Capítulo 35.| Pruebas.

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No pude decir palabra alguna por la impresión que me causó lo que me dijo. En un instante pasaron varias posibilidades por mi cabeza, sólo una lo suficientemente poderosa que no me daría gusto escuchar, que terminaría conmigo definitivamente.

–Norman, ¿sigues ahí? – exclamó haciéndome reaccionar.

– Sí… te escucho.–

– Brandon ya se enteró de lo nuestro.–

Otra vez me quedé en silencio tratando de procesar lo que acababa de decirme. Nada que ver con lo que yo había pensado, ni siquiera me acordaba de la existencia de ese tipo.

– ¿Me escuchaste? – preguntó insegura.

– Sí… pensé que ibas a decirme algo grave – le aclaré y me volvió el alma al cuerpo.

– ¿Cómo qué?–

– Que no me perdonabas y ya no querías saber nada de mí.–

– Bueno… aún no decido eso, sólo quise comentarte que él ya lo sabe.–

– ¿Y tú cómo te enteraste?–

– Porque anoche coincidimos casualmente en un evento de mi trabajo y me lo dijo.–

– ¿Y cómo se enteró?, ¿te lo
reprochó?–

–Olivia le mandó la foto de un periódico donde salimos juntos en la boda de Julie, pero no me reprochó nada, ya está saliendo con… otra chica, sólo me preguntó que desde cuándo y cómo se había dado lo nuestro y luego me comentó que ya habías prescindido de sus servicios, algo que no me habías dicho, por cierto.–

– Aún no llego a esa parte de la historia… ¿ya estás lista para seguirme escuchando?–

– Sí, pero tendrá que esperar unos días, va a ser el aniversario de la agencia y estoy en el comité organizador de la fiesta, así que estoy hasta el tope de trabajo.–

– Entiendo, no te preocupes – dije resignado.

– ¿Quieres acompañarme a la fiesta?–

– ¿Tú quieres que te acompañe?–

– ¿Crees que te lo preguntaría si no lo quisiera?–

– ¿Otra vez vamos a respondernos con preguntas?–

– Tú empezaste – exclamó riéndose – ¿sabes?… te he extrañado mucho.–

– Yo también Mia, no tienes idea de cuánta  falta me haces, ¡te amo!–

– Yo también Norman– suspiró – debo estar loca, pero no me importa que seas un psicópata, no tengo nada que perdonarte, ¡te amo y te necesito!–

– ¿Podemos vernos más tarde? – pregunté con el corazón latiéndome descontroladamente por sus palabras – paso por ti a la oficina y vamos a cenar.–

– Está bien, aunque no puedo desvelarme mucho, mañana tengo que estar a las ocho de la mañana en Nueva York.–

– Yo te llevo, si quieres… me puedo quedar a dormir en tu departamento.–

– Ya no soportas la tercera regla, ¿verdad? – exclamó con una risita.

– Apenas van trece días, aguanté un mes en Londres, así que aún puedo soportar más.–

–¡No puedo creer que los estés contando!, corrijo, sí puedo creerlo, me estoy dando cuenta que eres capaz de muchas cosas.–

– Todas por amor a tí, no sé cómo puedes dudarlo.–

Ardiente Tentación | Norman Reedus | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora