Verónica enloquece.

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  Capítulo 14. Isabela se vistió y se sentó al borde de la cama los pies le colgaban mientras se balanceaba ligeramente sin tocar el suelo, preocupada se levantó y observaba a través de los cristales, de repente tras sus espaladas fue sorprendida por Erick quien traía el desayuno a su cama.
-¿Creíste que había desaparecido?
-Mi amor ¡Me asustaste! Ya me tenías preocupada.
-Sabes que jamás me iré de ti, ni de tu vida, te quiero por siempre a mi lado.
Isabela sonrió disipando la angustia de unos minutos, después pregunto a su amado.
-¿En qué estás pensando?
-En ti. En mí. Y en que quiero que me devuelvas mi noche de lluvia y de amor.
-De amor...los labios de Isabela dibujaron una tímida sonrisa.
Esa misma mañana Verónica se despertó más temprano de lo normal, en instantes corrió hacia el cuarto de Isabela, tocando a su puerta.
-¡Isabela! ¿Estás ahí? ¡Abre la puerta por favor!
Verónica se percató de que la puerta estaba abierta, en segundos se adentró, quedando impactada al ver tanta rosa...
-¡Maldita! ¡Mil veces maldita! ¡Se han burlado de mí! ¡Se van a arrepentir!- mencionaba al ver tanta rosa y descubrir que Isabela había pasado la noche con Erick.
Su voz fue elevándose junto con la irritación que le provocaba, su odio la llevo a destruir todo ese detalle, todas las rosas caían en mil pedazos, deshojadas, mientras las hacia trizas con sus manos gritaba.
-¡SE VAN A ARREPENTIR!
De pronto el silencio se apodero de ella, se sentía tan frustrada, que a sus ojos asomaron lágrimas de rabia y rebeldía.
-¡Soy una estúpida! ¡Solita caí en mi trampa! y aquí estoy, haciendo el papel de sufrida, ¡no debí dejarlo ir!
Tirada en el piso frente a un espejo, estallo de sollozos amargos que le desgarraban por dentro, mientras desojaba una rosa, diabólicamente se miraba, sus ojos perdidos la confundían por momentos parecía enloquecer.
-¡Maldito Erick! ¡Maldita Isabela! Pero tú no me vas a quitar su amor, ni el de mi padre, aunque tenga que matarte...
Mientras tanto en otro lado de la ciudad Catalina de Castillo se encontraba junto con su hija Tatiana quien terminaban de empacar, pues el fin de semana, Tatiana viajaría a Nueva York junto con sus tías.
De pronto alguien llamo a la puerta y nana sagrario argumento:
-Señora Catalina en la puerta está un joven y dice que usted lo mando llamar.
Catalina emocionada contesto.
-Si hazlo pasar a la sala, dile que ahorita bajo, y tu Tatiana arréglate ponte linda porque abajo espera un nuevo chico que está interesado en conocerte. (Ambas sonríen, mientras Catalina le acomoda a Tatiana sus cabellos alborotados)
Después de unos minutos Tatiana por fin baja, mientras observa de espaldas al chico que está sentado en los grandes sillones, un joven corpulento, ojos claros, pelo negro rebelde, y muy formal.
En ese momento Catalina agrega un comentario – ¡Por fin bajas! Así que ven, te presento a Rodrigo, hijo de una amiga mía-
Tatiana quedo impactada al descubrir que Rodrigo era nadie más y nadie menos que aquel chico, que la arrojo a la alberca aquella tarde calurosa en el balneario.
Ambos se preguntan al mismo tiempo.
-¿Tú?
-¿Ya se conocían? Preguntó Catalina.
-¡Si mamá, y valla que... que pequeño es el mundo!
-Muy bien hija entonces los dejo para que platiquen. Catalina comenta y en segundos los deja a solas.
-Hola. -Rodrigo le besa la mejilla. Ella se queda un poco sorprendida, después balbucea algo parecido a un «hola», se acomoda enseguida en el sofá junto a él.
-Quién diría que tu mamá y mi mamá son amigas ¿Verdad?
-Sí, y quien diría que el chico que casi me ahoga estaría en mi casa.
-¿Qué te parece, si limamos las perezas, y te invito al cine?
-¡Esta bien vamos!
Tatiana toma su bolsa. Cruza el pasillo. Justo en ese momento, suena el teléfono. Tatiana lo mira por un instante, pero parece no importarle y sigue su paso.
Del otro lado del teléfono se encuentra Pascual quien lleva días intentando comunicarse con Tatiana, el vuelve intentar, esta vez Catalina se resigna a escucharlo pues anteriormente le negaba sus llamadas y comienzan a conversar.
-¿Sí, Quien habla?
En ese instante se regresa Tatiana quien permanece a su lado, la mira interrogativa, preocupada, preguntándole con la mirada si es para ella pero Catalina niega dulcemente con la cabeza, cubre el auricular con la mano.
-Es para mí... Vete. Vete... No debes dejar esperando a Rodrigo.
Tatiana se despide de ella tranquila, palabras tenues como su abrazo.
-Vuelvo más tarde mamá, espero no aburrir a Rodrigo.
Catalina la ve salir mientras la puerta se cierra y continúa con la llamada.
-¡Ya sé quién eres tú! Así que por favor no vuelvas a llamarla, como acabas de escuchar ya tiene novio, de verdad lo siento, mi hija ha salido. No, no sé cuándo volverá.
Pascual cuelga el teléfono. Mientras se pregunta si sería verdad que Tatiana había salido con su novio.
Solo en aquel sofá, recordando, junto a un teléfono mudo, sin esperanza. Días felices ya pasados, sonrisas, días de amor y de sol. Poco a poco, se la va imaginando a su lado, entre sus brazos, recordando la entrega de amor frente a la ciudad adormecida, tal y como fue.
Ilusión de un momento, el sonido de las manecillas del reloj lo enternecen cada vez más, después se siente aún más solo, privado incluso del orgullo. Más tarde, toma su auto y recorre los lugares donde estuvo con ella, entre la gente, ve los coches con parejas felices en su interior.
Sumergido en el tráfico, a lo lejos puede ver una chica de espaldas con similitudes a las de Tatiana, puede apreciarla, entre la multitud busca su pelo, su perfume, la confunde con otra que camina apresuradamente y se ve obligado a frenar a su corazón decepcionado.
-¡Olvidarte no será sencillo Tatiana! ¡Tengo que recupérate!
En la casa grande se estaciona el carro de Erick en el asfalto, descendiendo la feliz pareja se adentran a la casa, Desde la puerta Erick se despide de su amada con un dulce beso cálido y profundo.
-Esta noche te tengo una sorpresa más, pero la condición es decir sí.
Sutilmente sonríe y le contesta con un beso apasionado.
-¡Si, mi príncipe!
Erick se retira e Isabela emocionada da un giro, se recarga en la puerta, mientras enamorada suspira, de pronto Ángela le borra el suspiro.
-¿Quién te crees niñita? ¡Pero qué más puedo esperar de una gata, criada como tú! Deberías darte a respetar, ese hombre no toma en verdad a las mujeres solo juega con ellas, así que mejor no te ilusiones, ¡Ahora quítate de la puerta, porque voy a salir, le avisas a tu padre que voy a la empresa de Catalina!
Isabela se dirige a la recamara de su padre, quien emocionada lo abraza estrujándolo con un derroche de amor.
-Papá, Sabes, creo que estoy enamorada.
-Lo se hija, se nota en el brillo de tus ojitos, Erick es un buen muchacho, él también te ama, es por eso que quiero darte este dinero y vayas con Zulema a comprarte un vestido elegante para esta noche, porque él tiene una sorpresa más para ti.
Isabela emocionada toma el dinero pero antes, decide pasar a su cuarto, donde se lleva una sorpresa desagradable, pues todas las rosas estaban destrozadas.
-¡No puede ser! ¡Quien habrá hecho todo esto!
En ese momento llega Verónica y cierra la puerta.
¡Fui yo imbécil! Y ¿Sabes porque lo hice? ¡PORQUE TE ODIO!
Verónica comienza a jalonearla desesperadamente.
-¡Suéltame Verónica! Porque si no...
-¡Si no que imbécil!
Verónica recoge del piso un gran pedazo de espejo que anteriormente había roto, sus ojos se inundan de rabia, quien penetra de odio hasta lo más profundo del ser de Isabela.
-¡Te voy a matar! ¡Solo así estaré tranquila!
Isabela asustada se orilla en una esquina de su recamara, y comienza a gritar.
-¡Papá! ¡AUXILIO!
-¡No grites maldita!
Lentamente Verónica se va acercando a Isabela, en una mano lleva el pedazo de espejo, decidida va tras ella.
- ¿Y qué me dices del infierno Isabela? ¿Crees en el infierno?
-¡Basta Verónica! ¡No me hagas daño! ¡Me asustas!
Verónica seguía acercándose, disfrutando el miedo que Isabela producía. Con los ojos fijos en Isabela, mientras arañaba la pared con el pedazo de espejo emitiendo un agudo chirrido.
Isabela hizo lo posible por ocultar el escalofrío que le recorría por todo el cuerpo. Miraba los ramos de rosas destrozados, mientras los pasos de Verónica cada vez eran más cercanos.
Un silencio mortal que pronto ocuparon otros ruidos, como el sonido del viento al mover la rama que chocaba contra la ventana de la recamara de Isabela, el rítmico pulso cardiaco de Isabela así como la respiración de Verónica.
De pronto un grito desgarrador se escuchó por toda la casa, llegando hasta los lugares más profundos...  

Mi princesa: Un sueño de amor (Historia Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora