo por los brazos y le susurró al oído.
-Isabela, ¿tú también me amas? ¡Porque lo siento en tu manera de besar, en tu manera de aceptar esa caricia!
-¡yo siento lo mismo! Mis labios tiemblan, mi ser se estremece cuando me siento entre tus brazos, y mis ojos... ellos me delatan, Amor mío... no puedo ocultar que te quiero, que te amo, con este amor impetuoso y arrastrador...
-¡Isabela...! Mi corazón estalla por ti, te amo.
La declaración de amor fue cerrada con un beso, un beso de entrega, donde Isabela se olvidó de todo, transportándose a un lugar de amor ese lugar donde una mujer enamorada viaja entre los brazos de su amado.
Pero desde la ventana de la casa, la silueta de Verónica observaba con detalle a la pareja feliz, en ella crecía un odio absurdo y enfermizo, los celos la atacaban, la exhalación continua de sus fosas nasales empañaba el vidrio, de sus ojos corrían lágrimas como agua ardiente mientras los maldecía...
-¡Poco durara su felicidad! ¡Isabela, tú también te vas a quedar sola! voy a arrebatártelo, renunciaras a, el... ¡SI NO ES MÍO, NO SERÁ DE NADIE!
Pero esta vez no había nada ni nadie que pudiera separar a aquella pareja, en sus brazos no corrían ningún peligro, la vida se mostraba amable y generosa.
La noche seguía alumbrada por los astros, la luna en todo su resplandor iluminaba los techos de la ciudad, en especial uno, el de la terraza de un restaurant lujoso, ahí se encontraba Isabela y Erick.
-Sabes dicen que no se puede hablar de amor, sino sólo vivirlo. ¿Crees que sea cierto?
-Yo también lo creo así, tú me lo has hecho vivir y respirar.
Ambos sonríen mientras degustan una pasta con tomate y pesto de almendras, continúan con el buen gusto de Erick por la comida siguiendo con un salmón marinado a la naranja.
Isabela confundida al ver tantos cubiertos, tanta comida que jamás había disgustado su paladar, quedo intimidada y llena de pánico ante la situación, Erick se percató de lo sucedido, se acercó a ella y disimuladamente le llevo el bocado a la boca devolviéndole la tranquilidad.
Minutos después la copa de cristal, se llenaba de un vino intenso, desbordando de la copa su composición seductora y exquisita "María Valley Pinot" un vino de carácter asociado al amor.
Erick levanto la copa, realizo un suave movimiento, inhalo su copa y en segundos remojaba sus labios carnosos probando el rastro aterciopelado en su paladar.
De repente se enciende una música al fondo del restaurant, el dulce y mágico sonido del tema "Bella" (Puedes escucharlo mientras lees)
El sonido de la melodía provoca que levanten sus miradas y sonríen.
-Esa canción me agrada, es muy especial como tu Isabela.
Erick se paró y se posó frente a ella.
-¡Hermosa princesa, me puede permitir bailar con usted!
Con una delicada sonrisa, asienta la cabeza y comienzan a bailar, esa canción se convirtió en el mejor de los poemas para aquella pareja.

Minutos después la feliz pareja salió del lugar, tomados de la mano por los callejones estrechos y flanqueados por unas casas blancas y bajas, preciosas, llenas de plantas y de flores que enmarcaban aquel amor.
-¡Ahora el último que llegue al auto se convierto en sapo!- Grito Erick
-¡No amor! Espera te alcanzare.
De repente en cuestión de segundos aquel cielo estrellado desapareció y descargo sobre la tierra una lluvia abundantísima.
La lluvia los empapaba, recorriendo cada gota sus cuerpos, cargadas de miles de emociones, que obligarían a erizar la piel de cualquier ser humano. Y como unos chamacos corrían entre los charcos, la lluvia siguió con toda su intensidad.
-El amor eres tú-Dulcemente decía Isabela.
- El amor soy yo cuando estoy contigo- respondía Erick con una gran sonrisa.
Isabela sintió la mirada de Erick clavada en ella, podían percibir sus alientos y al cabo de un instante, el amor se deslizo a través de ellos así como el agua a través de sus dedos, un beso apasionado detenía el tiempo.
Después de unos minutos Erick conducía el auto...
-¿Y ahora a dónde vamos?
-Las sorpresas aquí aun no terminan mi princesa, esto es tan solo el comienzo- Su sonrisa perfecta culminaba con la curiosidad de Isabela, pues era una sonrisa tan perfecta que cualquier mujer podía perderse en ella.
La feliz pareja se introdujo en el coche, Erick acciono la calefacción mientras recorrían todo el trayecto en silencio, ambos imaginaban lo que estaba por suceder. Solo se escuchaba el fuerte sonido de la lluvia. Era un repiqueteo constante de agua cayendo, golpeando contra el cristal una vez tras otra... similar al ruido que invadía sus mentes, repetitivo e insistente hasta terminar inundándolo todo a su paso.
Después de unos minutos el auto se estaciono delante de una especie de cabaña. El viento agitaba las cañas que cubrían el tejado. La ventana estaba cubierta por unos cristales empañados por la tormenta.
Erick bajo del auto, enseguida corrió tras su amada para abrirle la puerta y abrazarla.
-¿y qué hacemos aquí Erick?
-Te traje aquí, porque quería estar en un lugar tranquilo contigo, hay mucho por platicar, siento que contigo el tiempo se me va...
Isabela bajo la vista hasta encontrarse con las manos entrelazadas de Erick, ella trataba de distinguir, en la oscuridad, cómo sus dedos parecían encajar a la perfección unos con otros, acoplándose en los huecos, piel con piel.
-¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?- preguntaba mientras estiraba su mano, atrayéndola hacia él, hasta que su cuerpo chocó suavemente contra el de Isabela.
-¡Si! Como olvidarte, después casi me atropellas, ¡jajajaja! al parecer ya estaba escrito que llegaras a mi...
-¡Gracias por aparecer Isabela!
-Sabes, quisiera poder detener este momento, parar el tiempo, me gustaría quedarme contigo eternamente Erick.-Isabela argumentaba.
Él le respondió –quédate...quédate conmigo esta noche.
-¿Sabes lo que me estas pidiendo?-
-Claro que si mi princesa.
-Erick, quiero ser tuya... Su voz fue apenas un susurro casi silenciado por el sonido de la lluvia.
La cercanía era perturbadora, llenando cada uno de sus sentidos, Isabela podía percibir su aroma tan propio a un verdadero hombre y a la vez delicioso.
El respiraba hondo, permanecía inmóvil mirándola, finalmente el Inclino la cabeza para besarla; tenía los labios mojados y entreabiertos. En realidad, unos labios perfectos. Siempre.
En medio de la oscuridad, de aquella tormenta Isabela dejo escapar un suspiro.
Isabela comenzó a acariciarle sus fuertes músculos mientras disfrutaba del sabor y la textura de esos labios, un calor crecía en sus cuerpos descendiendo lentamente.
Un abrazo fuerte y musculoso rodeaba sus brazos, mientras la dirigía hacia el interior de esa cabaña.
-Te amo Isabela... murmuraba silenciosamente.
Erick deslizo su mano desde la cara hasta la espalda de Isabela, ella llena de pasión lo acariciaba correspondiéndole con delicadeza.
A la luz de unas velas, con el compás de la lluvia, aquella pareja hacia una entrega total de amor.
El tiempo parecía detenerse, las manecillas del reloj reposaban, Erick se hundía en ella con fuerza; sin preliminares, sin juegos. No dejaba de besarla, le gustaba sentir su aliento cálido en sus labios cuando gemía y jadeaba.
Isabela buscaba encontrase con los ojos dulces de Erick, antes de terminar y sentir la explosión de placer que se adueñaba de ellos.
Finalmente, sus almas eran solo una, el silencio inundaba la cabaña, el sonar del caer de la lluvia nuevamente se escuchaba.
Erick se dio la vuelta en la cama y miraba atentamente a Isabela.
-¡Isabela, me has hechos sentir el hombre más feliz del universo, tu encanto, tu entrega, tu cariño han llenado mi alma de amor por ti!
Con las mejillas ligeramente sonrojadas y radiando de calor Isabela agrego.
Y tu amor, has despertado la mujer que se escondía en mí, a ese fuego maravilloso y eterno en mi corazón.
Erick la abrazo y con un beso en la frente culminaba la entrega de amor.
Esa noche había sido especial para ambos sus cuerpos adormecían bajo el techo de aquella cabaña en medio de la soledad, pareciera formarse un universo para ellos.
A la mañana siguiente Isabela entreabría los ojos, mientras extendía su brazo tratando de tocar a Erick con las yemas de sus dedos, sin embargo el vacío la despertó por completo, Erick no estaba a su lado.
Isabela se vistió y se sentó al borde de la cama los pies le colgaban mientras se balanceaba ligeramente sin tocar el suelo, preocupado se levantó y observaba a través de los cristales, de repente tras sus espaladas fue sorprendida por Erick quien traía el desayuno a su cama.
-¿Creíste que había desaparecido?
-Mi amor ¡Me asustaste! Ya me tenías preocupada.
-Sabes que jamás me iré de ti, ni de tu vida, te quiero por siempre a mi lado.
Isabela sonrió disipando la angustia de unos minutos, después pregunto a su amado.
-¿En qué estás pensando?
-En ti. En mí. Y en que quiero que me devuelvas mi noche de lluvia y de amor.
-De amor...los labios de Isabela dibujaron una tímida sonrisa.   

Mi princesa: Un sueño de amor (Historia Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora