Capítulo 21. | Regalo de graduación.

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POV. Norman.

Tres años atrás 》

Me encontraba en medio de la que había sido mi habitación los últimos cinco años de mi vida, y  que había sido testigo de mis múltiples aventuras con mis desenfrenadas compañeras universitarias, quizá eso era lo que más iba a extrañar de haber terminado mis estudios.
Las noches de fiesta con mi inseparable amigo David, la compañía de una linda chica que calentara mi cama sin buscar un compromiso más allá, tan sólo apagar el fuego de la pasión sin entregar el corazón. Muy conveniente, ya lo había entregado yo una vez y la vida me la arrancó cruelmente, no iba a dejar que volviera a suceder.

Tomé el último libro para meterlo a la caja y una fotografía resbaló, éramos Noelia y yo, abrazados en el portal de mi casa, el día que le dije por primera vez que la amaba y que jamás  imaginé que también sería la última.

Todo por un conductor borracho que se quedó dormido al volante y no pudo controlar el vehículo que se subió a la banqueta mientras ella esperaba el bus escolar, y que terminó con su vida y con mis sueños.
¡Ha sido el peor momento de toda mi vida y deseé morir!, no quería vivir separado de ella, había sido mi primera novia y la única, con ella descubrí lo que era un beso de verdad, de amor, una caricia furtiva, el despertar de la pasión, aunque nunca logramos consumarla... el tiempo ya no lo permitió.

Me olvidé de todo, incluso de mí mismo. No quería hacer nada, ni comer, ni dormir, mucho menos soñar, lo único que quería era estar a su lado, por siempre, como lo habíamos dicho esa vez que me animé a decirle te amo. Los primeros días asistía a diario al cementerio a platicar con ella, a repetirle hasta el cansancio que la amaba, quería que estuviera segura donde quiera que se encontrara. Hasta que un día, una tormenta me sorprendió ahí,  y no supe ni como llegué a mi casa. Casi me da pulmonía, quizá si no hubiera sido por la intervención de mi padre hubiera muerto y lo habría hecho feliz porque eso me llevaría con ella.

Cuando estuve consciente de nuevo, después de que la temperatura había disminuído, me solté a llorar al darme cuenta que seguía en este injusto mundo. Sentí que me abrazaban y me consolaban, ese aroma era inconfundible, a lavanda, entonces supe que se trataba de mi mejor amiga, Julieta. Ni siquiera me enteré cuándo regresó de Canadá.

Ella y yo habíamos sido muy unidos desde que tengo uso de razón, hicimos miles de travesuras juntos, nos castigaron y nos premiaron tanto sus padres como los míos, éramos inseparables. Sólo la dejaba cuando Noelia iba de visita y en ocasiones jugábamos los tres, recuerdo que alguna vez se pelearon por mi compañía y yo terminé yéndome a jugar con Andy, para evitar que el conflicto entre ellas aumentara, me miraron extrañadas y entonces hicieron equipo y decidieron ignorarme, así que había logrado mi propósito y sonreí, no me gustaba que discutieran entre ellas y mucho menos por mí.

Sentí la humedad de sus lágrimas en mi cabello, Julieta lloraba junto conmigo sin decirme nada con palabras, porque su abrazo lo decía todo. Estaba ahí apoyándome y consolándome, dispuesta a hacerlo cuantas veces fuera necesario, así era ella, siempre entusiasta y con una sonrisa en los labios, siempre buscando el lado positivo de la situación. Pero en este caso no lo había, ¿qué puede dejar de bueno la muerte de alguien que amas con todo tu corazón?

Lloramos hasta que no quedaron más lágrimas que derramar, y ella se quedó dormida en mis brazos, yo me quedé mirando al vacío toda la noche, pero cuando sentía que alguien abría la puerta, cerraba los ojos.

Tanto mi madre como mi padre entraron en varias ocasiones a la habitación, como lo hacían todas las noches. Frustrados, desolados, incapaces de poder hacer algo para revivirme, me dolía verlos así, pero era mucho mayor mi dolor por la pérdida de Noelia.

Ardiente Tentación | Norman Reedus | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora