El atentado

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-¿pero qué te pasa?- Isabela pregunto.

Sara interrumpió agregando un comentario a la conversación.

-Eso es para que aprendas a respetar a los novios ajenos.

-¡Hey! Sara tu no te metas, eso me tocaba decirlo a mí

- Lo siento amiga pero esta resbalosa se lo merece.

En ese instante llego Erick y la sorprendió.

-¿Qué hiciste Verónica?

Isabela salió corriendo y tras de ella Erick, Verónica exaltada grito:

-¡Erick, Erick! Tú no me puedes dejar aquí.

-Vamos amiga cálmate ya la pusiste en su lugar que era lo importante.

Filiberto quien de lejos observaba la escena se acercó y le dijo:

- Todo lo contrario, le distes la excusa perfecta para que se volviera ir tras ella, lo lamento pero no te salió bien tu jugada.

Y Sara afirmo.

-Amiga lo siento mucho pero este imbécil tiene razón.

-¡ya basta! Les gusta verme sufrir, pero no les voy a dar gusto yo seguiré disfrutando de la fiesta.

En los grandes jardines de la Mansión corría despavorida Isabela, quien fue alcanzada por Erick.

-¡Isabela! por favor espera tenemos que hablar

-¿De qué vamos hablar? nosotros no tenemos nada que hablar, Verónica me dejo bien claro las cosas, así que aléjate por favor, me mentiste, aun eres novio de ella.

El, la detuvo estropeándole el paso, Isabela trato de pasar mientras Erick buscaba la forma de que no se fuera, por un momento comenzaron a forcejear hasta que ella se cansó, fue así que quedaron frente a frente, el latir de sus corazones se cronometraron y se convirtió en un solo latir, en un mismo suspiro, un momento único, en el cual entrelazaron sus labios, que se complementaron como si uno le perteneciera la parte del otro.

Después de unos segundos, Erick la abrazo y comenzó a decirle:

-¡tú me encantas! ¡Tú eres esa mujer que tanto había buscado!

Isabela comenzó a llorar y dedujo:

-¡Yo! Una sirvienta, una pobre chiquilla a la que todos humillan, Erick siendo realistas ¿tú crees, que tu madre me aceptaría?

-Eso es lo de menos, para el amor no hay clases sociales, ¡Veme a mí, yo vivo en un mundo lleno de personas que fingen ser lo que no son, pero cuando estoy contigo puedo ser quien soy!

Esas palabras sirvieron de aliento para Isabela, el miedo en ella desapareció, limpio sus lágrimas y argumento:

-Sabes Erick tienes razón, tengo que ser yo, tengo que enfrentar mi pasado, ya no tengo porque huir, ahora mismo tengo que hablar, y gritar a los cuatro vientos una verdad que me mata por dentro, una verdad que tanto anhelo y llego la hora de ser yo misma sin importar lo que digan los demás.

-¿De qué hablas Isabela?

-Ahora mismo te enteraras-

Isabela se dirigió al salón con la frente en alto, pero al parecer alguien más había escuchado yendo tras ella. En la mansión seguía la fiesta y en cuanto a Catalina de Castillo seguía con su discurso en compañía del señor Pedro, en ese momento Isabela subió, interrumpió y tomó el micrófono...

-Señor Pedro ya no puedo ocultarlo más, realmente esto que siento es inexplicable, esta verdad tiene que salir a la luz, yo... yo... yo soy su...

Mi princesa: Un sueño de amor (Historia Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora